¡A buena hora coinciden los meses de verano con las vacaciones escolares! Recesar de la Matemática, Español e Historia para cambiarla por pinceles, flotadores o trajes de baño tiene todo el mérito luego de fogosos meses de transgredir vicisitudes educativas, y hasta económicas, para asistir a los centros escolares.
Entonces, ¿es la escuela una opción para recrearse en la etapa estival? El programa planeado por la Dirección Provincial de Educación propone más de 40 actividades en “centros seleccionados y la comunidad” durante julio y agosto, en el cual confluyen el Palacio de Pioneros, los centros educacionales, museos municipales, galerías y Joven Club.
Según el Programa general de actividades para el desarrollo del actual verano, 151 centros docentes permanecerán abiertos durante este período, de ellos 38 pertenecen a zonas rurales y seis al Plan Turquino. “Los círculos infantiles beneficiarán a 2 134 pequeños”; mientras, “67 seminternados prestarán servicios y atenderán, aproximadamente, una matrícula de 7 107 estudiantes”.
Además, pretenden realizar acciones de trabajo productivo y “beneficiar a más 2 000 pioneros y 300 guías, con pasadías y rotaciones por las instalaciones pioneriles de la provincia”.
El informe expone actividades de ocio en las escuelas como talleres literarios, de artes plásticas y de danza, y una decena de cursos de la Enseñanza Técnico Profesional y de escuelas de Idiomas.
Dejar descansar a los profes y cederles el espacio a miembros de la Brigada José Martí, artistas aficionados y especialistas de Cultura sería genial. Darles vida a las áreas deportivas con torneos organizados entre el Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación (Inder) y Educación llevaría el juego de pelota, basquetbol o fútbol de la calle hacia una cancha.
¡Qué bien si las actividades del mencionado plan se cumplieran! Resultarían una excelente forma de aprender durante el verano, más cuando proponen actividades interesantes y que deberían coordinarse a tiempo con las instituciones implicadas.
Sin embargo, hay cuestiones a analizar. ¿Conocen los niños y padres estas oportunidades? ¿Se concretan las actividades en los “centros seleccionados”? ¿Existe una rotación por el Campamento de Pioneros? ¿Qué opciones tiene el Palacio de Pioneros? El verano debe traer soluciones, no más preguntas que respuestas.
En una breve encuesta realizada en nuestro canal de Telegram, algunos de los comentarios nos hacen repensar el modo de difusión de estos proyectos “ideales” de verano: la mayoría los desconoce -casi un 70 por ciento (%) de los encuestados- o los maestros de sus hijos, jamás han mencionado la posibilidad de que el pequeño asista a la escuela para que los padres puedan trabajar; ni han sido convocados al centro para participar en talleres recreativos durante la etapa de receso docente. Solo un 5% asintió la participación de sus hijos alguna vez a estas actividades.
La existencia de ese 5% me alegra; del resto solo se puede decir que responde al porqué los chicos no ven la escuela como disfrute y nuevos aprendizajes durante este tiempo.
Hacer por el verano de los niños va más allá de pensar planes de papel. Sí, hay escasez de recursos materiales y logísticos para dar soporte a lo idealizado, pero siempre será la comunicación la mejor y más precisa arma para atrapar aquello que queremos.
Un poco de lápices, hojas, un equipo con música, una bibliotecaria con ganas de leer, un paseo al museo del municipio o un instructor de arte animado, siempre traerán al mundo alumnos sonrientes, y la sonrisa sabe mejor en estos meses de tanto agobio.
Muchas familias deberían confiar en la recreación escolar para garantizar un verano digno. Hay padres que no pueden sostener el costo particular de clases de artes plásticas, danza o música, si desde la provincia se escribe… ¿por qué no hacerlo? No vale la pena soñar, si el sueño se trata de cazar estrellas fugaces en Plutón; pero si es algo tan noble como educar, mejor si se hace con amor y ganas.