La COVID-19 marcó significativamente a nuestros héroes de batas blancas. Ellos dieron el paso al frente y protagonizaron una de las páginas más tristes de la historia de la humanidad. Fueron calma dentro de tanta desesperación; alivio ante tanto dolor. A ellos les tocó despedir a seres conocidos y no conocidos, para quienes tuvieron como último recuerdo ante sus ojos el rostro de un médico batallador.
Bien lo sabe Gladys Padrón Rodríguez, enfermera desde hace 40 años del Policlínico José Manuel Seguí, de Güira de Melena. Quienes tuvieron que llegar a las salas destinadas a la atención a pacientes con síntomas sugestivos de la enfermedad en la sureña localidad, la recordarán revoloteando de un lado a otro porque tenía mucho personal en espera de atención y pocos insumos médicos, sobre todo oxígeno.
“Fueron momentos muy difíciles porque no había nada que hacer en muchísimos casos. Vimos cómo fallecían amistades, vecinos y hasta familiares, y nosotros ahí, sin poder hacer más”. Así revive recuerdos la seño que nos ha socorrido en momentos vulnerables.
Activa en todos los sentidos y dispuesta siempre a ayudar, a gestionar lo necesario para el paciente e incluso a ser la mano amiga que sostiene y consuela, Gladys hace más de lo que puede cuando lleva puesto su uniforme impecablemente blanco.
Como los superhéroes infantiles, esta enfermera deja sus problemas detrás y prioriza los ajenos cuando llega a cumplir sus horas de guardia en la institución de salud güireña, sin importar el calor, el cansancio o las dolencias personales.
Hoy, la situación epidemiológica es un poco más favorable, a decir de Raúl León Malagón, epidemiólogo de la Vicedirección de Higiene y Epidemiología del policlínico güireño, pero es necesario mantenerse vigilantes y extremar los cuidados, pues los índices pueden ser preocupantes de un momento a otro, máxime durante los meses de julio y agosto.
El especialista explica que la situación en estos momentos presenta una morbilidad baja en lo que a dengue y Covid-19 respecta y se reportan casos aislados, sin relación entre ellos. La cifra de los síndromes febriles ha descendido notablemente.
León Malagón explica que en estos momentos la mayor preocupación radica en el régimen de lluvias constantes, propicias para el incremento de focos positivos de Aedes aegypty y con ello la circulación del virus del dengue.
Nuestra protagonista de hoy, la enfermera Gladys, hace la salvedad de que es necesario mantener la vigilancia, cumplir con los protocolos establecidos, acudir rápidamente a la institución de salud más cercana ante síntomas sugestivos de estas enfermedades y, sobre todo, mantener la disciplina y extremar los cuidados durante el verano, cuando tenemos un mayor contacto en lugares públicos.
La vida es tesoro preciado que debemos cuidar porque se nos puede ir en segundos. Lamentablemente, muchos quedaron en el camino y triste es que incluso niños han tenido que sufrir esta amarga experiencia, a veces por la irresponsabilidad de quienes ignoran el empleo del nasobuco, el distanciamiento físico, la higienización y el resto de las medidas dispuestas en los protocolos de salud que, lejos de incomodar, llegaron para proteger.
Sí, porque aunque los números hablan de una evidente disminución y no es necesario el uso constantemente de los medios de protección, debemos ser concientes y utilizarlos en áreas de aglomeraciones o cuando tenemos síntomas de alguna enfermedad, para cuidar a quienes nos rodean.
Nuestra gratitud a los héroes de batas blancas por sus desvelos, su ahínco en tareas difíciles, a veces imposibles, por su disposición ante el compromiso de salvar vidas humanas. A tanto sacrificio debemos responder con conciencia, autocuidado, respeto y sobre todo con acción inmediata. Ese es el mejor regalo para Gladys y los tantos otros que a diario permanecen en los centros de salud, salvando vidas.