Danzan entre oleos y pentagramas. Vuelan, galopan, sorprenden con ideas y colores y dan vida al artista. Agitan la timidez infantil del creador. Dibujan sueños y realidades sobre el caballete. El hombre se sabe útil, versátil, apasionado, pues así impresionan las musas traviesas de Jorge Lucas.
Camina las calles del Ariguanabo. Enciende las pupilas mientras observa. Personifica a los paisajistas Rubén Suárez Quidiello y Francisco Martínez Villamil. El sendero de las artes plásticas percibe sus pasos, los graba mientras el sol radiante ilumina su frente. El artista transita rumbo a la Casa de Cultura Raymundo Valenzuela, de San Antonio de los Baños. Allí está su refugio. Allí crea, dibuja, compone. El andar es sereno tras los pasos de Jorge Luis Posada, José Delarra, Eduardo Abela y René de la Nuez.
La Academia de las Artes San Alejandro lo vio graduarse en 1991. El creador dejó escapar colores y textos en un mundo de realidades y fantasías. Entonces no descansó. Fluyeron imágenes de fachadas para reflexionar. Surgió la primera gran exposición. “Kish Habana”. Después cabalgaron otras como “Había una vez una silla”, “Los siete pecados capitales”, “Mosaicos” y “Pinturas por encargo”.
Sombras ociosas invadieron la quietud del artista. Los alumnos de la clase de pintura, descuidaron la concentración. Dispersaron acuarelas en un festival de colores y marcharon en busca de otros horizontes.
Jorge Lucas Pereda Pérez, no se amilanó. Otra vez las musas lo atraparon. Le hablaron de sanas locuras para escribir canciones. Caminó callado entre los salones de la vieja casona. Divisó a los niños en el taller de teatro, escuchó los acordes del piano y las vocalizaciones en la clase de canto. Entonces descubrió que necesitaba crear. Luego llegaron intrépidas y sorpresivas las letras de temas infantiles. También el texto de una obra teatral para niños.
Las luces del escenario tomaron brillo y color. Jorge Lucas ganó premio y recibió aplausos. “El más importante” fue la obra teatral que resumió en minutos el valor de todos los colores. Probó suerte con una canción al concurso nacional Cantándole al Sol. Sin proponérselo llegó a la final y fue Premio de la Popularidad. Hoy brilla el amor quedó como un sello musical en el pentagrama infantil del Ariguanabo, en voz de Maynel Lorenzo
Otra vez las musas. Esas no descansan si se trata de escribir o cantar. Jorge Lucas lo sabe bien. Lo atestiguan sus premios en el Festival de la Música Ariguanabense. Allí resplandeció como nadie con sus letras. Será una canción, Amor en movimiento, Al final amanece, Olvida. Te alcanzo con un beso y Como palomas le otorgaron premios y menciones.
Entre oleos, pinceles y acuarelas, el talento abrió alas para un creador de pueblo. Jorge Lucas Pereda Pérez, es el maestro sencillo que sabe descubrir pintores. Es el cubano de a pie en la cola del pan, el rikimbili de tránsito y el chiste de ocasión.
Las musas no cesan de galopar. En tropel alegre cabalgan en busca de imágenes y sonidos para plasmar la vida. El hijo de Hernan y Margarita sufre la desidia de quienes olvidan el entorno y descuidan las fachadas del Ariguanabo. Por eso reflexiona igual que Silvio.
No hacen falta alas para hacer un sueño. En tiempos de locuras y cambios, el sueño es torbellino entre musas traviesas. Esas que Jorge Lucas Pereda Pérez dibuja sin miedos en busca del mejoramiento humano.