A Larisa Latynina, “La Diosa de la Gimnasia Olímpica”, habría que recordarla siempre, no solo por sus 18 medallas en citas estivales, entre ellas nueve de oro, sino también porque ganó esas 18 preseas ¡en 19 pruebas disputadas!, con un porcentaje de efectividad de casi el 95 %.
Semejante cantidad de medallas no fue alcanzada por nadie durante 48 años, hasta que el nadador estadounidense Michael Phelps batió el récord en Londres 2012.
Únicamente entendió la magnitud de cuanto había logrado, cuan- do un periodista checoslovaco le envió un artículo donde la contrastaba con Carl Lewis (el velocista y saltador largo de Estados Unidos). “Habló de que ambos teníamos nueve de oro olímpicas, pero yo sumé 18 en total, en comparación con sus 10”.
Su excelencia resultó tal que dominó cinco de las seis pruebas de los Mundiales de 1958 ¡aun con cuatro meses de embarazo! Y a los tres meses de gestación de su segundo bebé… volvió a cosechar medallas.
Desde su irrupción en el Campeonato del Mundo de Roma, en 1954, y aquella primera presea colectiva a los 19 años, demostró hambre de títulos.
El debut por todo lo alto en Juegos Olímpicos, en Melbourne 1956, le deparó el triunfo general por equipos, general individual, en salto y en suelo, además de una de plata y una de bronce.
¡Cuánta versatilidad y precisión!
Deslumbró una vez más en la cita de Roma, en 1960, con tres medallas de oro, dos de plata y una de bronce: de nuevo se lucía en la competencia general por equipos, la general individual y el suelo, su favorita.
“Acerca el deporte a los límites del arte, y lleva a la gimnasia a un nivel sin precedentes de gracia y ritmo”, contaba Roberta Bonniwell, entrenadora de Estados Unidos, sobre sus ejercicios de suelo, “donde ella elige la música y hace sus más personales coreografías de bailarina”.
Resulta que, de pequeña, Larisa estudió ballet. Y lo trasladó a la gimnasia. Por eso la belleza de movimientos, las líneas clásicas, la postura recta y la personalidad.
En Tokio 1964, sumó las últimas seis medallas a su colección olímpica: las de oro por equipos y nuevamente en el suelo, la plata in- dividual y en salto, más bronce en las barras asimétricas y la viga. Nació el 27 de diciembre de 1934 en Jerson, Ucrania, otrora territorio soviético. Su padre había muerto en la Batalla de Stalingrado, y ella heredó su fortaleza y tenacidad.
Tras su retirada, guio a nuevas generaciones hacia el éxito olímpico. Hoy no solo integra el Salón Internacional de la Gimnasia, sino que su nombre lo llevan miles en Rusia y el resto del mundo. En griego, Larisa significa gaviota; hasta existe una competición en su honor llamada Gaviota de Oro.