La frase conozca a Cuba primero lleva implícitos muchos elementos que al menos en Artemisa suelen complicarse. Más allá de los inconvenientes con la transportación, otro escollo limita a quienes ansían aventurarse a conocer cada rincón de nuestra geografía: las limitadas y a veces inexistentes capacidades de alojamiento estatal.
Sí, porque aunque en cada pueblo haya quienes se dediquen a esa actividad por cuenta propia, los precios no acompañan casi nunca a los aventureros, o simplemente a quienes deben por cualquier motivo visitar un municipio y los sorprende la noche sin un transporte para el regreso.
Si bien cuando Artemisa se creó como provincia existía en muchos municipios al menos algún sitio de alojamiento, hoy son muy escasas las instalaciones de la Empresa de Alojamiento y Recreación que ofrecen este servicio. Incluso en aquellas que aún se mantienen, es visible el deterioro, al punto que algunas de ellas sobreviven gracias al empeño de los trabajadores, como es el caso del Motel Punta de Piedra, en Bahía Honda.

Hasta allí llegamos pocos días antes de iniciar el verano y pudimos observar in situ las secuelas aún visibles del último fenómeno meteorológico, que si bien no es el responsable de todos sus males, sí los limitó mucho.
Yosley López Castillo, administrador de esta unidad desde hace poco más de dos años, explicó los efectos devastadores de Rafael que dejaron inhabilitada prácticamente la instalación completa. “Sin recibir nada, los propios trabajadores comenzamos a reparar poco a poco las habitaciones para devolverles la funcionalidad. Ya tenemos diez prestando servicio, aunque las condiciones no son las que un día llegamos a tener. Además, reparamos el restaurante igual con esfuerzo propio.”
Allí no han renunciado a ofrecer el servicio, pues de ello dependen también salarialmente, pero basta un recorrido para comprobar la necesidad inminente de una reparación capital. López Castillo nos mostró también uno de los encantos perdidos del lugar, un nightclub en el sótano que pretenden rescatar a través de un Proyecto de Desarrollo Local.
Con los ingresos que genere, me explica, podrían mejorar indudablemente el servicio de hospedaje, tan demandado por la posición geográfica privilegiada al lado del mar. Mucho más lejos, a 20 kilómetros del casco urbano de Bahía Honda, otra joya perdió su brillo.
La Villa San Pedro, tras pasar a la tutela de esta empresa, se convirtió, primero en hogar para el abandono y el vandalismo, y ahora en el refugio de varias familias afectadas por el huracán Rafael, que ante la falta de recursos para solucionar sus derrumbes de viviendas, vieron en este espacio paredes y techo seguro.
Yanilda Juncoso Oduardo es una de estas personas que hoy viven en la otrora villa del Minint. Nos cuenta que era camarera aquí cuando ese lugar pasó a ser de Alojamiento. Entonces, asegura, estaba en buenas condiciones, pero poco a poco quedó prácticamente abandonada y las personas fueron llevándose cuanto podían.
Luego llegó Rafael y la dejó sin techo. “Me enteré de que varios vecinos del caserío de Frías habían venido a vivir aquí y decidí hacer lo mismo con mi familia. No teníamos ventanas ni servicio sanitario, pero poco a poco hemos arreglado las cabañas, asegura.
En contraste, Yeimis López Pérez, directora general de la Empresa de Alojamiento y Recreación de la provincia hace apenas un año, explica que esta instalación se recibió en malas condiciones, sin equipos eléctricos, con solo cuatro cabañas en condiciones, y que por falta de presupuesto no se pudo poner en funcionamiento.
Capacidades perdidas
A varios años del cambio, con la pandemia de Covid mediante, difícil es dilucidar quién tiene la razón, y hasta dónde llegan las responsabilidades. Lo cierto es que Villa San Pedro pertenece a una lista de instalaciones en desuso en la que también figuran el Hotel San Cristóbal, Las Tecas, La Arboleda, y el Hotel Baracoa, aunque explica la directiva que en este ya comenzaron las labores constructivas, en alianza con una Mipyme de construcción.
Releyendo viejos reportes de esta empresa en Artemisa, publicados en estas mismas páginas, podemos añadir también las capacidades de alojamiento perdidas en El Motel El Recreo (hoy perteneciente a la Empresa Agropecuaria de Alquízar).
Asimismo, en intercambio con la directiva supimos que la Casa del Ganadero, en Caimito, hoy está destinada al alojamiento fundamentalmente de brigadas que trabajan en la provincia, pues la piscina se mantiene fuera de servicio por problemas con el agua en esa zona, en tanto las capacidades de playa Herradura, ante la ausencia de presupuesto para reparar las casas, se conveniaron con varias empresas entre las que se encuentran las del Cemento Mariel y Transporte, que asumieron las reparaciones a cambio de que estas sean para el disfrute de sus trabajadores.
En el caso de El Martillo y Palmarito, ambas instalaciones están en proceso de entrega al Gobierno.
De este modo, la empresa hoy solo tiene a disposición del público, con alojamiento, el Hotel Campoamor, en Artemisa; Villa Victoria, en Bauta; Vista Hermosa, en Mariel; el Motel El Lago, también en Bauta y Punta de Piedra, con las ya citadas limitaciones.


Incluyendo las capacidades de Herradura y de la Casa del Ganadero, disponen de apenas 48 habitaciones, cifra que contrasta con las 158 que podrían tener si funcionaran todas las unidades con alojamiento que tienen bajo su administración.
De limitaciones y proyecciones
Como su nombre lo indica, la empresa, también con espacios que solo ofrecen gastronomía o recreación, como el Parque Infantil Los Caballitos, en Artemisa, y el Parque Ariguanabo, en San Antonio de los Baños, ha padecido múltiples limitaciones en los últimos años.
Al respecto, la directiva explica que la empresa trabajó muchos años con pérdidas. Cita como ejemplo que entre enero y febrero de 2024, perdieron aproximadamente 2,7 millones de pesos. Y aunque desde marzo, comenzaron a recuperar las pérdidas, no han podido enfrentar ningún proceso inversionista para recuperar capacidades.
“Hemos insistido mucho en los proyectos de desarrollo local para sacar afuera nuestras instalaciones en desuso. Ya tenemos uno aprobado en San Antonio de los Baños para remozar el Parque Infantil Ariguanabo; otro en El Lago espera por la aprobación, y en Los Caballitos y en el Hotel Campoamor ya estamos haciendo algunas acciones de mantenimiento.
Los Laureles, en Artemisa, mantiene sus servicios gastronómicos y recreativos, no así la Casona del Lincoln, deteriorada hace muchos años. La Puntilla, en Mariel, ofrece servicios de gastronomía y recreación, mediante un contrato con el Proyecto de Desarrollo Local Continuarte.
La gastronomía en la mayoría de las instalaciones sobre todo de alojamiento es otro talón de Aquiles, pues la empresa no cuenta con disponibilidad de alimentos ni con presupuesto para adquirirlos, según explica la directiva. “Dependemos de la liquidez que nos dé el banco”.
Entre deudas, bajos presupuestos y dilatados proyectos para salir adelante, la Empresa de Alojamiento y Recreación, ha perdido muchos espacios necesarios para los artemiseños. Aunque la razón de ser de estas instalaciones no sea tan prioritaria como lo es Salud y Educación, habrá que buscar alternativas también desde los municipios, para rescatar las instalaciones perdidas y hasta añadir otras. Así el sueño de muchos de alojarse y recrearse en estas instalaciones, podrá hacerse realidad.
POR ADIANEZ FERNÁNDEZ IZQUIERDO Y SAILYS MENA SUÁREZ