El día acordado para la entrevista, sufría de un resfriado que afectó mis cuerdas vocales; aun así, acudí a la escuela primaria Alejandro González Brito en busca de Ismelia Salas, la especialista en Ciencias de la Información que atiende el Centro de Documentación e Información Pedagógica (CDIP).
Bloque uno del plantel, escaleras arriba, al final del pasillo aguarda la bibliotecaria por estudiantes universitarios y profesores en formación o ya graduados, que requieran hacer alguna consulta.
“En períodos de exámenes o ejecución de seminarios recibo mucho personal”, asegura mientras me conduce a los tres locales del CDIP: una sala de libros con diez grandes colecciones, una hemeroteca colmada de revistas y otras publicaciones impresas, y la sala para lectura.
Pero el día de la visita Ismelia estaba sola y aprovechaba para autoprepararse. Un bibliotecario que no conozca las interioridades de sus libros, es como un maestro incapaz de percibir las cualidades de sus alumnos.
Ismelia crea sus propios productos con valor agregado; son trabajos investigativos (18 hasta la fecha) acerca de temas que pudieran satisfacer la búsqueda de los usuarios.
Entre esos volúmenes, Costumbres y tradiciones muestra la historia y elaboración del boniatillo y el arroz con leche, platos introducidos en Cuba por españoles y africanos; también relata sobre juegos que apenas se practican en la actualidad, como el trompo y la suiza, sustituidos por entretenimientos virtuales.
A la mano de los usuarios hay un fichero ortográfico con 56 piezas, cada una en colores atractivos para motivar el interés por las reglas que rigen la escritura de la lengua.
Y entre otras investigaciones, un diario llama la atención, sobre todo porque fue concebido desde el distanciamiento por la COVID-19 y continúa actualizándose con los principales elementos de esta pandemia.
Ella lo nombra “mi obra cumbre”, y ya cuenta con 700 páginas, organizadas en cinco tomos.
Insiste en mostrar el televisor pantalla plana destinado a los usuarios, para ver materiales y películas educativas.
A esta mujer de 64 años, 20 de ellos vinculados a Educación, le brota humildad por los poros. El patio de su casa reverdece como los bosques; adora las plantas a las cuales dedica gran parte del día. Malcría a sus perros, cose, borda, teje, disfruta de las artes culinarias y deja tiempo para dialogar con los libros, en una complicidad sin límites.