Juan Francisco Rabelo es su identidad. Pero en San Antonio de los Baños todos le llaman “El Gallego”. No le teme a los años en su orografía. Tampoco al trabajo duro de reparar una instalación deportiva y dejarla como su casa. Cuidarla y mantenerla es para él un privilegio, compromiso moral con las nuevas generaciones, a las que ama como familia.
Los ariguanabenses saben de su desvelo por hacer y preservar lo que con tanto sacrificio la Revolución pone en manos de todos. Antes estuvo como administrador en el estadio Julio Pérez, y fue su fiel centinela. Ahora está en la cancha de la escuela primaria Domingo Lence Novo.
Adora esa instalación y a sus mejores retoños. Sonríe, habla con los vecinos, regaña al joven o niño que pretenda hacer algo indebido. Se informa de la cartelera del territorio, para estar al tanto de los resultados de cada deportista de su terruño.
Le roba minutos al amanecer y despierta con los sueños a cuestas. Toma el café que prepara su hija y se alista para el trabajo como activista. Siempre tiene algo que hacer. Escoba en mano, barre toda el área deportiva de la escuela.
Lo mismo pinta las líneas de la cancha de baloncesto, que garantiza la chapea y limpieza del área de voleibol y baloncesto de los alrededores del colegio. También rotula la propaganda deportiva que adorna la instalación.
Ir a su encuentro posibilitó verlo en plena faena matutina. Recogía las ramas de framboyán que antes fueron podadas y dan sombra a su área.
Bien sabe lo útil de cada labor suya. La tenacidad que desborda a los 90 años es ejemplo e inspiración.
Después de las tareas de la mañana, se sienta en el portal de casa. Entonces, le brillan las pupilas al disfrutar de los pequeños en la clase de Educación Física.
“El Gallego”, Hijo ilustre de San Antonio de los Baños y revolucionario hasta la médula, colabora con el Inder hasta en llevar el agua fría a los niños que compiten en baloncesto y voleibol.
Dialoga con los jóvenes en busca de la necesaria conciencia que genere el cuidado de la cancha. Por eso, es referente para vecinos, padres, profesores, directivos de Deportes y alumnos del plantel.
Acreedor de las medallas por los diferentes aniversarios del Inder, coordinador de los CDR y fiel seguidor de los Cazadores de Artemisa en el béisbol, este reparador de sueños, como dijera Silvio Rodríguez, agradece a la vida por cada minuto de existencia dedicado al deporte. ¡Gracias, Gallego!
Cuando se escriba la historia deportiva en el Ariguanabo, tendrá su merecido capítulo.