En las primeras décadas del siglo XX, con poco más de cien años de fundada, florecía en Artemisa el desarrollo sociocultural y económico. Junto con la llegada del transporte automotor, se extendían las redes telefónicas, de alumbrado y de hoteles, destacando Sevilla y Campoamor.
Fueron apareciendo establecimientos gastronómicos como el bar Florida, convertido después en el muy conocido Batido de plátanos. Surgieron prestigiosas escuelas y cobraron vida sociedades de instrucción y recreo como La Antorcha, Luz y Caballero y el Casino Español Cubano, devenido Casino Hispano Cubano.
En esta etapa llegó la bonanza en el ámbito financiero, sumándose al ya existente Banco Hermanos González, el The National City Bank of New York y el The Royal Bank of Canada; ambos con capital extranjero, además del Banco Español en la Isla de Cuba – después Banco Continental de Cuba – que compartieron un espacio de privilegio con la ferretería El Recreo, convertidos después ambos locales y hasta la actualidad, en establecimiento gastronómico.
Un gran conocedor de la historia de Artemisa, Miguel Francisco Méndez Díaz, fue trabajador de la ferretería El Recreo y recuerda la belleza que aportaba ese establecimiento y el banco colindante a la céntrica esquina de Maceo y República, como lo hicieron después el majestuoso Copa Roja y el Ruanda, que conquistaron con sus buenos servicios y platos exquisitos, el gusto y la preferencia culinaria de los artemiseños.
“Ese inmueble es parte de las mejores tradiciones de la economía y la cultura comercial de la Villa Roja. Por eso es reconfortante ver cómo, por los 15 de la provincia de Artemisa, la Empresa Extrahotelera Palmares S.A se encargó de restaurarlo, devolviéndole su esplendor”, asegura, el historiador y profesor artemiseño Rodolfo Rasciel Valdés de Paula.
Palacio de la belleza
Desde hace varias semanas, la intersección de las calles Maceo y República, atrae la atención de las personas. Ha recobrado nuevos bríos la hermosa arquitectura del restaurante Ruanda, cerrado al público hace unos cuantos años.
Los artemiseños, de mucho tiempo en la Villa Roja, recuerdan las columnas del frente revestidas en piedra, la cristalería siempre limpia, impecable, al igual que los pisos del portal e interiores, con empleados que eran todo amabilidad y olores exquisitos. No solo era imagen: el Ruanda era sello de calidad en la gastronomía.
Roberto Rodríguez y Estrella González, un matrimonio que reside hace unos años en Artemisa, aseguran haber sido clientes asiduos. “Todo era exquisito en ese establecimiento. Si lo permitía el transporte venía desde Mariel con mi esposa a las actividades de cabaret que se ofertaban. Y créeme, eran inolvidables”, asegura Roberto.
Al momento de concluir este reportaje, todo estaba listo en el área exterior; apenas faltaban algunos detalles de pintura, conexión total de la climatización y completamiento de los equipos para comenzar a dar servicio. En el caso de los trabajadores, faltan los uniformes y que culmine su capacitación.
“De lo que se trata es de abrir al público en el marco de las celebraciones por los 15 de Artemisa. Lo haremos cuando esté todo a punto: el 100 % del personal, todo el equipamiento en total disponibilidad, la mayor cantidad posible de insumos en almacén y un listado de ofertas abarcador y variado”, informó el administrador Roberto Posada Ortega.
Durante un recorrido por la instalación nos mostró con orgullo el nuevo mobiliario, el amplio salón impecablemente decorado, que incluye un área semi reservada con servicio de recarga de móviles y otra para el disfrute de los niños, además de potentes equipos de clima y de televisión, y baños con todas las comodidades.
No escapa en el recorrido por el bar y la cocina los equipos nuevos y relucientes, de cocción y refrigeración, hieleras, neveras de exhibición, mesas calientes, cafeteras, todo al estilo de instalaciones de alto nivel que pueden brindar platos y bebidas exclusivas por la calidad de los ingredientes y de su preparación. Para ello, el establecimiento cuenta ahora con un salón de protocolo, con equipos de clima y audiovisuales, para el cual se estudian posibles usos y accesos.
Explica el administrativo que “estarán brindando servicio de gastronomía ligera y bar que incluye una vinoteca. Dentro de las ofertas debemos tener cabaret, una discotemba, actividades diferenciadas para los estudiantes, los domingos habrá actividades para los niños en la mañana y en la tarde para otros grupos. Y muy importante, lo que se programe será siempre diferente a lo previsto en Angerona, (El Rumbo). En el Ruanda habrá siempre opciones más familiares, sin dejar a un lado el entretenimiento y la diversión”.

Ivón Herrera, trabajadora de Palmares hace diez años, se desempeña como almacenera en el Ruanda, y reconoce que se está haciendo un trabajo bien serio, impartiendo los jueves un curso de capacitación con un aproximado de 30 trabajadores de varias especialidades, porque si se pretenden servicios de exclusividad, se requiere un personal con primer nivel de preparación.
La responsabilidad de Palmares por los 15 de Artemisa, no se limita al Ruanda. Administran otros dos centros; Angerona y Dinos Pizza, un complejo con ubicación privilegiada en el bulevar, la arteria más concurrida y con mayores ofertas comerciales de la cabecera provincial.
En el caso de Dinos Pizza se hicieron trabajos de embellecimiento, también exhibe un moderno equipamiento y sigue trabajando, con una de las ofertas de la gastronomía más demandada por los artemiseños.
En Angerona, como en el Ruanda, se cerró el servicio y se ha hecho un trabajo más abarcador, provocando un cambio notable de su imagen exterior y una transformación completa de su ambientación, con nuevo y moderno equipamiento de alto nivel de prestación. Tendrá anexo por la calle Céspedes un nuevo servicio, el Café Real.
Mención aparte merece la brigada de la mipyme Croma, que llegó desde la central provincia de Villa Clara para hacer maravillas en Artemisa. Verdadero ejemplo de optimización y productividad laboral. Sus operarios, en correspondencia con los diseños presentados, asumen las faenas de albañilería, carpintería, electricidad, plomería, pintura, decorado y cualquier otro trabajo que se presente.
Cuando el Ruanda en fecha próxima y aún no definida, reabra sus puertas al público, todos agradeceremos a Palmares por devolvernos ese espacio, vital y confortable; justo cuando la provincia está llegando a sus 15 eneros, más bonita, elegante y emprendedora.



