Las hazañas de este lanzador aún se escuchan en las gradas del estadio Julio Pérez. Hablar de béisbol en San Antonio de los Baños es sinónimo de identidad. Con ella transita su nombre. A Miguel Ángel Alfonso muchos no lo asocian al béisbol, solo quienes jugaron con él y disfrutaron de sus emocionantes ponches.
¡Cuántas lechadas al contrario! Impresionante curva hacia dentro y hacia afuera. Control casi perfecto sobre los envíos. Ecuanimidad para asumir momentos difíciles desde el montículo. Esas eran cualidades de quien nació y se crio en el barrio El Palenque. Un hombre sencillo, de pueblo. Un mortal que vivió para el béisbol y el arte de lanzar.
¡Hito, cerito! Así le pusieron por su hermético control. ¡Tremendos duelos de picheo ante un grande como Oscar Martínez! En sus años de esplendor, este cronista era muy pequeño, pero lo recuerdo casi en el cierre de su carrera deportiva. Los que le vieron lanzar dicen que lo hacía con soltura, sereno, tranquilo, confiado en sus potencialidades.
Cada ponche al contrario provocaba en él un gesto único. ¡Una trompetilla! ¡Qué ocurrencia! No puede negar que nació en la tierra del humor.
Transitó poco por las Series Nacionales. Lo hizo vistiendo las franelas del equipo Isla de la Juventud. Hidalguía y amor a la camiseta lo acompañaron siempre. Sus números están en la historia.
No cuenta con las hazañas de Gaspar “el Curro” Pérez, Aquino Abreu o Rogelio García, pero su nombre engrosa la lista de los mejores lanzadores de la pelota en San Antonio de los Baños. Cero tras cero. Lechada tras lechada.
Coraje e inteligencia vistieron de pelotero en la persona de Miguel Ángel Alfonso. ¡Hito, cerito! La mejor manera para evocar la estatura de lanzador de quien aún disfruta el béisbol, como si estuviera sobre el montículo.



