Cuando se escriba la historia del béisbol en Artemisa hay que mencionar su nombre. Oscar Martínez Cabrera, nació en Güira de Melena el 15 de junio de 1946. Desde pequeño sintió inclinación por el béisbol. Como casi todos los niños, disfrutó de los pitenes callejeros y los juegos de pelota en los placeres y solares de su querido pueblo.
El pequeño mostraba tremenda potencia en el brazo y era muy certero en el tiro a las bases. Por eso llamó la atención de Gilberto Pérez, “Nejo”, quien le vio condiciones para triunfar. Sin dudas el cazatalentos no se equivocó.
El niño mostró credenciales y pronto se inscribió en los equipos de las categorías 11-12 años, hasta llegar a los juveniles. Allí se inició como lanzador en el segundo año de esta edad. Aunque muchos no lo saben, sus primeros pasos en el béisbol fueron como jardinero.
Apenas rozaba los 20 años y ya deleitaba por su hermetismo en el montículo. Su número 34 brillaba en cada salida. Un estilo propio para lanzar lo hizo ser dominante. Envíos laterales y a tres cuartos, resultaban indescifrables para los bateadores. ¡Tremenda curva la de Oscarito! Decían los aficionados. Razones por la que le siguieron durante toda su carrera deportiva.

Una intervención quirúrgica en la columna vertebral, parecía terminar su paso por el béisbol. Solo la disciplina y constancia en la recuperación, lo llevaron de vuelta al diamante. Entonces cautivó aún más la simpatía y la fama como artífice del montículo.
En Series Provinciales de Primera Categoría, con Güira de Melena, dejó impresionantes duelos de pitcheo contra Miguel Angel Alfonso “Hito” y Leonardo de Armas, “Meñique”. También rememora a dos grandes bateadores del Ariguanabo, que le resultaban muy difíciles de dominar, Enrique Valdés y Arsenio Hernández. Lanzó dos juegos de cero jits cero carreras, ante Quivicán y San Antonio de los Baños, lo que marcó su paso por estos certámenes.
Con 22 años llegó a la pelota grande de Cuba. Durante 13 Series Nacionales vistió las franelas de La Habana e Industriales. Su primera vez fue en diciembre de 1968. Por coincidencia feliz, lanzó en el Estadio Latinoamericano, vistiendo el traje de La Habana, frente a Industriales, su equipo de preferencia. Como pitcher contrario, su ídolo Manuel Hurtado. Ese día es inolvidable para Oscarito. Ganó tres carreras por cero en juego extra. De esa forma dio el campeonato a los Azucareros, de Servio Borges.
Mientras conversa se sonroja el rostro y entrecorta la voz. La emoción y la nostalgia se apoderan de él. Recuerda sus dos veces como campeón de pitcheo en victorias y derrotas en 1974 y 1982. También el récord vigente como novato, con once triunfos, y el segundo lugar en promedio de carreras limpias. Todo gracias a su gran control y excelente curva lateral y hacia abajo.
Varias veces estuvo en preselecciones Cuba. Nunca vistió las cuatro letras en su pecho. A pesar de ganar y ganar, resultó imposible. Era la época dorada del pitcheo cubano. Nombres como Manuel Hurtado, Rolando Macías, José Antonio Huelga, Braudilio Vinent, Walfrido Ruiz, Andrés Liaño, Gaspar Legón, Juan Pérez Perez y Santiago Mederos, se encargaban de formar el staff de lanzadores el equipo Cuba.
Al despedirse del béisbol activo, se mantuvo como entrenador de pitcheo en los equipos de Güira de Melena. Entonces llegó el momento de representar a Cuba en la categoría juvenil. Durante siete años regaló su experiencia a las nuevas generaciones de lanzadores de esa edad. Logró cuatro campeonatos mundiales, un segundo y dos terceros lugares. Nombres como los de Eliecer Montes de Oca, Adiel Palma y Luis Javier Rodríguez, pasaron por sus manos. Estuvo de ayuda técnica en la URSS, Corea, Brasil, Guatemala y México.
Además en noviembre de 1994, participó en los campos de entrenamientos del equipo japones Gigantes de Yomiuri. Sin dudas un privilegio contar con esta gloria viviente del pitcheo artemiseño.
Hoy cuenta con 79 años. Peina canas, habla pausado y humedece sus pupilas cuando recuerda los años de esplendor del béisbol nacional. Con la modestia y sencillez que lo caracteriza, Oscar Martinez Cabrera, retribuye a las autoridades deportivas de la provincia, porque nunca se han olvidado de su persona. Con palabras que mezclan gratitud y honradez, nos dijo:
“Siempre me tienen presente. Me llaman para colaborar con mis modestos conocimientos al área de los lanzadores y eso me hace feliz”.



