¡Cómo olvidar cuánto destrozo causó el huracán Rafael! Todavía duelen las imágenes impactantes de su paso por Artemisa. Ese demonio natural sembró horror y devastación, en tanto arrancaba árboles, volaba techos, quebraba cristales y derribaba estructuras de hormigón por doquier.
Mi teléfono se ha empeñado en almacenar tomas de ventanas sin luz (clausuradas con piezas de poliespuma y trancas cruzadas, para impedir la entrada a los vientos), y de hogares bloqueados por madejas de ramas y troncos.
La cámara del Xiaomi Redmi 9A guarda las de farolas y postes torcidos o echados a tierra por un soplo feroz, las de tejas que cubren calles en lugar de casas, la de buldóceres que rompen la selva en la cual quedó convertida la ciudad… y la del estadio desnudo, que perdió la cubierta y hasta dos brazos.
También dejó un espacio triste a las 9 000 hectáreas de plátano dañadas, las 1 800 latas de café esparcidas por el suelo y las diez máquinas de riego volcadas, además de otros megas a fin de atestiguar la voluntad de los campesinos para cosechar, restaurar y volver a sembrar.
¡Vaya galería capaz de alojar incluso la música en fotos… de un bulevar de cristales y sueños rotos, y la de uno y mil barredores de tristezas!
Porque atesora la de cientos de soldados que limpian un canal al machete, como mambises modernos, jóvenes de verde olivo que asean las calles a fuerza de sudor… y la de jabas de nailon con que los vecinos ataron la luz (o anudaron cables), mientras llegan los linieros al barrio.
Retiene la imagen hermosa de gente que no espera y recompone su entorno, la de trabajadores que no precisan convocatoria para devolver esplendor a su escuela, fábrica, redacción o combinado deportivo.
Presume de haber captado el ronroneo de camiones y el ir y virar de carretillas que se llevan ayeres y traen mañanas.
Desde luego que muchos recordarán a Rafael por tanto destrozo. Pero siempre habrá quien prefiera acordarse mediante la imagen de una diosa apuntando su flecha una vez más hacia el cielo, porque Artemisa ni traiciona su historia ni se rinde.







