Quizás sean sus piernas las que impulsan a Osmairy cuando comienza a correr. Pero es el corazón quien la lleva más lejos y más rápido. A veces el cuerpo se resiste y hasta le pide que pare; entonces prevalece su voluntad de triunfar. De esa manera, la jovencita artemiseña ha ganado medallas y pulverizado récords.
Osmairy González Espinosa conquistó el oro en el campeonato nacional, en el maratón de Ciego de Ávila y en la Copa Cuba 2024; durante esa última lid, en el Estadio Panamericano de La Habana, batió una añeja plusmarca, establecida en 2015 en los 3 000 metros con obstáculos: quebró el registro de 10:33:05, al cronometrar 10:30:17.
Motivada por esa determinación que la distingue y le fija nuevas metas cada vez, fue dejando atrás una por una las 28 vallas fijas, los siete fosos de agua (con una cavidad de 3,66 metros de longitud por 3,96 metros de ancho)… y los rivales en su camino.
Sabe que el cansancio es temporal; el triunfo es para siempre. Se enamoró de correr, y semejante amor significa lucha; por lo tanto, se enamoró también de pelear sobre las pistas, en nombre de un objetivo mayor.
“El atletismo ha estado en mi vida desde pequeña. A cualquier mandado de mi madre, iba corriendo”, revela la licenciada en Cultura Física y Deportes e integrante del equipo nacional de atletismo.
“Desde segundo grado tomaba clases particulares de ballet. Luego en quinto comencé a practicar voleibol, y ese mismo año incursioné en el atletismo: llevaba ambos a la vez. Un día coincidió la competencia de los dos, y tuve que decidirme por uno”.
¿Y cómo descubriste tu habilidad para la media distancia?
“Mi primera competencia oficial fue una serie de pruebas combinadas, con lanzamiento de la pelota, saltos de altura y longitud, velocidad y, por último, una carrera de resistencia de mil metros”.
Dicen que ese día, a los diez años, asombraste a los profesores de la Eide con un tiempo de 3:30.
“Fue una carrera complicada. Estaba luchando con dos niñas de La Habana: ellas con sus pinchos y yo descalza. Era casi la más bajita de todas las participantes; a lo mejor eso le llamó la atención al entrenador, por la combatividad y valentía, a pesar de ser pequeña.
“Mi inclinación por el medio fondo fue casi obligatoria –sonríe-; era en el último evento que destacaba”.
Sin embargo, hoy lo disfrutas. ¿Qué te motiva a correr?
“Mi mayor motivación era integrar el equipo nacional. Ya lo tengo, y mis expectativas crecieron: estoy enfocada en participar en competencias internacionales y representar a mi país”.
¿Consigues mantener una dieta óptima? ¿Te resulta difícil lograr el equilibrio que te permita deslizarte sobre el suelo, sin perder la potencia para moverte… y proporcionar combustible al cuerpo, a fin de soportar el entrenamiento?
“Hoy en día ese es un tema muy delicado, por no decir crítico. No tenemos la alimentación ni las vitaminas necesarias para una correcta preparación”.
¿Cuando estás realmente cansada y te duelen los músculos, cómo haces para continuar?
“Cuando estoy agotada y las piernas no me responden, es cuando hay que sacar la carta de la voluntad”.
¿En verdad, durante el entrenamiento se rea- liza el trabajo realmente duro, más que competir?, ¿y ese esfuerzo torna la competencia más fácil?
“Mi entrenador de la Eide me insistía en el lema de SSP (Sí Se Puede). También repetía que cuanto uno hace en el entrenamiento se refleja en la competencia”.
¿Cómo trabajas la técnica, la velocidad y economía de carrera?
“Las trabajamos mediante tramos de 424 metros, distribuidos entre planos y con obstáculos, con una pausa activa de 30 segundos; por ejemplo, siete con obstáculos y siete planos, y por último cinco tramos de 200 metros”.
