Más de 10 000 seguidores virtuales celebra Barro sin berro, desde su página en Facebook. A diario cientos de clientes (mayoristas incluso) visitan la tienda en avenida 41, entre 56 y 59, en San Antonio de los Baños; mientras, otros degustamos café o jugo, en tazas o jarras de este negocio.
Como Cerámicas Maday inician el proyecto en 2004, y en 2016, ya más consolidados, asumen el nombre actual, se posicionan en el mercado, y crecen más allá del patio familiar, donde quemaba el primer horno, a un nuevo local que exige sumar otras manos, mayoritariamente femeninas.
El patriarca de tantas tazas y otras piezas de cerámica, Jorge Armando Acosta Álvarez, “estudió Química y laboró durante 48 años como tecnólogo en el Rincón, entre aisladores y alguna vajilla, no con la exquisitez que aquí trabajamos, pero fue llevando ese bichito a casa y nos involucramos.
“Desde yacimientos en Pinar del Río trasladamos arcilla, feldespato de Holguín y caolín de la Isla de la Juventud. Confórmanos una mezcla y con floculantes más yeso, de Santiago de Cuba y Ciego de Ávila, que trituramos, molemos y después se tuesta, inicia el arduo proceso hasta deparar en arte, de ahí que seamos miembros de las Asociación Cubana de Artesanos Artistas, inscriptos en el Registro del Creador y miembros del Fondo Cubano de Bienes Culturales”.
Nos acerca a tanto empeño una mujer graduada en Construcción Civil, Maday Acosta Posada, quien asegura el iniciarse en este quehacer con una base en el dibujo, pero no tanto en el arte, mas, se le distingue emprendedora natural, capaz de proporcionar sustento a muchas familias del Ariguanabo.
“En casa, con el abuelo además, la familia intentó trabajar la cerámica en los difíciles años del periodo especial. La escasez de recursos nos congeló la idea, pero en 2004, al graduarme y no estar conforme con mi desempeño, me adentré en este mundo, y comencé con la primera taza de café”.

Manos en la obra
¿Cómo llegar a un molde? “Intentamos crear piezas funcionales, utilitarias, cada quien con su experiencia pensando en diseños, formas, texturas, colores…”
El proceso inicia cuando creatividad e imaginación, con dosis de racionalidad, se ponen en contexto. Convergen ideas diversas, incluso de los trabajadores, y un amigo de la familia de toda la vida Jesús de la Campa Martel, matricero de oficio y academia, les devuelve la matriz o el molde.
“Tenemos más de diez modelos de tazas y 50 artículos. Al referir formas y decoración, cientos de creaciones.
“Trabajamos en línea, con exclusividad, y una serie de piezas transitan de manos en manos hasta las deseadas. Recuperamos el material que le sobra a las piezas al hacer cortes o pulir, siempre que no pase por el horno”, insiste.
¿Cuál diseño prefieres? Maday afirma, tras segundos en retrospectiva, que es “la taza que parece bailar, se llama Bella. Es superfuncional por su asa. El dedo que la sujeta queda muy cómodo. Le unimos el conjunto de piezas como cafetera, azucarera, todas utilitarias.
“¿Sabes? Las tazas tienen nombre de mujer Sofía, Mía, Lena…, esta última coincide con que nació la nieta de su creador el día que aprobamos su molde. También define que muchas de las manos capaces de moldearlas son femeninas.
“Eliani no detiene el pulido, siendo muy seria al actuar; Leslie con alto sentido de pertenencia siempre está dispuesta y Lisi en solo unas semanas, demuestra talento”, define Maday, al acreditar el progreso y labor en familia.
Asimismo, en otro local que alistan en calle 76, donde otros hornos pequeños facilitarán la producción Yanisel, apasionada por diseños con girasoles, extrae piezas de los moldes con sumo cuidado; entretanto, sabe que a pesar de ser mayoría los rostros femeninos, se fusionan muchachos tatuados con el desenfado de Barro sin berro.
“Edgar lleva casi un año, con la superación como constante; Pepito, una persona supercuriosa, se encarga de la pasta; Yosvani, primero acareaba cajas y ahora tienen en sí parte de la confianza al moldear piezas muy complejas; Nosle se incorporó reciente, y va muy bien con los vasitos en pareja. René, con nueve años en el taller, sabe de todo”.
¿Y Didier Acosta Posada? “Ese es mi hermano, técnico en Electrónica, quien aporta valor de uso al equipamiento, obsoleto en muchos lugares”, dice Maday mientras menciona a Luis, “un eslabón muy importante, y no sólo por ser mi esposo, sino que hace unos cinco años lleva toda la economía y la informática del taller, y suma saberes como ingeniero en Telecomunicaciones y Electrónica” .
Todo se articula a través de una fundadora de tanta pasión, Zoraida Posada, madre de la familia del barro en San Antonio, resguardo de voluntad, la también gestora de ideas convertidas en arte, desde hace unos 20 años.

Casi 20 años, y sueñan más
Tradición, chispa, juventud, disciplina, deseos de aprender, rapidez, voluntad, resumen aptitudes de quienes al moldear el barro, encuentran su razón de existir.
¿Hubiera dado igual que Barro sin Berro naciera en Bahía Honda o en Mariel? ¡No! Es la ingente respuesta. El Ariguanabo inspira. José también mezcla inteligencia y sonrisas en la historia del Museo del Humor.
A Manuel Hernández Valdés, pintor caricaturista y ceramista de Matanzas, le debe esos certámenes. Él fue pionero en poner un plato de cerámica con humor, revela Jorge Armando.
“Después ideé, por citar una de las piezas agasajadas, una rana encima de otra, y la titulé: Luego dicen que las ranas son frías, que fue Premio y reproducimos mucho. También en la Bienal premiamos una obra por el mensaje y calidad estética. En 2023 Honores, de Jorge García”.
¿Cómo aprecias a Barro sin berro en unos años? Jorge resume que “una onda Café humor es sueño inmediato. Un sitio bohemio, aún sin definir, donde nuestra cerámica esté a tono con las aromas del néctar negro, sin dejar de ser ese grupo de creación sin berros, con amor filial y ansias de siempre empoderar la arcilla para que perdure”.