Un vivero tecnificado en Boca de Cajío, Güira de Me- lena, está revolucionando la producción de posturas y las condiciones laborales para los trabajadores de la Empresa Forestal Costa Sur. Con una capacidad de 50 000 tubetes, este proyecto no solo abastece prácticamente a toda la empresa, sino que también implementa mejoras significativas en la eficiencia y la humanización del trabajo.
Juan Carlos Pérez Mendoza, director de la Unidad Empresarial de Base (UEB) Silvícola de San Antonio de los Baños, destacó que el principal objetivo de este vivero, gestionado con el apoyo técnico del proyecto Mi Costa y el esfuerzo de sus trabajadores, es la producción masiva de especies autóctonas.
Gracias a esta tecnificación, el vivero ha logrado aumentar la producción de variedades clave para la protección costera, como el mangle rojo (por propágulo), mangle prieto, yana y patabán (por semilla o esqueje).

Restaurar esta barrera natural, fundamentalmente con la presencia del mangle rojo que crece en forma de zanco, es crucial para evitar que el mar siga penetrando, como se observa en playa Guanímar, afirmó Pérez Mendoza. Además, la reforestación busca detener los efectos de la salinidad sobre la productividad de estas tierras eminentemente agrícolas.
En cuanto a la reforestación del bosque interno, la UEB ya tiene previsto sembrar entre 30 mil y 35 mil posturas para cubrir las 25 hectáreas planificadas. Estas incluyen especies de alto valor como cedro y caoba, que son difíciles de lograr en viveros tradicionales. La unidad también tiene contratos para la venta de 10 mil posturas a la unidad de montaña, con precios que oscilan entre 5 y 10 pesos según la especie.
Pérez Mendoza resaltó el carácter humanizante del vivero tecnificado para los trabajadores, ya que facilita las labores y mejora la productividad. “Aunque aún faltan algunos detalles por resolver, como la implementación total del sistema de riego con una bomba sumergible más potente (actualmente se usa una bomba improvisada), la meta inicial de producir la cantidad de posturas necesarias ha sido lograda.
Asimismo, la implementación de tubetes en lugar de bolsas ha optimizado la transportación. Ahora es posible llevar casi mil posturas en un solo vehículo, frente a las 300 o 400 que se podían trasladar anteriormente.

El proyecto, que capitaliza la experiencia previa en otros viveros tiene también la misión de beneficiar como fuente de empleo a pobladores de la comunidad Boca de Cajío. La reubicación del vivero a esta área se debe a la mayor cercanía para la fuerza de trabajo, estabilizando a los empleados, muchos de ellos con limitantes, que antes debían caminar hasta 6 kilómetros para llegar a sus puestos, comentó el directivo.
Entre los planes de expansión, en la actualidad se centran en la creación de una nave de lombricultura para integrar esta técnica, un área de autoconsumo con siembras de yuca y calabaza, y la construcción de una pequeña vivienda para estimular la permanencia de un trabajador en el área y mejorar la custodia.
Todo son ventajas
Leandro Lázaro Marión Torres, técnico agrónomo del vivero, destaca las múltiples ventajas de esta tecnología. A diferencia de los métodos anteriores de producción en bolsas o tubetes rudimentarios, el sistema actual utiliza menos sustrato, lo que se traduce en un menor gasto de material, a pesar del costo elevado de los tubetes.
Otra de las mejoras más significativas es la facilidad de la plantación en el campo. «Es mucho más fácil a la hora de plantar en el área», detalló el técnico. Con un riego previo, las plantas se extraen fácilmente por el tallo, conservando intacto el cepellón y permitiendo la reutilización de los tubetes, lo que no solo ahorra costos, sino que también minimiza la contaminación ambiental al reducir la presencia de bolsas plásticas en las áreas de siembra”.

El alcance del vivero trasciende los límites municipales. «Nosotros producimos una cantidad de plantas para distintos municipios, no solo el nuestro. Ahora mismo estamos mandando 10 000 posturas para Pinar del Río», reveló Marión Torres, destacando la contribución a otras provincias.
En las áreas locales, la producción se destina principalmente a la costa sur de Cajío, donde el mangle rojo se siembra en primera línea para mitigar los efectos de eventos climáticos extremos como los ciclones, una tarea esencial para la protección del litoral.
Condiciones laborales y oportunidades futuras
El vivero cuenta con una brigada forestal de diez trabajadores, incluyendo cinco mujeres y cuatro cus- todios, además del técnico agrónomo. Respecto a las condiciones laborales, Marión Torres explicó que el salario básico mensual ronda los 4 200 a 4 500 pesos. Sin embargo, enfatizó que el proyecto «Mi Costa» busca «incrementarle un poco más el salario al trabajador para que cuide su empleo», aprovechando los «tiempos muertos» de producción.
La propuesta es reutilizar los tubetes vacíos una vez que las posturas principales son retiradas. «Entonces que nosotros aprovechemos esa oportunidad, volvemos a reembasar los tubetes, y sembrar otras especies que se pueda poner a disposición de los productores de la zona», indicó. Esta diversificación no solo representaría un «fuerte ingreso» adicional para los trabajadores, sino también una valiosa oferta de semillas de otros productos para los campesinos de la región.
La obrera agrícola Eloida Cisnero Castillo, con 14 años de experiencia, de ellos una parte como integrante del proyecto Manglar Rojo, destaca la mejora significativa en las condiciones físicas de labor, gracias a la nueva tecnología.

Su día a día implica tareas como el riego –incluso manual con cubetas cuando no hay electricidad–, el embellecimiento y la siembra de maderables y frutales.
«El trabajo antes era más agotador que ahora. Ahora tenemos la comodidad, mira que está en alto. Antes teníamos que hacerlo a gatas», comenta, comparando con sus inicios en el proyecto anterior. En cuanto a la remuneración, Cisnero Castillo indica que su salario mensual es de aproximadamente 4 000 pesos. No obstante, tiene esperanzas de que la nueva iniciativa de reutilizar los tubetes en los «tiempos muertos» para sembrar otras especies y venderlas a pro- ductores locales pueda representar un ingreso adicional para todos.
Eloida Cisnero, quien es de La Palma, se beneficia de una bicicleta que le fue entregada por este proyecto, para facilitar su traslado diario. En el vivero trabaja junto a otras cuatro mujeres, muestra de las oportunidades para la mujer rural de incorporación al trabajo, que brinda este tipo de iniciativas.




