Vivir para sentir es la mejor inversión que podemos hacer con nuestro tiempo y nuestras energías, porque la vida, sin pasiones, tiene poco sentido. Este 14 de febrero desde en el artemiseño le sugerimos apostar al amor, hoy y todos los días del año, como esa fuerza capaz de elevarnos a la máxima expresión del ser humano que habitamos. En la medida que amar sea prioridad y condición natural de nuestros andares, emergerá también un apego a la justicia y la bondad que le es inherente al sentimiento más sublime de todos.
Amando se llega mejor y puede que más rápido a lugares soñados; amando, los obstáculos se sortean con mayor simpleza. Amando, es fácil perdonar. Amando, se puede encontrar la belleza en las circunstancias que se pinten más terribles. Amando se gana la batalla a la desesperanza, se combate el cansancio, la apatía, la desidia y el dolor.
El optimismo llega entonces, el deseo alcanza nuevas y necesarias dimensiones, la vida es más vida y el tiempo menos tiempo. Amemos hasta lo indecible, en pos de conquistas que solo con amor se ganan.
De tal modo, se tornan placenteros trabajo y sacrificio. Por amor también entendemos y asumimos responsabilidades, respetamos a todos y todo aquello que lo merezca, somos más cívicos y civilizados.
No habrá panorama tan feo ni caótico que con amor no nos animemos a transformar. Ya advirtió Martí que del lado mejor dispuesto a fundar, están los que aman. Habrá que honrar el criterio de quien mucho puso su sapiencia al servicio de la humanidad.
Encuentre sus motivos en lo simple o lo profundo, halle en algunos ojos la inspiración que busca, o salga a desafiar el mundo consciente de que en uno mismo, hay fuentes genuinas de fuerza y razón.
Miradas, risas y momentos compartidos, estarán al final entre lo más trascendente del patrimonio personal y colectivo que construyamos, por muy efímeros que se anuncien en apariencia.
Plante, sueñe, bese, grite mientras juega o aprecia un deporte, baile, mójese, embárrese, saboree, suspire, llore si es necesario, diga, calle, escuche, respire, sienta ese olor que marca diferencias, escriba, pinte, cante, anime.
El legado que dejamos, los regalos que hagamos, valen al fin, si medió el amor en el proceso de alcanzarlos. Haga cuanto pueda desde los afectos, así el grupo de los “suyos” será más amplio, pues propiciar el bien a otros, otorga alas y se concibe de otro modo el universo. Vamos a andar y no lo hagamos por inercia. Probemos hacerlo por amor, que sus delicias propulsen a diario cada una de nuestras voluntades