La Asociación de Pedagogos de Cuba otorga cada año el Premio Nacional Familia Educadora, para estimular a las familias que han tenido una trayectoria en la educación cubana por dos o más generaciones y que promuevan de forma destacada el desarrollo en la formación de niños, adolescentes y jóvenes. En esta ocasión, una familia de educadores artemiseños ha sido merecedora de tan honorable reconocimiento: los Sáez Sánchez, del municipio de Bahía Honda.
“Constituye motivo de satisfacción para los 26 maestros que forman parte de su membresía. Desde hace mucho tiempo ya tienen el reconocimiento popular, así como el prestigio político y social. Esta familia, de procedencia obrera, ha dedicado más de seis décadas a la educación cubana; han conservado su tradición pedagógica y depositado en los suyos los principios de la ética socialista, la fidelidad al ideario de la Revolución y los valores de nuestra cultura; tanto, que se le considera un paradigma para las nuevas generaciones”, declaró Ruben Correa Díaz, presidente provincial de la Asociación de Pedagogos de Cuba y Secretario Nacional de la Asociación.
Lo fundadores de la Familia Sáez Sánchez fueron Zaida Sáez Sánchez y Reinaldo Ferrer Sáez, mientras los educadores incorporados más recientemente son Yésica Sáez León, maestra de la Escuela Primaria Jesús Menéndez y Roxana Sáez Guerrero, asistente educativa en ese mismo centro educacional. Todos son educadores comprometidos con la causa revolucionaria a través de la ética pedagógica.
Violeida Hernández Sánchez, una de sus integrantes, confiesa: «Mi familia siempre ha sido humilde y trabajadora, lo que incidió mucho en mi personalidad. Hace años no estoy vinculada al magisterio, pero sí, dediqué a ello una década de mi vida y en la familia creo que casi todos hemos pasado por esa profesión. En mi caso me he dedicado en los últimos 25 años al trabajo del Partido, primero como cuadro y ahora como jurídica, pero en mi alma nunca ha desaparecido el interés por educar y enseñar a los otros. Hay una máxima entre nosotros que expresa: El Partido es un magisterio indelegable, desde pequeña, en mí estaba la vocación de enseñar.
“Mi prima Zaida Sáez Sánchez era mi referente, porque la tenía cerca en casa y desde que ella estudiaba en Topes de Collantes, cuando llegaba y contaba sus historias, yo me emocionaba y tenía el anhelo de ser educadora igual.
“Fui creciendo y viendo más maestros en la familia y me decidí en serio a estudiar para cumplir ese sueño. Después hice, además, la carrera de Derecho, porque mi papá, que también fue mi ejemplo, trabajaba en el Tribunal y ese mundo me gustaba. He querido experimentar un poco de cada cosa y no he tenido que renunciar a educar, es algo que siempre he estado haciendo de una forma u otra, asegura.
Me recuerda con agrado su etapa en Educación. “Estuve desde 1986 hasta 1995, primero en el Politécnico Pablo de la Torriente Brau y luego en la ESBU Eduardo Panizo Bustos, dando clases de Física. Todavía recibo el cariño de quienes fueron mis estudiantes y es muy placentero para mí. Por ejemplo, mi compañero de trabajo Frank Fleitas, hoy miembro del Buró, fue mi alumno de noveno grado y a cada rato me dice: profe, mire sus enseñanzas hasta dónde me han llevado; eso da una satisfacción y un regocijo muy grande, en la calle me pasa parecido, con algunos que físicamente ya no conozco porque han cambiado”.
Por su parte, una de las fundadoras de esta historia, Zaida Sáez Sánchez, cuenta que a los 13 años de edad, en 1966, partió hacia la Escuela Formadora de Minas de Frío, Topes de Collantes, Tarará; entre los aspirantes a maestros Makarenko (enseñanza de primero a sexto grado).
“Aunque estuve solo hasta el cuarto año, por problemas de salud, retomé los estudios en el Instituto de Superación Educacional, porteriormente Instituto de Perfeccionamiento Educacional y lo que comenzó sin la soñada vocación (porque quería ser artista), se convirtió en la profesión de mi vida, desde 1974 y luego en la de muchos en la familia”, me cuenta.
A la edad de 72 años, actualmente, permanece en su comunidad del Consejo Popular Pablo de Torriente Brau, popularmente conocido como Orozco, donde enseñó y dirigió en varias instituciones durante más de cuatro décadas de labor y fue directora del Curso de superación para jóvenes.
“Ahora soy emprendedora, presto servicio de cafetería en casa, por mis problemas de locomoción asociados a la edad y a algunas patologías, pero estoy tan pegada a la escuela, que desde aquí escucho las clases de maestros y las respuestas de los alumnos. Luego voy y aconsejo, de una manera que aporte y no moleste, porque no lo puedo evitar. Así que estoy feliz por este premio”.
Su hijo, Lázaro Yoanis Arozarena Sáez, entró de otro modo al mundo del magisterio: “Yo estudié Ingeniería Mecánica; durante la carrera fui alumno ayudante y daba clases en la propia universidad, luego combiné el estudio con el trabajo, contratado como profesor en un politécnico y después que me gradué, seguí trabajando ahí, siete años, impartiendo especialidades afines con mi profesión.
“Ese gusto por la pedagogía me venía de niño, porque inevitablemente, con la trayectoria de mi mamá, para todos yo siempre fui, el hijo de la maestra y hoy me alegra mucho haber seguido sus pasos, aunque me haya convertido en cuadro de la Juventud y el Partido después de dirigir como ella también, en Educación”.
En la provincia, varias familias educadoras ya han recibido la distinción. Entre ellas la Familia Palacio Rogert, del municipio de Guanajay; la Familia Marquetti Álvarez, del municipio de Alquízar; la Familia Páez Quintana, de Bauta; y las familias bahiahondenses Puentes Noroña e Ibáñez Aguirre.