Las mamás Arlenis Tamayo Sánchez de Alquízar y Cintia Borges Frómeta de Güira de Melena ingresaron con sus pequeños por segunda ocasión en la Sala de Respiratorio del Hospital Pediátrico José Ramón Martínez Álvarez en Guanajay. Otitis y gripe, acompañada de falta de aire son los padecimientos de los menores, que de no existir esta importante institución debían trasladarse con sus familias a la capital.
Este 15 de enero se cumplió la primera década desde la conversión del centro de una institución sanitaria de carácter general, a una dedicada a la atención de los más pequeños, lo cual no fue comprendido del todo al principio.
Guanajay acumula una vasta tradición hospitalaria, desde la época de la colonia española. Los más longevos aseguran que su estructura era de madera, pero con el paso del tiempo se robusteció y hoy se yergue fortalecida, después de los embates del huracán Rafael.
Yaremis Guanches Rodríguez, la subdirectora facultativa, asegura que ya se restableció la manta de la cubierta y la puerta exterior de la Sala de Terapia, además del banco que le suministra oxígeno a esta y la de Respiratorio.
“También quedó listo y pintado el almacén de víveres, con cubierta y ventanas restauradas. Al patio interior se le colocó nuevamente el techo y la Sala de Respiratorio 2 luce otro ventanal y baño remodelado”.
Después de dos meses de labores constructivas, una brigada de la mediana empresa Los Taínos, ubicada en Bauta, asumía la pintura de techos y pasillos.
“Quedan por extender las redes de gases medicinales hasta el Cuerpo de Guardia y la Sala de Misceláneas, pero esto no figura en la recuperación. Es otra obra con el objetivo de mejorar los servicios”.
Guanches Rodríguez, quien estudió y se formó aquí como pediatra, señaló debilidades como la falta de cirujanos y anestesistas, lo cual exige la remisión de pacientes menores de seis años al hospital habanero Juan Manuel Márquez; mientras, los mayores de esa edad se envían al Comandante Pinares en San Cristóbal.
“En este momento tampoco disponemos de Urología y el ortopédico atiende solo en consulta externa, junto a otro grupo de especialidades. Ambas disciplinas se encuentran deprimidas en la provincia y el número de residentes no satisface las necesidades”, apuntó.
Pese a esos inconvenientes, “se creó la Terapia con siete camas en diciembre de 2017, que evita el desplazamiento de pacientes graves hacia otros territorios”. Asimismo, aún trabajan en la sala de espera para los acompañantes de estos pacientes, otro acierto del sistema de Salud en la provincia.
Terapia concluida
Ningún infante permanecía en la Terapia Intensiva en el momento de nuestra visita; sin embargo, un equipo de médicos y enfermeras se mantenía atento a cualquier situación. Lis Yenis Torres Álvarez, una de las doctoras, explicó que el último paciente se había trasladado al servicio abierto después de una reacción postvacunal con convulsiones.
Al indagar por su experiencia después del 6 de noviembre de 2024, comentó que en aquella jornada salió de guardia. “Solo teníamos un pequeño en el cuarto aislado. Cuentan que el viento abrió la puerta trasera, sin importar la protección que le pusieron, y por ahí entró abundante agua.
“Decidieron evacuarlo hacia la dirección porque todo se inundó y mis colegas tenían miedo al posible colapso de los cristales. Rafael también afectó las instalaciones de aires y oxígeno medicinal, ante lo cual era preciso derivar a los pacientes hacia otras instituciones”.
Hoy todo parece una pesadilla, superada sobre la base del trabajo y la dedicación de varias fuerzas constructivas y especializadas, entre estas la de la Empresa de Construcción y Montaje de Pinar del Río, que remozó la Sala de Respiratorio 2 en el menor tiempo posible.
Aliana Acosta Victores, jefa de Respiratorio 1, aunque acumula 30 años de labor en el José Ramón Martínez, nunca ha vivido en el centro una tormenta de esa envergadura. Al dialogar con este equipo, habló de la disponibilidad de 27 camas y la presencia de solo 13 niños, la mayoría lactantes.
“Las principales patologías que recibimos son neumonías, coqueluches, crisis de asma bronquial, entre otras que son seguidas de cerca por los pediatras en visitas constantes”.
Entretanto, la Sala de Misceláneas no sufrió afectaciones. En este apartado se concentran 51 camas para casi todas las patologías. “Se atiende lo mismo diabetes, hipertensión, gastroenteritis, celulitis, escabiosis…, y diarreas en niños menores de dos años. Si tienen mayor edad pasan a la Sala de Gastro. En las últimas semanas no hemos tenido pacientes febriles, pues existen pocos casos de dengue”, precisa Idanis Díaz Ocaño, licenciada en Enfermería.
“Estuve de guardia al otro día del huracán y el personal no falló. Todos llegamos puntuales, recibimos la sala y comenzamos la recuperación. Se ha trabajado con agilidad y ya parece que no sucedió nada”, afirma.
Levantarse y crecer
Carlos Manuel Germán Gordillo, director del hospital, explicó que, junto a todo el movimiento constructivo en la institución, también se erigió la primera casita infantil del sector de Salud Pública en el territorio. Se estima una capacidad de 12 a 15 niños, mediante un convenio de trabajo con Educación para el cuidado de la primera infancia.
“La casita beneficiará a trabajadores del centro y a la comunidad, en dependencia de las necesidades. Para acceder a ella deben cumplirse los requisitos establecidos en cuanto a la solicitud de círculos infantiles.
Y sobre el local de espera para acompañantes del paciente grave, “tendrá baño, área de descanso y en el futuro dispondrá de algunos equipos para calentar alimentos en la cocina”.
Ambos espacios fueron reparados por la mediana empresa guanajayense Producciones Caguairán, liderada por el socio único Mike Meliá del Toro. Junto a sus muchachos montaron puertas, ventanas, luminarias y todo lo necesario para ambientar estos nuevos servicios del pediátrico.
El huracán Rafael es apenas un mal recuerdo en la memoria del José Ramón Martínez Álvarez. Sus efectos resultan casi imperceptibles a más de dos meses del impacto y se renuevan los atractivos de un centro entrañable para quienes laboran allí, o algún día formaron parte de su historia.