Resulta más fácil hacer llorar que reír, aseguran por ahí. En especial a los niños, esos seres auténticos e inocentes, incapaces de fingir emociones por complacer a los demás. En consecuencia, quienes se dedican a este exigente arte merecen toda la admiración posible.
Helen Borrego Espinosa escogió el vínculo directo con los más pequeños, sobre todo luego de dar a luz a su niña Rachel. Junto a ella representa el personaje de la payasa Mariamoñitos, divertida, pero bastante correcta; al contrario de Maritiritas, rol encarnado por la niña, quien siempre aporta sus travesuras.
Egresada de la Escuela de Instructores de Arte 13 de marzo, en San Antonio de los Baños, Helen acumula una estela de premios en festivales pioneriles. Desde su infancia disfrutó del baile y la actuación, y se presentó en varios municipios como parte del proyecto cultural El patio de Don Cosme.
Detrás de cada reto siempre ha estado el apoyo de la familia. Tanto su mamá como su abuela se encargan hasta la fecha de la confección de vestuarios y títeres, los que tejen personajes e historias verdaderamente impresionantes.
Esta inquieta y talentosa güireña integró varios grupos de teatro, hasta que en 2015 crea el proyecto Por una sonrisa, con el objetivo de obsequiar un poco de felicidad a los niños de comunidades rurales. “Nos esperan con tanto entusiasmo, que me llena de satisfacción. Curar almas es una de las esencias de nuestro trabajo”, asegura.
Guiada por el ejemplo de la payasita Zuli y de Cosme, otro instructor de arte, Helen desata su pasión por el mundo del clown. Las inquietudes artísticas de la joven la llevaron a la emisora provincial Radio Artemisa, donde se habilitó como locutora. Después integró la Agencia Caricatos, que le ha servido para perfeccionar sus habilidades.
“El dúo con mi hija nació de una propuesta de la escuela para un chequeo de emulación. La veía animada en cada espectáculo y ella misma quiso presentarse en aquella actividad. La preparé y desde entonces se convirtió en mi contrapartida en el escenario, pues hay que corregirla constantemente debido a sus peripecias”.
Desde ese día jamás volvió a actuar sola. El espectáculo de variedades con títeres, juegos de participación, canciones, chistes y trucos de magia, ha recorrido diversos escenarios, entre ellos el cine teatro Juárez de la Villa Roja, como parte de la peña literaria Libros como jardines, a cargo de Olga Montes.
Este verano Rachel formó parte de un taller de payasos para niños en el grupo Teatro Tuyo, bajo la dirección de Ernesto Parra. La picardía que contagian madre e hija ha motivado al conjunto danzario Maravillas de la infancia, del propio Güira de Melena, junto al cual se presentan de forma habitual el cuarto domingo de cada mes en el parque local.
“Llevo siempre conmigo una frase que me define: no hay mayor placer en la vida que hacer reír a alguien que lo necesita, y muchas veces los mismos actores lo necesitamos. Mi mayor orgullo es compartir esta profesión con mi hija y transmitirle mis conocimientos, pues el talento ya lo tiene”.
De esa forma Mariamoñitos y Maritiritas conquistan corazones e iluminan cualquier lugar, donde solo basta un poquito de amor para sentirse plenos.