Sonó el teléfono en casa. Del otro lado estaba Graciela, la mamá del protagonista de esta historia. Conocer la noticia de su retiro como atleta activo, en voz de esta mujer apasionada, motivó visitar el hogar de quien está considerado el mejor deportista de San Antonio de los Baños: Guillermo Alfredo Torres Rodríguez.
Asumir el adiós al skeet con la convicción de que el tiempo es implacable, resalta la sencillez de este Hijo Ilustre de la Villa del Humor.
Y, en la respuesta a cada pregunta, el campeón panamericano y recordista mundial en los Juegos de La Habana 1991 mostró la puntería de quien pulverizó tantos platillos.
Hablar de sus inicios le hace sonreír. “Comencé como pelotero. Era bueno en el arte de lanzar, pero tenía la influencia de mi padre, atleta del equipo nacional. Iba con él a cacerías los fines de semana, y ese bichito de ser tirador se fue metiendo en mis venas”.
En 1974 entra a la ESPA Nacional, y en 1977 asiste a un Panamericano Juvenil e iguala el récord mundial para la categoría, con 195 puntos.
Participar en nueve Juegos Panamericanos, más de 30 Mundiales y Copas del Mundo, seis Juegos Olímpicos, torneos Benito Juárez, Juegos del ALBA y Olimpiadas del Deporte Cubano, avalan la trayectoria del primer cubano en ganar una medalla individual en un Campeonato del Mundo, en Valencia, Venezuela, en 1987.
Llegó a los Centroamericanos y del Caribe de Medellín, en 1978, con solo 19 años. “Únicamente pensaba en disparar y romper platillos. En ese evento también intervino mi padre (Servilio). Logramos el primer lugar por equipos y yo fui segundo, detrás de Roberto Castrillo, otro destacado tirador de nuestra provincia Artemisa. Lo recuerdo con mucho cariño; fueron mis primeros juegos multideportivos”.
Un sinfín de momentos felices y amargos, constancia en los entrenamientos y horas robadas al descanso, componen las memorias de Guillermo Alfredo, nacido el 10 de febrero de 1959, hoy papá de tres hijos.
Buen esposo, hijo ejemplar y abuelo complaciente, asegura que prefiere la casa a los viajes y las competencias fuera de Cuba, para disfrutar la tranquilidad en familia. Sin embargo, cómo eludir la mención a los Panamericanos de 1991, cuando logró la plusmarca mundial y la presea de oro.
“¡Aquello fue tremendo! Imagínese, un récord del mundo ante mi público en La Habana. Es una de las medallas que más quiero. Formidable porfía con los representantes de Estados Unidos. Incluso fuimos a la muerte súbita; entonces tiré perfecto: ¡225 de 225! Uno de ellos falló y conseguí sellar mi triunfo”.
Tampoco se quedará sin contar sobre la foto de prensa en que aparece cargado en hombros.
“Esa imagen guarda el momento de la alegría popular y la gente del equipo vitoreando. Uno de los aficionados que se lanzó a celebrar conmigo me brindó un vaso de ron, pero mi padre me gritó ‘no lo tomes, que te van a realizar la prueba antidoping’… y lo boté. Después sí disfrutamos el récord como buenos cubanos. Fue algo muy lindo en mi carrera deportiva”.
En cambio, hasta seis Juegos Olímpicos y la medalla se tornó esquiva.
“Es algo que guardo como asignatura pendiente. Pero no estoy triste ni mucho menos. Si asistir a una sola versión de los Juegos Olímpicos implica un gran resultado para cualquier atleta, estar en seis es un gran premio.
“Siempre me gusta aclarar que no llegué a ocho porque Cuba no estuvo ni en Los Ángeles’84 ni en Seúl’88, citas para las cuales estaba clasificado”.
Moscú’80 fue la más cerca de la medalla.
“Así mismo. Solo un punto me separó del oro. Terminé con 195, y los cinco primeros lugares acumularon 196. No quiso el destino que subiera al podio. Después, en Barcelona’92, fui séptimo. Ya en Sidney 2000 quedé alejado, en el lugar 43, uno de los capítulos más oscuros de mi carrera.
“No lo justifico, pero ni Juan Miguel Rodríguez, ni Servando Puldón, ni yo, nos adaptamos a la velocidad del cartucho con que se compitió, y eso determinó en los resultados. Tal vez mañana, si me adentro en los trajines de entrenador, pueda disfrutar el privilegio de una medalla olímpica con alguno de mis futuros discípulos”.
Entonces, aborda la salud del skeet cubano actual.
“No son los tiempos de cuando yo comencé. Escasean los cartuchos y la participación en eventos internacionales. Dolorosamente, no se vislumbra un futuro halagüeño. Además, con mi salida como atleta activo, se marcha una generación de medallistas”.
Todo adiós resulta duro.
“Desde luego, aunque tomo el retiro con mucha tranquilidad. Un día tenía que llegar. Espero ser entrenador, tanto en Cuba como en el exterior; hay varias naciones de América Latina interesadas en mi experiencia, pero primero quiero disfrutar un tiempo de mi familia”.
Para el final queda una pregunta atrevida: el secreto de quien consiguió mantener la forma deportiva a los 66 años.
“No hay más secreto que cuidarse. Soy muy disciplinado. Evito trasnochar y beber. Además, la familia fue y es mi sostén. Soy muy casero. Me gusta la televisión y leer bibliografía deportiva”. Un café sella este encuentro entre nostalgias y disparos imaginarios, entre centenares de platos rotos y la gloria.
Recuadro:
Guillermo Alfredo Torres en
Campeonatos Mundiales: 2 platas y 4 bronces.
Copas del Mundo: 2 oros, 3 platas y 2 bronces.
Juegos Panamericanos: 2 oros, 5 platas 1 bronce.
Juegos Centroamericanos: 11 oro, 3 platas y 1 bronce.
Olimpiadas del Deporte Cubano: 2 oros, 1 planta y 1 bronce.