Decir Caridad Piloto Hernández en San Cristóbal es hablar de una mujer de mucha trayectoria. Es Heroína del Trabajo de la República de Cuba, Orden Mariana Grajales y Ana Betancourt, fundadora de los órganos locales del Poder Popular, entre otros reconocimientos; distingue por su liderazgo y también como una fidelista declarada y sentida.
“Conocí al Comandante en Jefe cuando se cumplieron los 20 años de creado el Poder Popular; los fundadores fuimos invitados a la sesión de la Asamblea, compartió con nosotros y nos explicó la importancia que teníamos para el pueblo, nos dijo: «a ustedes el pueblo los sigue, ya llevan 20 años demostrando la valía del Poder Popular».
“Luego lo vi en las sesiones de la Asamblea cuando fui diputada por un período extenso, también en el IV Congreso del Partido pues desde Bolivia, donde cumplía misión internacionalista, me seleccionaron como delegada.
“De esos encuentros recuerdo la claridad con que nos hablaba sobre cómo salvar y mantener la Revolución. En una ocasión nos habló de las indisciplinas, la corrupción, el nepotismo, las ilegalidades y nos dijo: «esta Revolución no la tumba nadie, solo si lo permitimos nosotros mismos». Me impresionó mucho la intervención de él en el IV Congreso, cuando sus palabras retumbaron en nuestros oídos y el corazón, pues habló de su despedida y la escena fue conmovedora, genuina.
“Las experiencias fueron inolvidables, en cada palabra había una enseñanza, un amor infinito a la Patria, hacia el pueblo al cual vivía consagrado. Nos enseñó que por dura que fuera la tarea, con el pueblo y junto al pueblo, toda batalla se gana”, rememora.
Del Comandante, muchos recuerdos atesora esta sancristobalense, que asegura admirar la ecuanimidad y personalidad del líder de la Revolución. “Daba todo por su pueblo a cambio de nada, muy sacrificado, respetado y respetuoso. Esa era la imagen que quedaba al verle.
“Fidel nos educó y enseñó a luchar y enfrentar lo mal hecho en cada momento y que al enemigo no se le daba ni un tantico así, como dijera ese otro referente de nuestra historia que tanto creyó en el hombre nuevo.
“Fidel se convirtió en un líder por su ejemplo y su inteligencia demostrada, porque nunca dejó nada para después, por su pensamiento y por un actuar que estaba a la altura de las necesidades de su pueblo.
También por ayudar a otros pueblos hermanos y a cualquier nación que precisara apoyo y solidaridad en una causa justa, lo llevaba en sus entrañas ese sentido de la justicia. Nunca olvido su alegato de autodefensa en La historia me absolverá. Sublime y útil.
“Siempre digo que es mi padre mayor, es mi orgullo y lo mantengo vivo. Cuando algo no anda bien, me digo: «hay que seguir luchando por los ideales que nos inculcaste», porque su ejemplo me inspira eso”.
No extraña que esta mujer encumbre el sentido de la justicia como elemento fundamental en la vida y obra del líder revolucionario; se trata de coherencia con su propio actuar. En el barrio, en la circunscripción como delegada, en las aulas y salones de los círculos infantiles donde trabajó, en el sistema de farmacias comunitarias, o los bloques de la Federación de Mujeres Cubanas, así como en su rol de madre en el hogar y otros tantos escenarios, ella tiene siempre muy claro una divisa ineludible: nada se puede hacer de buen modo sin ponerse en los zapatos del otro.

