El siniestro ocurrido en Matanzas puso a Cuba en vilo por varios días. Quizás una de las preocupaciones más recurrentes en nuestra provincia es como afectó el penacho de humo la calidad del aire o cómo se comportan los parámetros referidos a la contaminación.
“Estamos muy lejos del lugar siniestro, en los días posteriores no se registró un aumento en los centros de Salud de enfermedades respiratorias. Al nosotros encontrarnos más lejos del lugar, nos toca menos la incidencia del humo”, declaró a este diario Yanssel Gómez, especialista del Instituto de Meteorología en Artemisa.
“En el caso de la cortina de humo, como se apreció en los gráficos, tocó muy cerca el litoral norte del territorio. Hasta que concluyan los estudios científicos no sabremos en qué medida afectó los municipios más próximos al norte”, explicó Orlando Díaz Daria, director de Ciencia, Tecnología, Innovación y Medio Ambiente (Citma) en Artemisa.
Por otro lado, en redes sociales algunos usuarios, afirmaron que la lluvia de ese fin de semana olía a petróleo; hay reportes en Bahía Honda, Candelaria, San Antonio, incluso Caimito y Guanajay.
“Nosotros recogimos muestras de agua de lluvia, las cuales serán trasladadas hacia una institución para los análisis pertinentes. Hasta tanto no estén dichos resultados científicos, emitir algún criterio sería precipitado”, reveló Díaz Daria.
El meteorólogo también recogió muestras de lluvia en su casa, y según indicó desde la comprobación visual y olfativa, no tenía mal olor, ni sedimentos visibles al ojo humano.
“Si cayó lluvia ácida en algún punto debió tratarse de un evento sumamente raro, pero hasta la fecha no tenemos prueba alguna de que ocurriera”, comentó el investigador Oscar García Martínez, delegado del Citma en Matanzas a la Agencia Cubana de Noticias (ACN).
Tras el siniestro, los expertos del Centro de Investigación y Manejo Ambiental del Transporte (Cimab) realizaron mediaciones de la calidad del aire en todo el Occidente del país, incluso en algunos puntos de Artemisa.
Al respecto Miriam Martínez Varona, bioquímica y jefa de laboratorio del Cimab, expresó a la ACN que “los datos obtenidos por los equipos participantes se van a tabular, habrá que comparar información, encuestar a la población; queda mucho por hacer”.
Los efectos a mediano y largo plazo, necesitarán estudios precisos para determinar su impacto real en los ecosistemas, así como la posible contaminación de las aguas o suelos.