Acostumbrados a mirar “montes” a lo lejos, adornados por Palmas Reales, riachuelos y sinsontes, quizás no imaginemos cuántas maravillas atesora, especialmente en la producción de alimentos, la CCS Caridad Díaz, de Candelaria.
¿Quién dice que la tierra de nuestras montañas no es capaz de regalarnos un deleitable boniato criollo o que pueda acoger la cría de peces?
Rendir en ecosistemas frágiles, con un clima más frío y húmedo que el del llano y entregar a tiempo lo pactado, no parece ser problema alguno para campesinos que residen en estas áreas con características especiales.
Justo subiendo, entre curvas y nuevas oportunidades turísticas detenidas por el coronavirus, a un costado del camino rumbo a Soroa, aparece la finca La Robusta, perteneciente a la Cooperativa de Créditos y Servicios (CCS) Caridad Díaz, de Candelaria.
En sus dos hectáreas, Eduardo Sotolongo Rodríguez, un campesino que prefiere sembrar y no tanto hablar, obtiene cultivos varios, preferiblemente de ciclo corto como pepino, habichuela, tomate y variedades de mango.
Una buena parte de sus tierras permanece en preparación, pues muy pronto el maíz y la calabaza compartirán el mismo terreno, luego de que su propietario comenzara a notar las bondades de la agroecología.
“Estoy en el campo desde niño. No soy de los que se expresan mejor, pero sí trabajo hasta el cansancio: no paramos. Mis cuatro hijos también me ayudan, sobre todo los dos varones porque al final son sus tierras; aquí está su comida”, aseguró mientras recogía pepinos de excelente factura que luego enviaría a la Comercializadora Acopio, para distribuir en mercados y placitas del municipio.
Esta finca candelariense es una de las beneficiadas con el proyecto de sostenibilidad alimentaria KarEn, cuyo objetivo consiste en familiarizar a campesinos con nuevas técnicas y métodos de cultivo ecológicos.
El panel solar, uno de los ocho activos en la CCS, les permite regar plantaciones y aumentar producciones agrícolas de forma inofensiva, sin dañar el medio ambiente.
“Si regamos regularmente podemos hasta triplicar los resultados de las cosechas. Ahora sumamos más hectáreas que estaban en reposo y logramos cultivar dos o tres veces al año”, subrayó Eduardo.
Incorporar tecnologías a la labor agrícola supone considerables bienes en materia de eficiencia, rendimiento y ahorro de agua. De los paneles se obtiene energía limpia, renovable y más asequible que los combustibles fósiles.

Crecer en cada adversidad
El correcto funcionamiento de La Robusta depende, en gran medida, de la gestión de toda una CCS que, al cierre de abril, alcanzó las 48 toneladas de productos previstas por ventas contratadas, y abasteció también puntos en las comunidades Carambola, Candito y La Flora.
“Nuestro objeto fundamental es la siembra de cultivos varios. Además, desarrollamos ganado mayor y porcino. Contamos con 181 campesinos asociados; de ellos, 126 son usufructuarios, cinco propietarios y el resto comprendido por vínculos familiares y laborales”, aseguró Lázaro Lago Prieto, presidente de la CCS.
Igual de sus tierras salen especies exóticas de frutales como la guanábana, chirimoya o el árbol del pan, cuya demanda rebasa cuanto se cultiva.
Pese a factores que impiden aprovechar el campo al máximo, acuden a no pocas alternativas para paliar daños naturales y los golpes del bloqueo genocida, que tanta escasez provocan. Les ha tocado adaptarse e innovar, en ocasiones cambiar guatacas por textos y lápices… tomar nuevos pasajes sin evidenciar cuán compleja puede llegar a ser su labor.
“No nos quedamos de brazos cruzados ante el déficit de fertilizantes, pues tenemos el compromiso de proporcionar comida a la familia cubana. Apelamos a la materia orgánica a partir de la lombricultura o la tabaquina, esta última al procesar el palillo del tabaco; luego funciona como insecticida y nematicida biológico.
“El bloqueo del gobierno de Estados Unidos a Cuba limita la entrada de medicamentos y materias primas para elaborar antiparasitarios. La cría de ganado menor ha sufrido no solo por la sequía, sino también por virus y bacterias que producen esos parásitos alojados.
“Así mismo sucede con el alimento animal y la entrada de cereales. Por eso en nuestras naves preparamos subproductos entre los que sobresalen el yogur de yuca o de boniato, rico en vitaminas y nutrientes, a base de agua, una de esas viandas y soya”.
Manos siempre nobles
El enfrentamiento al nuevo coronavirus obliga a redoblar esfuerzos en los campos… y en los corazones. Desde que comenzaron a aplicarse medidas en el país, de esa CCS salieron nasobucos confeccionados por mujeres campesinas para evitar el contagio de la COVID-19 en el municipio, donde hasta la fecha no se reportan casos positivos.
“Decidimos preparar módulos para los menos favorecidos residentes en la zona. Atendemos dos casos sociales: una joven con cinco hijos y una trabajadora nuestra. Incluimos cultivos varios, frutales y tres libras de cárnicos. Según nos comentan, son de gran ayuda; evaluamos cómo mantenerlos incluso pospandemia”, manifestó el presidente.
En acciones que parecieran pequeñas denotan solidaridad y esfuerzo para ponerle límites al coronavirus. Aquella premisa fidelista de “dar lo que tenemos y no lo que nos sobra”, ellos la aprendieron muy bien.

La tierra está ahí…
Pensar en futuro, en grande, dice de las gestiones y los proyectos que deben materializarse en los campos. No importan los estragos del bloqueo y las carencias de recursos que genera, ni las adversidades climatológicas; si el campesino sirve, sus tierras también.
“Queremos obtener pie de cría de peces, en convenio con la presa La Paila, de San Cristóbal, para llevar más allá el ‘todo lo que podamos hacer’. Disponemos de seis estanques en preparación, y en algunos meses pensamos aportar otro renglón.
“Propósitos similares hay con el cultivo del maíz. Decidimos aumentar la siembra a 14 hectáreas; un productor garantizará este preciado alimento a las familias y a la vez abastecerá de pienso animal. No hay tiempo que perder; la tierra sigue ahí, esperando por nuestro sudor”, enfatizó Lago Prieto.
De esa manera pasan los días allí. No se trata solo de resistir, sino desarrollarse, entre montañas, en un clima singular por la altura, la geografía y el empeño de los campesinos. Ellos perseveran en producciones que satisfagan las necesidades de la población. Insisten en una riqueza que solo es posible a golpe de esfuerzo.