Los recientes sucesos en la base de supertanqueros de Matanzas dejaron en nuestra piel la terrible sensación del dolor. De sus hombres y hazañas habrá mucho que contar, más de esos instantes cuando pusieron en riesgo sus vidas para salvar la de otros.
Mientras los sucesos en la zona industrial de Matanzas aparecían una y otra vez en las pantallas de teléfonos, televisores o frente a los ojos de algunos, una imagen nos abrazó en medio de tanta desgracia. Dos miembros de la Cruz Roja traían consigo a dos perritos agobiados por el humo y el calor de las llamas.
En pocas horas la instantánea se hizo viral en redes sociales. Fueron muchos quienes la compartieron sin importar bajo qué condiciones habían logrado esos hombres la titánica tarea de traerlos al lado seguro.
Pero resulta que no eran tan anónimos quienes procuraron más vida, aun siendo animales. Javier y Rafael son dos artemiseños que dejaron en nuestros corazones el reflejo de la lealtad y esa voluntad aprendida de ensanchar el alma hacia donde más se necesita.
“Como la mayoría de las personas, me enteré por Facebook de lo que ocurría. De inmediato nos notificaron el plan de aviso del Grupo Especializado de Operaciones y Socorro (GEOS), y partimos por indicación de la provincia hacia la hermana Matanzas”, rememora Javier López Trujillo, joven de 34 años que se desempeña como bombero auxiliar y rescatista en Güira de Melena.
“Era un incendio de grandes proporciones, jamás visto en Cuba por sus características, y eso lo complicaba: todo nos parecía incierto. Al llegar, las primeras misiones fueron en la Central Termoeléctrica Antonio Guiteras, donde se preparaba un arranque. Debíamos estar allí ante la contingencia y como apoyo a otros compañeros.
“A las horas se nos indicó partir a una próxima en la zona de los tanques. Había dos animalitos desesperados y aturdidos que correspondía rescatar. Sentí algo similar a cuando lo hacemos con un ser humano. No había diferencias.
“Estaban arrinconados, entre las cenizasresultantes de la combustión. Tenían un alto nivel de deshidratación. Apenas reaccionaban a nuestros estímulos. De ahí surgió esta foto tan hermosa que luego involucra a otros compañeros encargados de ofrecerles alimentos. Comenzaron a jugar y a pasarles la mano para que entraran en confianza. Y se logró”.
El también miembro del Comité Municipal del Partido en Güira y delegado a su Asamblea del Poder Popular, es padre de dos pequeños. En el poco tiempo de descanso que tuvo, aprovechaba para comunicarse y conocer qué tal había sido el día sin papá.
“No fue fácil ver a compañeros entrar y no regresar; eso me estará dando vueltas en la cabeza por mucho tiempo. Fue una misión atípica en mis 14 años de bombero. ¡Ojalá no se repita jamás! Aun así, comprendimos que cada situación te enseña y prepara, nos aportó experiencias…y nos cambió la vida.
“El miedo siempre está latente; es imposible no sentirlo. Temes a no regresar, a sufrir una lesión, a perder un compañero o morir en el cumplimiento del deber. Disponíamos de asesoría todo el tiempo y una psicóloga que nos trataba, para ordenar un poco las turbaciones del desastre. No obstante, volvíamos con más valor.
“No dejé de pensar en regresar. Esa fue la chispa que nos mantuvo vivos allí. La gente nos regaló apoyo y solidaridad desde la distancia. Otros nos ofrecieron comida o donativos,principalmente representantes de Mipymes y negocios particulares de Matanzas, La Habana, Mayabeque y Artemisa, según conocí.
“Sabemos que el incendio detuvo a nuestro país, pero allí no nos rendimos ni en la peor de las circunstancias. Fuimos a dar lo mejor de nosotros, sin importar de quién se tratara; eso se convirtió en un impulso tan fuerte como las llamas.”
Justo ese instinto tan natural, entre dos hombres y dos perros, nos deja otra vez en condición de gratitud. Para la historia una imagen, y para el corazón la oportunidad de avivar las esperanzas en dos seres que nunca olvidarán —a su manera— cómo fueron rescatados en nombre del amor.