¿Consideras que compites lo suficiente?
“En mi opinión, no. Al atleta hay que estimularlo y, cuando ya en el país no tiene opositores fuertes, deben probarlo ante otros de más nivel, para su superación”.
¿Qué importancia le concedes al empeño diario, cuando los corredores de élite mundial apelan a zapatillas muy confortables y ligeras, no solo cómodas, sino que aportan gran reactividad y seguridad ante rozaduras?
“La tecnología en el mundo anda muy avanzada, en comparación con la de Cuba. Ahora las zapatillas son de fibras de carbono; los pinchos están a otro nivel. Y de verdad el calzado influye en una carrera, pero no determina: lo que decide es el corazón del atleta”.
¿Te traicionan los nervios?
“Los nervios siempre están presentes en una competencia. Todo depende de cómo los manejas. La parte positiva de eso es que no te permite confiarte ni descuidarte ante los rivales; la negativa, que si no los sabes controlar puedes cometer errores técnicos y tácticos”.
Osmairy recuerda momentos especiales como el de la Copa Cuba, cuando su entrenador le gritó que iba a cumplir el tiempo, al parecer tan lejos de conseguir.
Y se acuerda de otra carrera de 3 000 metros con obstáculos muy diferente: entonces se cayó en la ría de la vuelta 3, y cuenta que las piernas le pasaron por encima de los hombros al llegar al suelo; no obstante, se levantó en segundos para terminar la prueba, pues le faltaban cuatro vueltas.
“En una arrancada del Marabana tropecé con un corredor y caí al suelo entre la multitud (más de 2 000 personas). Los corredores me pisoteaban, porque no me veían entre tanta gente; era como una estampida. Uno de mis compañeros se percató, regresó a ayudarme y también lo golpearon en el intento de nadar contra la marea. De no ser por él, hubiera sufrido graves lesiones”.
¿Cómo reaccionas ante una derrota?
“Las derrotas son amargas. Uno siempre quiere ganar. Por eso, me enfoco en hacer las cosas bien, en cumplir mi tiempo planificado, para que, si no gano, me quede la satisfacción de esforzarme cuanto pude”.
¿Y cómo reaccionas cuando vences?
“Tal como cuando pierdo, lo primero que hago es felicitar a mis contrincantes”.
¿Qué te distingue: la resistencia, la velocidad o la resistencia a la velocidad?
“La resistencia, porque no soy muy rápida. Todo corredor de fondo y medio fondo debe tener voluntad; cuando estás agotado, la voluntad diferencia a un corredor de otro”.
Esta joven artemiseña no olvida hablar de sus entrenadores. “He sido afortunada con ellos, desde Vismel Rodríguez, en la base, que fue quien descubrió mi talento; Yorlensis González, en la Eide; y ahora Ángel Yuri Chacón, muy atento y preocupado con todos sus atletas”.
Ella destina su tiempo libre a escuchar música, de preferencia pop y baladas. Dice es lo primero que hace al despertar. Le gusta dibujar, ver películas y videos cómicos. Y en ocasiones, lee.
En su formación como deportista de élite, ha dejado atrás las fiestas nocturnas, los baños en la playa, las piscinas… porque “baja las cargas de entrenamiento. Hay que acostarse y levantarse temprano, ser dedicado y responsable”.
Por estos días aparece en el horizonte el Campeonato Nacional Rosendo Brunet, para el área de medio fondo, fondo y caminata, entre otras confrontaciones en febrero. Serán nuevas pruebas. Ya cumplió su primer sueño de llegar al equipo nacional, y está viviendo esa experiencia al máximo.
“Por supuesto que quisiera participar en los Nakars, los Centroamericanos, Panamericanos… y competir en unos Juegos Olímpicos. Pero un paso a la vez”, asegura. Mientras, disfruta del entrenamiento, del amor a correr, de una lucha donde siempre manda el corazón.
muy buena entrevista, excelente atleta y al periodista por su virtuosismo.