Probablemente hubiese sido un día de trabajo como cualquier otro en el emplazamiento de grupos electrógenos de Mango Jobo, si el viernes 18 de octubre el Sistema Eléctrico Nacional (SEN) no cayera de manera inesperada para dejar en apagón a toda Cuba.
La central, ubicada en el municipio de San Cristóbal, constituye la mayor de 11 existentes en la provincia, en cuanto a cantidad de motores y potencia instalada. Funciona habitualmente conectada al SEN, entregando cargas para paliar déficits de potencia. También puede hacerlo aisladamente y brindar servicio a lugares específicos.
Isla en tiempo real
Próximo a las 3:35 de la tarde del fatídico día, Dariel Armenteros, jefe de la Central Eléctrica, y sus muchachos, recibieron la indicación de comenzar a trabajar en isla.
“La misión era alimentar el Hospital Comandante Pinares y su fuente de abasto de agua, en la comunidad Los Pinos”, explica.
Si bien la batería posee 16 grupos electrógenos y una potencia instalada de 28 Mega Watts (MW), por cuestiones técnicas solo cuatro máquinas están disponibles, y generan 5,4 MW en total.
“La tarea supuso un reto tremendo porque apenas habíamos funcionado de esa manera en circunstancias reales, solo a modo de prueba. Nos apoyamos entre todos: los seis mecánicos de la brigada, los operadores, el director de la Empresa Eléctrica de San Cristóbal. Nos acompañó también el primer secretario del Partido en el municipio”.
Tras varios intentos, a eso de las 11:35 p.m. lograron entrar los cuatro grupos en forma de isla y abastecer el centro de salud, iluminado hasta entonces con su grupo de generación de emergencia. Los trabajos continuaron ininterrumpidamente hasta que el sábado, aproximadamente a las 9:00 p.m., pudieron electrificar la fuente de abasto.
“Son puntos ubicados en circuitos diferentes: el Hospital pertenece al S-320 y el pozo al S-340. Con los 5,4 MW era imposible sostener los dos. Gracias a la labor de los linieros de la Empresa Eléctrica que desconectaron zonas dentro de los propios circuitos, se hizo sostenible el microsistema. También resultó esencial el apoyo de la Estación El Maní, que se unió en red con la nuestra y nos aportó 1,4 MW; así como de Froilán Paz, operador en la Subestación San Cristóbal, de 110 KV”, expone Yoan Arcelo, jefe de Turno en la Salade Controlde Mango Jobo.
Sacrificio y voluntad para iluminar
Todos querían brindar electricidad a más personas, pero era imposible. “En varias ocasiones se nos disparó la Central mientras intentábamos conectar más clientes. Pudimos beneficiar solo a los habitantes de Los Pinos y viviendas aledañas al Hospital”, apunta Armenteros.
Ellos, como cualquier cubano común, sufrieron en sus casas las consecuencias del apagón: descomposición de alimentos, escasez de agua… Algunos, apenas pudieron visitar sus hogares: los seis mecánicos de la brigada y el jefe de la Central permanecieron en la instalación junto a los operadores en turno de cada día.
Efraín Herrera, especialista eléctrico de la Empresa de Grupos Electrógenos y Servicios Eléctricos (Geysel) en Artemisa, y Osvaldo Arrebato, uno de los mecánicos de la brigada, debieron apoyar, además, en otros puntos de la provincia, incluyendo la termoeléctrica de Mariel; aun así, al final de la jornada, retornaban a las labores en Mango Jobo. “Todos los grupos tuvieron algún problema, pero pudimos resolver la situación con rapidez y mantener el funcionamiento de la isla. El 16 causó varios inconvenientes, incluso tuvimos que limpiarle los cuatro turbos. Solucionar averías en equipos a altas temperaturas es complejo y se necesita mucho cuidado”, declara José Raúl Capote, jefe de la brigada de mecánicos.
La mayoría de los trabajadores nunca había asumido una situación de tal envergadura. “Es muy complicado. Las máquinas tienen que funcionar de manera óptima. Son muchos parámetros a tener en cuenta, no las puedes descuidar ni un momento para evitar que se disparen. Es un trabajo mucho más riguroso que el habitual”, opina Alexander Crespo, uno de los 12 operadores.
Experiencia sin igual
Quienes laboraron en la Central Eléctrica de Mango Jobo por esos días -hasta el lunes a las 4:00 p.m, cuando recibieron la orden de salir del funcionamiento en isla ante la sincronización del SEN-, sienten la satisfacción de haber cumplido la tarea encomendada en esta circusntancia excepcional.
Consideran que, en otras condiciones de disponibilidad técnica, podrían haber producido mucha más electricidad, una cuestión que escapa de su alcance. No obstante, los mecánicos, con Efraín al frente, barajan alternativas para el rescate de equipos hoy en desuso. Ciertamente, gran parte de la vitalidad de los grupos electrógenos se debe a la voluntad e ingenio de los trabajadores.
En la provincia, otras centrales eléctricas de menor alcance lograron aportar energía durante la caída del SEN, entre estas la de Bahía Honda, además de los dos grupos electrógenos de ZTIM, ubicados en la Zona Especial de Desarrollo Mariel, puntualizó Alexander Cruz Betancourt, director de Geysel en Artemisa
Cuatro días: una coyuntura que puso a prueba la capacidad de los integrantes del sector eléctrico, directivos y dirigentes políticos y gubernamentales a todos los niveles. Una experiencia sin par de la que, lógicamente, se desprenden muchas lecciones, y que evidenció el sacrificio y la voluntad de cubanos dispuestos a trabajar y vencer.