Solo tuvo los pies en tierra el tiempo justo para la entrevista. Por él y sus compañeros esperaba la población, y a esa, no se puede defraudar. Yosvany Sánchez Gómez ha permanecido casi un mes fuera de su casa, en la más oriental de las provincias cubanas, y todavía ignora la fecha de regreso.
“Salimos a trabajar el 19 de octubre, primero en el propio Guantánamo y luego nos fuimos a Baracoa. Cuando terminamos de solucionar las afectaciones del huracán Oscar, solicitaron nuestros servicios aquí y salimos para La Habana. Vamos a donde sea necesario”, asegura, ya con escalera en mano.
Y aunque no sufrió daños en su morada, Yosvany piensa en sus pequeños todos los días. “Cuando salgo hacia el trabajo les doy un beso, porque no sé si pueda regresar”.

Los del Guaso reparan circuitos secundarios en la Villa Roja, cierran transformadores y rehabilitan acometidas, con tal de llegar hasta cada vivienda del consejo popular Reparto Nuevo. Son dos parejas de linieros especializados, en sendos carros de servicio, junto a técnicos y choferes, para los cuales apenas hay descanso.
Junto a ellos, María del Carmen Laffita Laffita, ingeniera eléctrica desde 1994 y jefa de grupo. Ella pudo traer a su nieto para La Habana, lo cual la reconforta; mientras, supervisa cada paso de su gente. “He participado en la recuperación de varios ciclones en Pinar del Río, Granma y Ciego de Ávila, pero mis recuerdos más tristes los guardo de San Antonio del Sur, donde el río arrasó con vidas y pertenencias”.
A la laboriosidad de los guantanameros, se suma la experiencia de Félix Mena Martín, conocido como El Guajiro. El artemiseño tampoco tiene energía eléctrica en su hogar, como la mayoría; sin embargo, no ha parado después del 6 de noviembre.
“Terminó el ciclón y comenzamos a recorrer y celar las líneas. Luego rehabilitamos las redes primarias y empezamos a calentar las secundarias. Se trata de llevar la energía a cada metro contador, hasta que lo permita la iluminación. El miércoles terminamos a las 9 de la noche de empatar un secundario, con las linternas de los vecinos”.
También la solidaridad del barrio los abraza por estos días de fuerte Sol. Pizzas, refrescos, café…, la hospitalidad se sienta en el portal de Dinorah, la eterna delegada, o se arrima a la cafetería de Carmen, en pleno horario de almuerzo.
Desde Ciego, la consagración
Irán Jiménez Martínez y Lázaro Alfonso Roque ni siquiera acompañaron a los suyos en la tempestad, allá por Ciego de Ávila. Pasaron el ciclón en Boyeros, La Habana, e inmediatamente recorrieron el camino hasta Artemisa. Su presencia resultó vital en el diagnóstico de los daños. Además, se esmeraron en restablecer, pocas horas después, los circuitos que alimentan al hospital Ciro Redondo García y los pozos de Waterloo.
“Somos varios grupos: uno se trasladó a Mariel, otro repara la línea de 33 kv y el resto labora en la subestación Mártires de Artemisa, en la carretera al poblado Las Cañas”, dijo Jiménez Martínez, natural de Chambas.
Dialogaban con esta reportera después de habilitar un transformador muy cerca de la torrefactora, y se encargaban de los relojes de varios vecinos.
José Julián Calderín García y su hija Kely destacaron el quehacer de los trabajadores del sector eléctrico. “Merecen nuestro reconocimiento y los exhortamos a continuar con el mismo ímpetu. Asimismo, el pueblo debe atenderlos bien en cada lugar”, reflexionó José, quien sufrió el impacto de Rafael en una parte de su cubierta.
Lo mismo le ocurrió a Kely, pero “ya reportaron nuestra demanda de fibras y solo queda esperar las planillas, para comprarlas lo antes posible”.
Entretanto, al conversar con los avileños, comprobamos su satisfacción por las condiciones de vida en la sede la Empresa Eléctrica del territorio, donde ya disponen de agua.
Nivaldo Jorrín Fernández, otro de los indispensables, elogió la amabilidad del pueblo, que les colabora en todo momento. Cerca de cuatro décadas en la Unión Eléctrica le valen para rememorar fenómenos naturales tan agresivos como los huracanes Ike y Gustav en Pinar del Río, así como Irma, que afectó la costa norte del país en 2017.
A sus manos debemos la electricidad en el parque infantil Los Caballitos, donde el meteoro castigó la vegetación, lo cual no detiene a su personal en la elaboración de alimentos.
Cada día cuenta
Casi toda Cuba se ha volcado hacia una de las más jóvenes provincias para devolver la luz, en medio de tantas tinieblas. El número de brigadas supera el medio centenar y los contingentes proceden también de Holguín, Cienfuegos, Granma, Camagüey, Sancti Spíritus, Santiago de Cuba, Pinar del Río, Matanzas y La Habana, precisó Iscander Morales Suárez, director general de la Empresa Eléctrica en el territorio.
“Contamos con 450 linieros artemiseños, representantes de la Empresa de Construcciones de la Industria Eléctrica, que atienden las líneas de alta tensión devastadas, además de fuerzas de apoyo y brigadas mixtas en Zonas de Defensa, encargadas de abrir hoyos para colocar postes, entre otras tareas”.
Casi una semana después del impacto de Rafael, solo 4, 58 por ciento de los más de 200 mil clientes en la provincia recibían electricidad. Las cifras crecen al ritmo de las horas, pues de poco más de 9 000 personas, al cierre de este jueves eran unas 43 000 en áreas energizadas.
De acuerdo con el directivo, “se estiman destrozos en unos 3 000 postes; mas, avanza la sustitución. Antes del paso del huracán, la estrategia estaba definida: abastecer hospitales, fuentes de abasto de agua, lo cual no impide brindar el servicio a la población, siempre que el estado de los transformadores en ese tránsito lo permita”.
Morales Suárez apuntó que funcionaron las islas definidas para mantener la vitalidad en ciertos lugares de Bahía Honda, San Cristóbal y Güira de Melena. “En el caso del bombeo de agua de Las Margaritas, en Bauta, no fue necesario porque se solucionaron las averías en las líneas”.
Igualmente sostuvo que todos los dispositivos que requiere la etapa recuperativa van arribando a la provincia, a medida que se necesitan; de modo que resta confiar en la destreza y compromiso de los trabajadores del ramo, y de cuantas fuerzas les apoyen en su arriesgada misión.
Atrás quedan días muy duros, sin dudas lo son aún para incontables hermanos. Sin embargo, reconforta saber a tantos seres obstinados en desafiar la gravedad, lejos de sus familiares y expuestos a peligros contra su propia vida. Tanto sacrificio merece esperar y creer en otro rayito de luz.
