Una copa “florece”, y Sheyla sonríe. El artilugio arranca aplausos del público, al tiempo que fortalece la complicidad entre el mago y su asistente. Un beso de despedida frente a todos, bajo los fulgores de la carpa azul del Circo Nacional de Cuba, de visita en Artemisa, confirma la verdadera magia del amor de dos jovencitos.

Se trata de Brayan Pérez López, conocido como el mago Brayan, y de su novia Sheyla Hernández Remón, unidos por este arte milenario, desde la secundaria Pedro Ortiz Cabrera, en el municipio cabecera.
En las actividades escolares, él deleitaba con sus trucos de principiante, mientras ella cantaba. Pero un día se organizó una fiesta en el hogar de niños sin amparo familiar, y ambos derrocharon encanto. Como Brayan debía actuar más tarde en el parque de la Asociación Hermanos Saíz (AHS), le propuso ser su asistente, a lo cual accedió la muchacha.

“Cualquiera no puede asistir en un acto de magia”, afirma Brayan. “La escogí por su proyección en el escenario, su timidez y discreción, una virtud fundamental en este mundo”.
Después de aquel primer paso, y de haber coincidido en la Casa de Cultura Delfín Fleitas de la Villa Roja, donde Brayan estudiaba con la instructora Amparo González, “seguimos presentándonos en distintos lugares”, recuerda Sheyla, como el festival de teatro Escaramujo, y “días antes del festival nacional de circo Ángeles del futuro, en 2017, comenzamos a sentir atracción mutua.
“En el evento conquistamos el segundo lugar, aunque no habíamos entrado aún a la compañía Harry Potter, en La Habana”, formadora de futuros ilusionistas.
Tras el éxito, “él preguntó si quería ser su novia”, aclara con picardía. En ese instante se abrió un sendero de giras, espectáculos, funciones de Circuba… y más tiempo en pareja.
Ambos se graduaron de la academia, en la cual le convalidaron el primer año al muchacho, debido a la preparación recibida del payaso Tapón (Rafael Rodríguez Jiménez), “uno de los más prominentes del género”, asegura. “Me inspiró mucho también el trabajo del payaso Chepín (Carlos García Ruiz); de niño imitaba sus trucos, y otros que pasaban por la televisión”.
Brayan se desenvuelve en la magia general, con pequeñas y grandes ilusiones que comprenden cambio de vestuario, manipulación de objetos, magia con animales, mentalismo…, aunque todavía no incursiona en la telepatía.
A sus 18 años ha cosechado el Gran Premio juvenil en la tercera jornada de magia Sueños Mágicos 2019, además del primer lugar en pequeñas ilusiones con la caja de dagas, y el máximo galardón en magia general por el acto de palomas.
Por si no bastara, exhibe en su currículum mención en el sexto festival internacional Pista Joven, celebrado en marzo de este año en La Habana.
Tantos lauros no serían posibles sin Sheyla, cuya voz era habitual en el programa de Radio Artemisa Vamos todos a cantar. Fundadora de los concursos Cantándole al sol en la provincia, compitió en 2019 como compositora de Mi sueño. Ha ganado premios de interpretación, y el de la popularidad por el tema El güirito y la clave, de Ángel Graverán.
De este autor de la Villa Roja ha defendido casi todas sus canciones, mientras el rock clasifica entre sus géneros favoritos, junto a la balada y algún reguetón.
A los 16, muchas ideas ocupan la mente, de ahí que Sheyla haya estudiado teatro en la Casa de la Cultura Delfín Fleitas, y en cursos de verano en la Escuela Nacional de Arte, con la mira puesta en el Instituto Superior de Arte el próximo año. Recibe clases de música desde pequeña, le gusta el modelaje, y ahora aparece como figurante en la novela El rostro de los días.
De ese modo, la magia no le ha impedido desarrollar su mayor talento, pues “la música siempre estará presente, gracias al apoyo de Lucilo Valdés, Marilyn Blanco y Yara Veliz. Me gustaría fusionar lo aprendido, inspirada en el ejemplo de tantos actores que son cantantes, y viceversa”.
Cuando ella y Brayan no trabajan, comparten tiempo en familia, o debaten si ver películas de terror o de aventuras, según la preferencia. Estos adolescentes viven la magia del amor sin artificios, orientados hacia un luminoso porvenir de vítores y fantasías sobre los escenarios.