No una, sino tres sonrisas, derretirán el corazón de Ana Bárbara Cárdenas Victores. Todo desde que el domingo 31 de agosto, en el hospital provincial Ciro Redondo García, nacieron sus trillizos. Tan solo era la mamá de un niño de… tres años, que le buscaba una hermanita, pero la búsqueda rindió más frutos de los esperados.
Ahora le tocarán otros tres cariños interminables, momentos felices y éxitos multiplicados, infinidad de fotos, recuerdos y, por supuesto, otras tres caras que lavar y tres voces insistentes que le exigirán hasta el límite. Escuchará tres veces más llanto, y tendrá que cerrar tres pares de ojos con canciones y arrullos.
Cada niño será una dura prueba y un beso de la vida, un desafío y un premio. De hecho, primero fueron una sorpresa.
“Tenía como tres meses cuando lo supe. El papá no sabía qué decir. Está de madre, de tan nervioso y contento —cuenta riendo. Incluso el pronóstico indicaba que el parto iba a ser el martes 2, pero ellos se adelantaron”.
Y a esa travesura de los trillizos le seguirán otras tantas, porque han llegado a un mundo que habrán de colorear con su risa e inocencia. Muchos contribuyen a garantizarles su primer derecho: vivir.
“La atención de los médicos ha sido buenísima”, enfatiza la artemiseña Ana Bárbara, todavía un poco adolorida.
Madileidis Victores, abuela de los chicos, añade que “la trabajadora social nos trajo una lámpara; ya nos dieron tres cunas, y estamos a la espera de los colchones y de la respuesta del intendente, que quedó en revisar cómo resolver el tema de la vivienda, por lo menos un local o un área donde construir.
“Ella vive con su papá, y la casita es de dos cuartos. El cuarto es chiquito: tenía la cama de ella y la del niño; cabía la otra cunita, si hubiera sido uno, pero ahora son cuatro cunas”.
Entretanto, la Doctora Dainelis Pérez Camps, especialista en Neonatología que estaba de guardia a la llegada de este equipo del periódico, ofrece detalles sobre lo sucedido.
“Daniel Alejandro Portales Cárdenas fue el primero en nacer, a las 3:22 de la tarde, con 1 900 gramos, un buen peso para su edad gestacional. Ha tolerado bien la vía oral, con adecuado estado de oxigenación.
“El segundo se llama Antonio Alejandro. Pesó 1 950 y nació a las 3:23. Y Kathy Mía fue la última, a las 3:24; pesó 1 875 gramos. Hasta el momento, todo marcha bien con ellos.
“Fue parto distócico, por cesárea, debido al embarazo múltiple, y transcurrió sin ninguna eventualidad. Se comportan estables: toleran la vía oral, lo cual resulta muy importante en estos bebés; han defecado bien y están saturando bien”, asegura.
“Como nacieron de buen peso, con 34 semanas, se van a mantener en el servicio de neonatología durante las primeras 24 horas. Cuando la madre los pegue al pecho y tengan buena succión, pasarán a la sala de puerperio. Al menos los más grandes, los varoncitos, en estas primeras horas ya van para al lado de su mamá. A la más pequeña la vamos a mantener al menos más de 48 horas en el servicio”.
Dainelis tiene un niño de nueve años. Se llama Alejandro. Ella entiende perfectamente la combinación de ciencia y ternura que entraña su especialidad. La defiende como una profesión muy bella; por eso la escogió.
Dispone, además, de la experiencia y dedicación de Yaneli Hernández Atencio (la chiqui, como le dicen sus compañeros de labor). Ayudan notablemente sus 28 años como enfermera, junto a otras siete seños que procuran lo mejor para los bebés del hospital Ciro Redondo.
Las voluntades se unen, pues Daniel Alejandro, Antonio Alejandro y Kathy Mía demandan el triple de cuidados. Y a su mamá Ana Bárbara se le sucederán los días entre el triple de pañales… y el triple de amor.