De los criterios de nuestra comunidad en Telegram, resulta muy impactante la amarga experiencia de la usuaria Beatriz Márquez. Narra que hace un año en Guanajay falleció su abuela y no había capacidad en las gavetas estatales, ni respuesta por parte de las autoridades.
“El carro fúnebre estaba en la funeraria cuando llamamos para informarlo. Llevé el certificado de defunción y lo vi salir; entonces supuse que iría por el cuerpo. Cuando pregunté dijeron que estaba para Caimito; después para Bauta. Estuve cuatro horas con mi abuela en casa, sin opciones de dónde sepultarla”, precisa la internauta.
Al final, apunta, siempre la occisa quiso que la cremaran, pero “ni la gestión hicieron; en fin, terminé con mi abuela en Caimito, donde pregunté y en todo el día no hubo servicio ni se llamó por teléfono desde Guanajay. El carro jamás salió del municipio, parqueado en un edificio en San Francisco”.
Relatos similares pueden encontrarse entre las impresiones, por lo cual investigamos qué hace la provincia en función de encarar estos asuntos.
Responsabilidad compartida
Si hablamos de camposantos, vale la pena acercanos a Caimito, la localidad con mayor número de estos. Leticia Romero Cisnero, directora de la UEB Comunales, explicó que los terrenos pertenecen al patrimonio del Consejo de la Administración Municipal.
“Nuestra empresa se ocupa del mantenimiento de las áreas y la limpieza, todo a petición del cliente. Además, ofrecemos el servicio de enterramiento y la facilidad de utilizar bóvedas estatales.
“Aunque en 2011 se hicieron un grupo de gavetas en pos de aliviar el déficit, resultan insuficientes. Inciden el envejecimiento de la población, junto a las muertes por la pandemia de la covid. Y aunque existe un proyecto para aumentar capacidades, escapa de mi competencia”.
Entretanto, las opiniones recogidas en redes indican lo escabroso del tema.
“Las capacidades se llenan porque los espacios alquilados por un período de dos años se pasan del tiempo indicado. No hay cultura de exhumar en tiempo, tampoco exigencias por parte de la funeraria”, comentó desde Telegram Osmany Esperón.
Al respecto, la directiva expuso que “cuando se emplean bóvedas estatales deben hacerse exhumaciones de oficio a los dos años. Al no acudir los parientes a reclamar los restos de un fallecido por disímiles causas”, la funeraria se eroga el derecho de trasladar los restos hacia un osario, que debe identificarse.
Romero Cisnero confiesa que “debemos mejorar el servicio, porque ante un deceso el dolor es incomparable. Nadie carga la culpa de las carencias, pese al esfuerzo de los trabajadores. Tenemos un personal comprometido y ético”.
Otra de las desgracias versó sobre la ausencia de carros, que retarda los enterramientos y en ocasiones ha obligado a utilizar vehículos particulares. “Hay uno solo, en uso desde 2006. A raíz de su empleo constante se rompe y por más que arreglemos, muchas veces no funciona. En ese caso solicitamos apoyo de otras localidades”, dijo la directora.
Algunos de estos factores ocasionan la compraventa de bóvedas entre particulares, práctica que sugiere el afán de lucrar con el dolor por la pérdida y la necesidad urgente de encontrarle reposo eterno a un ser querido. Como varias familias utilizan la suya, desde la solidaridad y la compasión, sentimientos que nunca deberían abandonarnos.

del ocaso estos carros fúnebres.
Adelantarse a lo inevitable
Tras el colapso en 2021 del cementerio cabecera de Artemisa, cuando unas 130 personas debieron ser sepultadas en tierra por la agresividad de la covid, “comenzaron labores de mantenimiento y reparación”, recuerda Juan Permuy Felipe, intendente local.
“Mas, recibieron un sepelio digno, con una tapa de hormigón para colocar floreros, epitafios y otras alegorías. A fines de ese año logramos ampliar a 90 capacidades, en tres bóvedas múltiples de 30 cada una, y para 2023, entre los cinco millones destinados a tales propósitos en el plan de la economía, se prevé concluir tres y comenzar los cimientos de dos.
