El eco de las hélices en el cielo trajo consigo otra historia de valentía y humanismo. Las hazañas en torno al rescate, tras un problema de salud con peligro para la vida, de la cadete venezolana a bordo del Buque Escuela Simón Bolívar, mostraron al mundo los sólidos lazos de hermandad que unen a Cuba y Venezuela, así como el elevado calibre de los hombres y mujeres de las Fuerzas Armadas Revolucionarias cubanas.
Pero al centro de esta epopeya, en particular, un nombre despierta curiosidad. ¿Quién es Yosbel Prieto Herrera? El artemiseño que no se separó ni un segundo de la paciente y llegó desde el cielo para poner calma al dolor y a los miedos ante la posibilidad de una complicación médica en alta mar.
¿De dónde surge esta vocación que lo impulsa a surcar los cielos y desafiar mares para salvar vidas en peligro? Bajo los grados de teniente, médico aeronáutico en la Brigada de Defensa Antiaérea y Fuerza Aérea Revolucionaria en San Antonio de Los Baños, a su corta edad este joven alquizareño ya es motivo de orgullo y admiración para muchos.
Su historia comienza lejos de los helicópteros. Tras culminar sus estudios de noveno grado, ingresó en la Escuela Militar Camilo Cienfuegos de Artemisa.
«Sin tener un familiar allegado que perteneciera a las FAR, pensé que inclinarme por una carrera del ámbito militar me traería mayor preparación tanto en lo personal como en lo profesional», explica.
Y así resultó. En los Camilitos, aprendió de las enseñanzas de sus profesores, del valor de la disciplina y cortesía militar. Estas lecciones calaron hondo en su interior, y combinadas con la admiración que desde niño le causaban las historias de los internacionalistas cubanos, lo llevaron a descubrir su verdadera vocación: la medicina.
«Sentía tanto orgullo al saber a esos médicos en lugares remotos. Decididos a dar sus vida para salvar la de los dolientes», confiesa conmovido. «En aquel tiempo podía decir que iba a ser el primer médico y militar de la familia, por lo cual todos estaban muy orgullosos de mí».
La vida militar, sin embargo, no es un camino fácil. Conlleva sacrificios extra, renuncias y ausencias que ponen a prueba incluso al corazón más valiente.
«He tenido que estar mucho tiempo separado de mi familia cumpliendo misiones propias de mi profesión», reconoce con matices de nostalgia y compromiso. A mi familia le ha costado un poco acostumbrarse, pero siempre están ahí para darme su apoyo y desearme lo mejor en cada una de mis tareas».
Fue así en el año 2020, cuando la pandemia de la COVID-19, aún siendo estudiante de medicina, lo condujo a la zona roja del Hospital Dr. Luis Díaz Soto (Hospital Naval).»Tuve participación directa en cinco ocasiones con casos positivos».

Pero de aquellos días no puede dejar de mencionar lo vivido en el Hospital Civil de Cárdenas. Fue un duro reto. En aquel momento, ese municipio era el que más casos positivos confirmaba en el país.
Hoy, Yosbel cursa su segunda especialidad en Medicina Familiar. Su historia, lejos de ser un cuento épico es inspiración para otros que como él escogen una profesión para servir y ser útiles.
Muchos lo conocieron luego de que se contara en el noticiero estelar del domingo lo ocurrido durante la primera visita, este 2025, del Buque Escuela Simón Bolívar a Cuba. Pero lo cierto es que este joven atesora otros rescates y misiones igualmente valederas, por tratarse todas, en primer lugar, de salvar vidas.