Cuando Milán apareció en la cuadra de Alain, el único sentimiento que conoció fue la repulsión. Ni siquiera lástima. Acostumbrado al calor de una casa, buscaba cobija en los portales; pero, para su asombro, los humanos ya no eran agradables como de costumbre.
Parecía el fin. Estaba solo y enfermo. Deambulaba de un lado a otro y, aunque algunas sobras de comida le aliviaban el hambre, un dolor irremediable le pesaba en los ojos.
Alain Torres Mederos sufría el abandono del animal. Preguntó a los amigos, posteó su foto en las redes, pidió ayuda… pero las respuestas no llegaron. Un día supo que unos hombres golpearon al perrito. A pesar de tener más animales decidió ganar la lealtad de otro amigo.
Con historias como la del pekinés Milán, que al fin lució el hermoso pelaje y Alain, su orgulloso dueño, pudieran los animalistas de Artemisa escribir un libro, ¿o dos? Incluso a lo largo y ancho de Cuba, mucho tuvo que ver esta comunidad protectora en la decisión del Estado de aprobar una ley para «regular los principios, deberes, reglas y fines respecto al cuidado, la salud y la utilización de los animales en pos de su bienestar».
Sin embargo, a dos años de hacerse efectiva, los voluntarios no ceden. Entienden que solo con la ley no alcanza para fomentar la cultura animalista deseada. Mientras, sortean cada día los frenos a la ordenanza, y apelan al amor y la empatía para cambiar la vida de esos seres desprotegidos, carentes de afectos y atención.

Lo que los une… el bienestar
El 6 de septiembre de 2021, el Sistema de Vigilancia Epidemiológica y Sanidad Animal de Artemisa recibió vía telefónica la denuncia de un hecho de maltrato animal perpetrado por tres hombres residentes en Alquízar.
La noticia le dio la vuelta a Cuba pues la acusación, emitida desde la filial en Alquízar del Grupo de Artemisa y Mayabeque para la Protección Animal (GAMPA) permitió, por primera vez en el país, penalizar conductas de este tipo según lo establecido en el Decreto Ley No. 31 de Bienestar Animal, en vigor desde el 10 de julio de ese año.
Aunque el hecho sacudió a algunos incrédulos e hizo evidente las verdaderas intenciones de los animalistas alquizareños; desde mucho antes GAMPA había enarbolado en el municipio las banderas del bienestar animal, mayormente enfocados a aquellos en situación de abandono.
Yiselis Giro Olivera, fundadora del grupo, explica que dirigen el trabajo en dos líneas esenciales: la concientización y la esterilización.
La primera «porque hay una cuestión cultural de base que permite que muchos continúen en las calles. Nuestro propósito también va encaminado a fomentar entre los humanos tenencias responsables. Desde el equipo gestor nos documentamos y dotamos a las personas con información calificada que les permita modificar determinadas ideas erróneas y regular activamente su comportamiento».
«Asimismo, entendemos la esterilización como un método efectivo frente a la sobrepoblación de perros y gatos callejeros. La extracción de los órganos reproductores a los animales en adopción, garantiza que sean menos los necesitados de un hogar y, por ende, serán más hogares para los que aún permanecen en las calles».
El amor y el respeto a los animales son dos condiciones esenciales para pertenecer al Equipo de Protección Animal (EPA), en San Antonio de los Baños, con bases muy similares a las de sus vecinos en el sur de la provincia.
De acuerdo con Rafael Orlando Milanés Pérez, uno de sus voluntarios, en el Ariguanabo dan mucho valor a la idoneidad de las personas antes de dar en adopción a un animal. Incluso, una vez adoptados, continúan el seguimiento para velar por su seguridad y bienestar.
Tanto EPA como GAMPA costean las campañas de desparasitación, los baños con productos para el tratamiento de enfermedades o lesiones asociadas a la piel; las esterilizaciones y la alimentación de los animales enfermos con fondos procedentes de la cotización mensual de sus miembros y las donaciones de estas u otras personas comprometidas.
Alejados de lo que dicta la ley, es imposible en la actualidad que los responsables: el Ministerio de la Agricultura, Salud Pública, Transporte, la Industria Alimentaria, entre otros; asuman a cabalidad acciones semejantes que aceleren el cambio deseado.
Alma y corazón de animalista
Pocos en la Villa Roja pueden ignorar a Yudeimy Castellanos Concepción y su casi obsesionado compromiso con el bienestar animal. Presidenta del grupo Alma, primer Órgano de Base de Asociación Nacional de Animales y Plantas (Aniplant) en Artemisa, le tiene poca fe a las campañas en redes sociales de quienes se hacen llamar protectores. Opina que los hechos y los afectos dicen más sobre las verdaderas intenciones de cada persona.
Tampoco le gusta usar el término callejero para referirse a los animales en situación de abandono. «Permanecen en las calles porque no tienen otra opción. Si un día les dejas entrar en tu casa y en tu corazón, nunca más saldrán, aunque las puertas hacia la acera queden abiertas».
Yudeymi tiene un registro minucioso de todos los hechos de maltrato dentro del municipio cabecera, y no solo los guarda en su agenda, sino que investiga hasta reunir las pruebas suficientes para exigir las sanciones justas.
Entiende que ronda mucho desconocimiento sobre lo escrito en la ley, lo cual atenta contra un proceder adecuado que da incluso cabida a la injusticia.
En su valoración agrega que quedan otros pendientes relacionado con la poca disponibilidad de medicamentos para tratar enfermedades como el moquillo y el parvovirus. Para ambos casos, la venta es por receta médica en farmacias de La Habana, donde no son efectivas las prescripciones de los veterinarios nuestros.
A esta lista suma el difícil acceso a fitofármacos para curar tos y dermatitis; así como la crema de aloe, el champú, el mercurocromo o la violeta genciana, tan necesarios para el tratamiento de las heridas y lesiones.
«El tema de las vacunas es delicado. No podemos acceder a ellas a través de la red de farmacias, aun cuando esperamos hace tiempo campañas de vacunación antirrábica», sostiene.
Asimismo, el territorio está bastante rezagado frente a los propósitos de la ley de activar en toda la geografía nacional centros de observación y de atención, acogida, rescate y rehabilitación de animales.
Aunque estas instituciones pueden ser estatales o pertenecer a formas de gestión no estatal, su fundación depende de la disponibilidad de recursos y locales que brinden al animal condiciones elementales de bienestar, así como personal calificado y dedicado casi a tiempo completo.
Dar más en defensa de los animales
El abandono en sí es un hecho de maltrato que se agrava cuando, sin la protección de los dueños, el animal pasa a ser responsabilidad «de nadie» para ganar en insultos a su integridad por parte de cualquier desconocido.
También la realidad ha demostrado ser mucho más rica de lo que alcanzan a ver nuestros ojos y los ejemplos de maltrato también se esconden en corrales, azoteas, vallas y hasta en el sórdido mundo de las peleas de perros.
Crear una cultura animalista lleva tiempo, no se cambia la mentalidad de las personas en un día, en un año, ni en dos. Pero, ¿son suficientes y sostenidas las acciones en aras de alcanzar una relación armónica entre los seres humanos y el resto de las especies? ¿Estábamos preparados para dar cumplimiento a lo reglamentado en la ley? ¿Cuánto más nos falta por hacer? ¿Todo es culpa de la crisis económica que desafía el país? ¿Existe un vínculo estrecho entre las autoridades responsables de hacer valer el decreto? ¿Qué hacer para que la letra, no sea letra muerta? Sin dudas son estas las interrogantes que nos invitan a escribir para dar más en defensa de los animales.
