La madre de Isbel Valdés Pulido expresa que su hija bien pudo haber sido música, poetisa… o lo que se propusiera ser, pero desde la infancia temprana la voz y argumentos de aquella niña delataban una futura abogada.
Hoy, en el marco del 60 aniversario de la Organización Nacional de Bufetes Colectivos, le damos la razón a la señora: Isbel nació para ser abogada y su voz resuena en los Tribunales de toda Artemisa.
Su vida laboral inició el 2 de septiembre de 1991, en el Bufete de San Cristóbal, institución que 34 años después, con mucha juventud acumulada, comanda desde la oficina de Dirección.
Desde ese puesto, que ocupa desde 2017, quien entra a su bufete reconoce en Isbel sus vastos conocimientos ante cualquier consulta legal que se le haga.
Aunque su profesionalismo es público y notorio, su talante de mujer de acero, no oculta que Isbel es para su colectivo de trabajo una madre, siempre pendiente de la superación jurídica y personal de sus compañeros. Ha hecho, que el bufete al que ha consagrado su carrera, sea también una familia.
Esta veterana de mil batallas en el estrado, desde sus inicios mostró ser una apasionada por el Derecho Penal, materia que la ha cosechado triunfos reconocidos en San Cristóbal, Artemisa y Pinar del Río.
Isbel, es arquetipo de la letrada penalista, en juicio exhibe un completo dominio de la legalidad y los tecnicismos jurídicos, pero también se desborda su entrega.
Cuando Isbel toma la palabra, todos en la sala de justicia saben que a continuación recibirán una clase de Derecho. Sus laudos en los tribunales la han llevado a participar en eventos nacionales e internacionales, incluyendo Congresos.
La enorgullece ser delegada a la Asamblea General de la ONBC desde hace 15 años y ser presidenta del Capítulo de Procesal de la Unión de Juristas Provincial.
Isbel Valdés Pulido, es un paradigma de jurista y de mujer revolucionaria. Con mil anécdotas por contar, no tiene pensado retirarse y sus colegas saben que hay Isbel para rato.
Luciendo su toga de honor, entregada por la Junta Nacional de la ONBC, no se imagina jubilada, ni siendo música, poetisa… o cualquier otra cosa, los años no golpean su convicción de ser fiel al Decálogo del abogado y a ese mandamiento supremo de amar la profesión.
Su madre aun hoy no sabe si fue por azar o por misticismo biogenético que su hija nació para ser abogada, lo que sí está claro es que debajo de la toga, Isbel lleva una flor.
Felicidades para esa prestigiosa mujer madre ,amiga y trabajadora adnegada a su trabajo