Apenas había cumplido los 17 años 21 días antes de la gesta del Moncada, convirtiéndose en uno de los tres muchachos más jóvenes que se dirigieron al oriente del país con la intención de materializar un ideal, sin importar cuán riesgoso sería, dispuestos a darlo todo… hasta la vida.
El hijo menor de Estanislao Sarmiento Hernández y Zoila Vargas Mojena, el mismo que había nacido en la calle San José del poblado de Mariel en el lejano 1936 y desde los siete años se trasladara a La Habana junto a su familia, fue uno de los asaltantes a la fortaleza militar que sobrevivieron a este hecho.
Hacía ya algún tiempo que el sentimiento rebelde comenzaba a cobrar fuerza y, probablemente, su amigo Vicente Chávez Fernández le mostrara el camino más indicado tras presentarle a Boris Luis Santa Coloma, quien le habló de un movimiento revolucionario clandestino y lo invitó a participar en una reunión en el local del Partido Ortodoxo, donde conoció a Fidel Castro Ruz.
Desde ese momento el joven marieleño Miguel Teodoro Ulises Sarmiento Vargas se incorporó a la organización, participando, más tarde, en prácticas que contribuyeron a su preparación y siendo parte también de manifestaciones y protestas.
Cuando el 24 de julio de 1953 fue citado para el apartamento de Abel Santamaría, no imaginaba qué le deparaba el destino. En el auto de Boris Luis llegó a Santiago de Cuba y fue hospedado en el Hotel Rex de esa ciudad.
Justo en la mañana de la Santa Ana, entre los hombres que se dirigían hacia la acción en el automóvil de Boris se encontraba Ulises Sarmiento. A poca distancia de la granjita se ponchó una goma, por lo que debieron arrimarse a la cuneta y bajaron. Boris les hizo señas a los carros de atrás y se montó en uno junto a Ulises Sarmiento, Vicente Chávez y Gerardo Sosa.
Tras los acontecimientos, el joven marieleño no pudo evitar que lo hicieran prisionero; cerca de El Cobre lo detuvieron y lo llevaron al cuartel de esa localidad. Luego, lo trasladaron al Cuartel Moncada donde también fue torturado y lo pusieron en el paredón de fusilamiento, logró salvarse al mentir afirmando ser sobrino de Francisco Tabernilla Dolz, jefe del Estado Mayor del Ejército.
Al día siguiente, fue enviado al Vivac y de este a la cárcel de Boniato, donde guardó prisión hasta el mes de octubre, cuando se celebró el histórico juicio y fue puesto en libertad por ser menor de edad.
Una vez libre Sarmiento no descansó: continuó su lucha en el clandestinaje. Fue detenido en varias oportunidades y maltratado por los esbirros de la dictadura. Al triunfar la Revolución, no podía esperarse menos de él que su contribución desde diferentes frentes, entre estos las Fuerzas Armadas Revolucionarias, donde tuvo una trayectoria relevante.
El 10 de julio del 2001 señalaría el fin de una vida marcada desde un inicio por la osadía y la continua entrega a una causa, que en el despertar de los 17, lo llevó al Moncada.