“Una Mipyme se comprometió a entregar dos concluidas el 28 de abril (imposible hasta la fecha por falta de cemento); hasta llegar a 150 capacidades, objetivo de próximos períodos. Lo anterior se une al proceso de exhumación de cadáveres en panteones de logias, de los caídos por la Defensa y bóvedas particulares”.
Agrega Permuy Felipe que, “ya firmamos contrato con una empresa para incrementar la iluminación y previmos mantenimiento, pintura y reparación en este calendario. Sin embargo, todavía no se ha aprobado el área del crematorio para cadáveres.
“Sí acordamos mover de lugar la chimenea del incinerador de restos óseos, que a criterio del Citma y los vecinos, pudiera afectar el aire por su posición. Igual, no se previeron acciones dentro del cementerio de Puerta de la Güira”.
Esta reportera comprobó in situ el trabajo de una brigada de la Mipyme Empresa de Construcción Multiservicios Alquízar.
Osbel Batista Charles, presidente de la nueva forma de gestión, dijo que ya se fundió la primera placa de las tres bóvedas y trabajan en la división de los nichos; sin embargo, la falta de cemento ralentiza la ejecución.
Lo que entorpece el descanso
Valentín Cordero Pérez, director de Producción y Servicios de la Empresa Provincial de Comunales, no valoró de la misma forma el interés de los municipios en sus cementerios. “Por ejemplo, Candelaria soló asignó 11 000 pesos al mantenimiento, una cifra irrisoria al tener en cuenta que el camposanto no posee muros de contención, lo cual ha ocasionado la profanación de tumbas.
“Los límites de espacio han influido en todos los municipios. La provincia dispone de un puesto de mando que detecta dónde existen capacidades y de acuerdo a la posibilidad ofrecemos a los familiares opciones de sepultar o cremar a los fallecidos”, si bien estos procedimientos se hacen en coordinación con Mayabeque y la funeraria de Calzada y K en La Habana.
“El mobiliario del incinerador de restos óseos está guardado desde 2013; mas, nunca se microlocalizó en Artemisa. Del mismo modo, no se ha aprobado proyecto o presupuesto para el de cadáveres, pese a que la empresa Acinox tiene concebido uno”.
Sobre los carros fúnebres, “había 14 y recibimos dos vehículos, entregados a Mariel y Artemisa”, pero hasta este fin de semana solo trabajaban siete.
“¿Qué hacemos?, enviar el más cercano y disponible. Ante la novedad el tiempo de respuesta idóneo oscila entre 30 minutos y una hora. Hasta la fecha tardamos en acudir cerca de dos horas como promedio, a partir de la notificación del deceso”.
Al respecto Tomás Parapás Ferro, director de producción de la UEB Empresa Integral de Servicios Automotores (EISA), nos puso al tanto del panorama: En el patio de la entidad hay tres vehículos paralizados: el de Mariel (propuesto a baja), el de San Antonio de los Baños y el de San Cristóbal; en tanto los de Caimito y Güira de Melena fueron trasladados a una Mipyme.
“Inestabilidad de choferes y violación de los ciclos de mantenimiento ocasionan este desastre”, sostiene el funcionario. Además, declara que “la marcha fúnebre no descompone un vehículo en buen estado. Se trata de una tradición que nosotros nunca prohibimos”.
Así la realidad de los servicios funerarios en Artemisa, que agregan un plus de desconsuelo al habitual en esta situación. Se sabe lo engorroso de hacer más con menos, de luchar contra las carencias inexorables. En cambio, apostemos a que prevalezcan, por encima de todo, el humanismo y la vergüenza.
Nota aclaratoria: En la primera parte de este reportaje, publicado en la edición 18, señalamos la presencia de una funeraria en la localidad de Vereda en Caimito. Es un error, en verdad se encuentra en Ceiba del Agua. Ofrecemos disculpas a nuestros lectores.
POR YUSMARY ROMERO, YAILÍN ALICIA CHACÓN
Y MARÍA C. GUINDO
Indignante