Particularmente difícil resultó el año recién concluido para los cubanos. La desfavorable situación de la economía nacional obligó -y obliga aún- a los diferentes actores a desempeñarse en un escenario muy complejo.
Durante dos años consecutivos, la UEB La Paila resultó pionera dentro la Empresa Lanchera Flota del Golfo (Flogolfo) y figuró entre las primeras de su tipo en el país, en el cumplimiento del plan la producción. Sin embargo, en 2022 no alcanzó las cifras pactadas. ¿Qué sucedió? ¿Cómo enfrentan sus trabajadores las adversidades del panorama actual?
Razones del cambio
La Paila constituye la segunda estación de alevinaje más grande de Cuba, con 60.77 hectáreas (ha), ocho kilómetros de diámetro y 54 estanques. Posee, asimismo, dos brigadas para la pesca en 11 presas: seis ubicadas en Bahía Honda, y cinco en San Cristóbal.
Sus trabajadores laboran en el alevinaje de claria y ciprínidos (tenca). La primera la dedican al cultivo intensivo, en estanques, al igual que la tilapia; mientras el segundo lo usan para repoblar las presas, es decir, para el cultivo extensivo.
En ambas modalidades es imprescindible disponer de la biomasa (alevines) en cantidad y tiempo necesario para la siembra, con la cual inician el proceso de crecimiento del pez que concluye con la entrega a la industria. Resulta vital, además, contar con volúmenes de alimento que permitan alcanzar en el período establecido para cada fase del ciclo (alevinaje, preceba y ceba), la talla y el peso estipulado.
Para la claria y la tilapia, los piensos; y para los ciprínidos, los fertilizantes que garanticen la presencia de microorganismos (fitoplantos y soplantos) en los estanques, base de su alimentación.
El pienso proteico resulta indispensable especialmente para la claria durante el alevinaje 2 (1 a 10 gramos) y la preceba (10 a 50 gramos). “Es un pez muy agresivo, la depredación entre ellos es grande; en la medida que el alimento escasea es mayor aún, por lo tanto, disminuyen los porcientos de supervivencia y el crecimiento”, explica Ángel Carbonell, tecnólogo de Producción, especialista en Acuicultura.
Lamentablemente en 2022, tanto la falta de biomasa para la siembra en el tiempo preciso, como el déficit de piensos, afectó considerablemente la actividad.
“Los bancos de reproductores de Guanímar, perteneciente también a Flogolfo y Pesca Río, de Pinar del Río; no pudieron garantizarnos las cantidades de alevines requeridos. A ello se añaden los problemas con los piensos, que hemos tratado de palear con alimento alternativo, pero es insuficiente”, expone Tania Rodríguez, directora de la UEB.
En consecuencia, La Paila produjo solo el 48% del pescado previsto en 2022: unas 260 toneladas aproximadamente; mientras, el año anterior había logrado 472, un 11 % por encima del compromiso.

subproductos del Matadero, colocados en cajas plásticas en
las márgenes de los estanques /Fotos: Aydelín Vázquez
Nada de brazos cruzados
Julio César Montesinos es un joven criador con casi 13 años de experiencia en la unidad. Tiene a su cuidado estanques sembrados con claria y otros con tilapia.
“El crecimiento es malo debido a la falta de alimento: hemos pasado casi la mitad del período de cultivo sin pienso”. Buscamos variantes para su comida a partir de subproductos del matadero y de la propia industria nuestra: ganillaza. También hacemos compost para que el estanque no esté transparente, y queremos incursionar en la lombricultura; pero los peces requieren pienso”, confiesa.
Los criadores de las diferentes áreas atienden a los animales, mantienen limpios los estanques, cuidan sus producciones, incluso en las noches. También se emplean en otras tareas como el cultivo de pequeñas porciones de tierras situadas dentro de la unidad. Aunque en volúmenes menores, cosechan frutas, viandas, hortalizas y arroz, que contribuyen al autoabastecimiento. En realidad, son obreros integrales.
Dany Rivera, otro joven criador, con ocho años en La Paila, cuenta cómo han tenido que correr a más de un intruso. “Los pescadores furtivos llegan con cierta frecuencia en las noches; nuestros estanques están muy próximos a la Autopista Nacional, en un punto conocido como Kilómetro 72, de constante trasiego de personas. Por eso, tenemos que estar muy pendientes en el cuidado de las producciones”.
Sus bolsillos, como los de Julio y el resto de los criadores, sufren las consecuencias de la difícil coyuntura que vive la unidad. “Estamos cobrando 2 700 pesos mensuales. Sin producción, no hay salario bueno. No siempre ha sido así: he tenido pagos de hasta 23 000 pesos; pero teníamos los recursos: los animales, la comida…”, sentencia Julio.
Para los integrantes de las brigadas de captura la situación tampoco es muy halagüeña. “Poseen un sistema de pago progresivo: en la medida que el porciento de cumplimiento aumenta, sube el salario; pero si no pescan, no cobran”, expone Adnerich Quesada, especialista en Recursos Humanos.
Si bien el ciprínido -especie con que se siembran estos acuíferos- no sufre el déficit de pienso pues se alimenta con microorganismos, en 2022 La Paila no pudo realizar los cuatro ciclos de alevinaje del pez por falta de la biomasa; en consecuencia, solo repoblaron con seis millones de ejemplares.
Aun así, la directora asegura que las presas tienen peces, el problema está en cómo capturarlos. “Los avíos y las embarcaciones están en muy mal estado, en ocasiones nos ha faltado el combustible para su traslado. Además, los embalses son muy profundos, eso dificulta la tarea; hoy las brigadas aprovechan la disminución de los niveles de agua para la pesca. En diciembre e inicios de enero la actividad ha crecido y el salario ha mejorado”.
Parte de la solución a la vista
Con el propósito de garantizar la biomasa para los cultivos se construye en los predios de la UEB una sala de desove. Aunque la decisión no es reciente, las coyunturas de los últimos años han impedido materializar la idea con más rapidez. Actualmente, puede percibirse en el terreno el avance de la obra de proporciones considerables, que ha implicado la participación de mano de obra calificada de diferentes entidades.
“Vamos a realizar nosotros ese primer proceso -de larva a 0.5 gramos- y así autoabastecernos de semillas. La sala será muy importante no solo para La Paila y la Empresa Flogolfo, sino para toda la parte occidental”, asegura Ángel, el tecnólogo de Producción.
Concluir y poner en funcionamiento esa instalación resulta prioridad, pues parece ser la solución a una de las grandes problemáticas de La Paila en 2022. Por otro lado, ante la crítica situación con los piensos y las artes de pesca, deberán seguir sorteando las escaseces con ingenio y voluntad, cualidades que, al decir de Tania, existen en un colectivo con muchos años de experiencia en el sector.

que impide el paso del agua hacia estanques que muy pronto
deberán prepararse para el cultivo de ciprínidos /Foto: Aydelín Vázquez