El legado histórico del Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz, está impregnado en todo nuestro archipiélago y San Antonio de los Baños no es la excepción.
En este pedazo de patria donde se respira cubania y cultura, Fidel vive en la memoria de aquellos que tuvieron el privilegio de conocerlo y compartir unos minutos con él.
Muchos son los sitios de la Villa del Humor visitados por el líder histórico de la Revolución Cubana. La Escuela Internacional de Cine y Televisión, la Secundaria básica Batalla del Jigüe y el Hotel Internacional Las Yagrumas, entre otros, atesoran memorias imperecederas de su estancia por estos lares.
Precisamente en el Hotel Internacional Las Yagrumas laboraron dos mujeres que llevan al barbudo de la Sierra Maestra, como su guía: Clara Burrover y Mercedes Baldriche.
Corría el mes de febrero del año 1992 y de la visita de Fidel a la instalación hotelera de la Cadena Islazul, Clara, quien en ese momento se desempeñaba como ama de llaves, mantiene intacto el recuerdo de su encuentro con el Comandante.
“Yo era la secretaria del Núcleo del Partido y junto a la dirección del centro, recibimos a Fidel en la recepción del hotel. Después del saludo y hablar de las condiciones de la sede hotelera, nos dijo a modo de pregunta. ‘¿Esta no es la Finca de Don Pio, donde todo el mundo viene a comer y llenarse la barriga?’ Le dije: No Comandante, esto se llama el Ojo de Agua”.
«Enseguida rebatió con palabras suaves y cariñosas: ‘Pero tú no sabes secretaria que esta es la Finca de Don Pio’. Los espejuelos que yo usaba en ese momento, se me cayeron de la pena que pasé frente a Fidel, pero él, tan caballeroso como siempre, me puso la mano encima y me dijo: ‘No te avergüences, yo voy a averiguar todo lo relacionado con este sitio donde está el hotel y cuando vuelva por aquí, te explico, para que evacues tus dudas’.
Para Mercedes Baldriche la experiencia de conversar con Fidel en aquel histórico encuentro en el Hotel Las Yagrumas, le demostró el nivel de conocimientos de quien es considerado un líder natural. También su interés por conocer el trato que se les daba a los turistas en la instalación.
“Soy fundadora del Hotel las Yagrumas, como doctora. Ese día, cuando supe de la visita del Comandante, me preparé lo mejor que pude para estar lista por si me hacía algunas preguntas, como solía hacer cada vez que visitaba algún lugar».
«Fidel hizo un recorrido conmigo por la posta médica. Preguntó por la cantidad de enfermos dispensaríados, cuántos diabéticos, cuántos hipertensos, cómo resolvíamos algún caso, si necesitaba remisión. Cuáles eran los contactos que tenía el hotel con la clínica Cira Garcia, para trasladar a los extranjeros en caso de ingreso. Sin dudas Fidel era único. Un hombre muy humano”.
La doctora Baldriche evoca a Fidel y lo siente vivo, tal como si le acompañara igual que aquel febrero de 1992.
“Mientras caminamos los pasillos del hotel, sus manos reposaban sobre mi hombro. Yo me sentía la mujer más feliz de la tierra. Era como tener a mi lado a otro padre. Ese que hizo la revolución y permitió que yo estudiara y me hiciera médico a pesar de ser una humilde guajira”.
Tanto Clara como Mercedes, guardan en la memoria ese mes de febrero como un episodio vivo. Para ambas, hablar de Fidel es tocar las arterias espirituales de un gran guía, un hombre excepcional en la historia de la humanidad.
“Fidel no ha muerto. Fidel vive en cada obra de la patria”, apunta Clara con voz entrecortada y pupilas humedecidas. Mercedes, por el contrario, lanza un mensaje de paz y confianza al porvenir: “Comandante, usted vivirá siempre en mi corazón y en el de todos los cubanos dignos que lo extrañamos. Gracias por haber estado en esta tierra”.