Caminaba sin rumbo definido por la Unidad Empresarial Base (UEB) Escolares Artemisa. Casi no asimilaba a su paso los tantos árboles caídos, las oficinas sin techo, los ómnibus sin parabrisas; sin embargo, andaba consternada por la dureza de 22 tejas de fibrocemento, una puerta y dos ventanas arrancadas luego de las rachas de viento del huracán Rafael, aún en su alma.
Buscar ayuda y encontrar esperanzas a sus 62 años de edad, fue pretexto para que Caridad González, junto a su esposo de 68 años, llegara por primera vez a este centro laboral artemiseño, del cual solo conocía su encargo en tiempo de paz, pues ahora funciona como Oficina de Trámites para la evaluación de daños en viviendas.
Ante tales contingencias, 76 miembros de la Zona de Defensa Reparto Nuevo, en la ciudad cabecera, se activan desde esa trinchera: el presidente y vicepresidente, la Plana Mayor, el grupo de la Defensa Civil, el Económico Social, la Comisión de Evacuación.
”Esta última que logró preservar la vida de todos, previendo evacuar a más de 2 000 personas, la mayoría junto a familiares y vecinos, 18 en uno de los centros de evacuación”, nos explica Juan Permuy Felipe, director de la UEB, con unos 240 trabajadores, quien, aunque viste de verde olivo constantemente en días como estos, comparte ambos compromisos.
“Nuestro colectivo revitaliza la transportación de pro- fesores, traslada a su destino al personal de la salud pública, se subordina a consejos de defensa, y con contratiempos o hazañas —de las más cotidianas hasta las insospechadas—sostiene sobre ruedas múltiples misiones.
Escolares, bien cerca de los daños
Esta vez, luego del paso del evento hidrometeorológico, las oficinas principales de Escolares, son la plaza para escuchar, dar una mano, entender, anotar, tramitar la situación de los damnificados, y sobre todo para cumplir con el precepto revolucionario de que nadie quedará abandonado, incluso, ni los 52 obreros, pertenecientes a las cuatro bases que componen la UEB en la provincia, con afectaciones totales y parciales en los techos de sus viviendas, amplía el Presidente de la Zona de Defensa.
Desde este centro laboral de Artemisa, junto a arquitectos, especialistas de la vivienda, del Banco, trabajadores sociales, delegados… han atendido — durante poco más de una semana— a más de 600 damnificados, el 90 por ciento con perjuicios parciales de techo, también de viviendas, y recepcionan daños en la carpintería, reservorios de agua potable que con sus tapas fueron a parar a otros rumbos, colchones y otras necesarias pertenencias humedecidas, y casi irrecuperables.
Después del ciclón, Escolares en Artemisa, no seguirá siendo el mismo colectivo que sobre ruedas garantiza su objeto social, los ennoblece tener cerca las huellas de Rafael.
Allí la tensión crece, a veces se escuchan voces más altas y nerviosas, en otras ocasiones lamentos de familias enteras, hay niños jugando por única vez entre guaguas sin neumáticos.
Allí —comenta Permuy Felipe, quien tiene casi 25 años de experiencia en estas contingencias— hay gente que duerme poco, que tampoco va a casa, que se ocupa de manera inmediata de cuánto nos quitó el huracán, que vivió la Tormenta del Siglo, los huracanes del 98, que nos llevaron tenso, pero que como este ninguno, de ahí que la Fase de Recuperación, conlleve mucho esfuerzo, y el trabajo de la Oficina con exactitud.
Allí el ajetreo se alimenta de gente dolida pero esperanzada, de quienes esquivan los penetrantes rayos del sol en espera de atención, o de otros de esa misma casa, que apenas tienen tiempo para un saludo, pues también andan recuperando parte de lo suyo entre pocas sombras, pero muchísima sensibilidad