Al hablar sobre la jugadora soviética en 1980, la cadena ABC sostenía que, “en el baloncesto femenino universal, ningún equipo puede enfrentarse con alguna seriedad a la URSS. Ninguno tiene a Uliana Semenova”.
Es la jugadora más dominante de la historia. Ganó 42 títulos y perdió un solo partido en los 18 años que estuvo al frente de su selección, precisamente el último, contra Estados Unidos, en los Juegos de la Buena Voluntad de 1986.
Nació el 9 de marzo de 1952, en Letonia, y hasta los 11 años no tocó una pelota de básquet ni sabía sus reglas. Pero a los 12 llamó la atención de las autoridades deportivas por su altura (1.90). Le diagnosticaron acromegalia, una enfermedad generada por un exceso de una hormona de crecimiento denominada somatotropa.
Llegó a medir 2.13, calzar el número 58 y pesar 135 kilos. Así como su talla se elevaba notablemente por encima del resto de las jugadoras, también lo hacía su juego.
A los 14 años debutó en Primera División. A los 15, con el Daugawa Riga, ganó la primera de 15 ligas soviéticas e inició un impresionante palmarés, que incluye 12 campeonatos de Europa, 11 de la actual Euroliga y nueve de forma consecutiva (del 68 al 75).
Con 16 años jugaba en la selección soviética, y habría de regalarle su etapa más exitosa. Triunfó en dos Juegos Olímpicos (Montreal 76 y Moscú 80), tres Mundiales (Brasil 1971, Colombia 1975 y Brasil 1983) y 10 Europeos (desde 1968 a 1985). Diversas fuentes indican otros títulos.
La gigante del básket alcanzó un dominio tal que llegó a anotar 56 puntos en un partido. En Montreal promedió casi 20 puntos y 13 rebotes por encuentro; en la final, contra Estados Unidos, fueron nada menos que 32 y 19, en 23 minutos sobre la cancha.
Jugó en España ya veterana y castigada por las lesiones, en 1987, cuando fichó por el Tintoretto de Getafe. A pesar de todo, lo rescató del descenso y lo condujo a pelear por la corona. Dicen sus compañeras que no solo era grandísima de estatura; tenía también un corazón enorme.