En Alquízar –o en Artemisa toda- luego de Rafael habrá quienes insistan en recordar la destrucción, el desaliento, la desolación de aquellas primeras horas del 7 de noviembre. En cambio otros entusiastas hablarán por mucho tiempo de las manos amigas, del despliegue de solidaridad, de la unidad entre vecinos… que se adueñó de una provincia entera.
Especialmente, recordarán a los jóvenes de la Unidad 1270, Lombillo, perteneciente a la Región Militar Artemisa, que dispersos por calles y avenidas alquizareñas asumieron la tarea, nada fácil, de arrebatarle al entorno el halo del desastre y devolverle en pocas horas a la localidad el acceso a sus arterias principales.
En el territorio, la labor de estos jóvenes se sintió fuerte y aportó a la recuperación de otros municipios: San Antonio de los Baños, Güira de Melena, Bauta y la cabecera provincial.
La unidad, desplegó varias brigadas de apoyo, cada una compuesta por unos 35 soldados, incluidos oficiales y civiles especializados en el manejo de equipos pesados, explicó el teniente coronel, Alexei Lambert López.
“La mayoría de estos soldados son artemiseños, lo que les permitió a muchos de ellos contribuir a la limpieza y restauración de sus propios barrios”.
Los primeros en llegar
“La orden fue desobstruir el acceso a los viales fundamentales para facilitar la llegada de otras brigadas de apoyo”, enfatizó Lambert López.
“Con determinación, los soldados despejaron carreteras y limpiaron escombros en las zonas más impactadas. El trabajo muy duro, pero poco a poco llegaron otras manos. Una brigada de la Empresa Constructora de Artemisa se unió a los esfuerzos con ocho camiones y dos cargadores. También se sumaron las formas productivas de la localidad, la UEB Comunales, entre otros refuerzos provinciales.
“El trabajo es arduo y requiere esfuerzo físico constante. Los soldados, jóvenes entre 18 y 19 años, inician su jornada a las 6:30 a.m. y continúan hasta el atardecer.”
El teniente coronel resalta el impacto positivo de la presencia de estos muchachos en la comunidad. “La acogida es buena. Agradecemos a las organizaciones de masas, no solo por el apoyo, sino por sumarse a las tareas más fuertes.
“Hemos sido más cubanos que nunca. Creo que si algo nos identifica con el resto del mundo son nuestros altos niveles de empatía. Este espíritu de colaboración refleja la esencia de lo que somos, que se engrandece ante la adversidad”, reconoce.
Enmanuel un joven de estudio y trabajo
Entre los soldados que marcaron la diferencia se encuentra Enmanuel Ribera Roca, un joven de 18 años, vecino de El Mayorquín, comunidad rural de Alquízar.
Hace unos cinco meses le fue otorgada la carrera de Ingeniería en Ciberseguridad en la Universidad de Ciencias Informáticas (UCI). Sin embargo, como la mayoría de los jóvenes de su edad, asumió el compromiso de ingresar al Servicio Militar Activo, misión que lo alejó de las aulas, pero no de la disciplina y de la formación de valores.
La dedicación con la que enfrenta las tareas que le son asignadas, no solo refleja su deber militar, sino también su deseo genuino de ayudar a sus vecinos a recuperar la normalidad, tras los estragos del huracán Rafael.

“Es un momento difícil para todos, pero trabajar juntos nos hace más fuertes”, comenta Enmanuel mientras se toma un breve descanso. A pesar de las circunstancias, el muchacho mantiene una actitud positiva. Es un testimonio del compromiso y la perseverancia de los jóvenes cubanos. Con la mirada fija en sus sueños y una sólida ética de trabajo forjada en tiempos difíciles, espera que sus experiencias actuales le proporcionen habilidades valiosas que podrá aplicar en su futura carrera.
Listos para cualquier misión
El mayor Luis Damián Cruz Milián, acompaña en las acciones de liderazgo del batallón al teniente coronel Alexei. Pero su misión está más enfocada a fomentar el carácter educativo de los jóvenes bajo su mando.
Su trabajo consiste en brindarles una preparación ideológica que permita a los soldados, no solo adquirir habilidades técnicas y tácticas, sino también desarrollar un sentido de pertenencia y compromiso con su comunidad y el país.

“En un momento crítico, donde el pueblo necesita el apoyo mancomunado de sus fuerzas, es esencial que el batallón esté bien preparado y cohesionado”, sostiene.
La formación integral es clave para que los miembros del batallón se conviertan en ciudadanos responsables y activos, capaces de enfrentar los desafíos actuales.
Ante tales pretensiones, la jefa de Pelotón de Aseguramiento Material, Ariannelis Garlobo Aguilar,cumple un rol fundamental en el bienestar y la moral de la tropa. Esta joven muchacha es la encargada de velar por la atención a la alimentación, el calzado y el estado motivacional de los soldados.
Su labor incluye garantizar que cada miembro del pelotón cuente con los recursos necesarios para desempeñar sus funciones de manera efectiva. Al ocuparse de estos aspectos, asegura que cada soldado esté en las mejores condiciones físicas y psicológicas para enfrentar cualquier desafío.
Todos juntos, el teniente coronel, Alexei; el mayor, Damian, y Ariannelis, y su tropa, son ejemplo de fortaleza y cohesión. Los muchachos de las Fuerzas Armadas Revolucionarias demostraron una vez más que están siempre listos para servir a la Patria. En estos días grises, el verde de sus uniformes también trajo la esperanza.
