¿Cuán fuerte puede ser la vocación? A algunos nos decide la vida. Somos capaces de saltar cuanto obstáculo aparezca en el camino, por amor al Periodismo. Pero en la más reciente prueba de aptitud para acceder a esta carrera mediante el Colegio Universitario, comprobamos las circunstancias que hoy trazan el destino de los aspirantes a periodistas.
Artemisa esperaba a 17 candidatos, estudiantes de onceno grado que acudirían a mostrar habilidades en la redacción de textos, interpretación, exposición de ideas y argumentación, además de sus conocimientos en cultura general. Solo concurrieron siete.
Numerosas vallas se interponen a los sueños de unos y los deseos no tan arraigados de otros. Como a tantas profesiones, a la nuestra la perjudican los bajos salarios y la torpedea la emigración. ¡Muy difícil escapar de semejantes contrariedades!
Sin embargo, ante estos muchachos se alzan escollos muy singulares. Pese a las razones esgrimidas para convocar al Servicio Militar también a las jóvenes, lo cierto es que no pocas declinan esta opción. Y un grupo considerable (tanto hembras como varones) renuncia al saber que la única vía de entrada radica en el Colegio Universitario.
Resulta honesto aludir a las condiciones de vida aseguradas en las unidades militares para recibir a las futuras profesionales de la prensa. Quienes permanecieron en ellas entre 2024 y 2025, lo han atestiguado.
Del Colegio cabe añadir que la idea consiste en apuntalar la preparación de los alumnos, en este caso en las Humanidades, para llenar los vacíos dejados por la formación en sus institutos preuniversitarios y completarla con lecturas y destrezas imprescindibles.
No obstante, ni una práctica ni la otra han gozado de aceptación: la primera, por el año de verde olivo antes de entrar a la Universidad y los prejuicios habituales en torno a ella; la segunda, porque, en lugar de reforzar las Humanidades, lo ha hecho con las Ciencias, y eso atemoriza a los amantes de las Letras.
Justo cuando bajos salarios y migraciones reducen las filas de reporteros en periódicos, emisoras, canales de televisión y redacciones digitales, no podemos darnos el lujo de espantar a aquellos imbuidos en la pasión de descubrir al ser humano tras una entrevista, de cronicar una hermosa historia, de indagar la causa de un problema y hasta solucionarlo.
Destrabemos el horizonte a los nuevos Galeanos y Acandas, a los seguidores de la pluma con filo de Enrique Ojito y Pepe Alejandro, de los atinados comentarios de Ricardo Ronquillo, del periodismo audaz de Lisandra Gómez Guerra.
Dejemos que triunfe el amor al oficio más bello del mundo, como lo definiera el Gabo. Porque en las aulas, vestidos de azul, hay muchachos con ganas de comerse el mundo… solo con una grabadora, una cámara o bolígrafo y agenda.
Me lo confesó Gabriela Sánchez. “De todas las profesiones que en cierto momento me llegaron a interesar, el Periodismo fue la única que nunca me dejó dudas.
“Los periodistas corremos detrás del mundo y sus cambios constantes. Eso habla de lo inclusivo de la prensa. Está para todos en cualquier momento y lugar, y, como el arte, hace que personas totalmente diferentes, bajo cualquier circunstancia o etapa de sus vidas, se vean reflejados.
“Tiene que ver con cuanto busco para mi vida. Va más allá de informar. Es contar historias y sensibilizar; eso hizo conmigo esta etapa de preparación, y es justamente lo que pretendo: acercarme a las personas, escucharlos y lograr que muchos más se identifiquen y se encuentren”.
La vocación puede ser muy fuerte. A algunos nos decide la vida.