Juran que si la muerte no se hubiera interpuesto en su camino, el 24 de abril de 1980, Alejo Carpentier hubiera obtenido el Premio Nobel de Literatura correspondiente a ese año. Ya había ganado el prestigioso Premio Cervantes en 1977, pero la entrega del alto galardón sueco podía sellar con broche de oro el reconocimiento a su brillante carrera como novelista, musicólogo, periodista, crítico literario y de arte.
Estas evocaciones al autor de La consagración de la primavera fueron precisas en el contexto de la Jornada de la Cultura Cubana en Caimito, aunque en el caso de Carpentier el hecho de haber obtenido o no un sustancioso premio literario quedaba por debajo de sus descomunales aportes a la literatura cubana, latinoamericana y universal de todos los siglos.
Alejo había debutado como novelista en 1933 con ¡Écue-Yamba-ó!, una pieza ambientada de un espacio afrocubano, su primer gran golpe literario lo iba a propinar en 1949 con la publicación en México de su segunda novela, El reino de este mundo, donde dejaría sentadas las bases de lo real, maravilloso y de paso, abriría nuevos caminos de expresión a otros grandes novelistas que vendrían después.
De lo real maravilloso, de ese espacio donde la realidad y lo imaginativo se mueven a la par en perfecta sincronía, conversó la escritora Cecilia Valdés Sagué, quien se adentró en las profundidades de la narrativa carpenteriana, invitó a disfrutar de clásicos de su autoría, como Los pasos perdidos, ambientada en el corazón del Amazonas y sazonada con una fragorosa historia de amor entre un artista francés y una hermosa nativa.
El escritor Miguel Terry Valdespino señaló que Alejo Carpentier, a quien considera uno de sus maestros literarios, desarrolló una impetuosa carrera como periodista dentro del periódico El Nacional, en Caracas, Venezuela, suficiente para colocarlo entre los periodistas más iluminados de la historia de Cuba y de Latinoamérica.
Recordó que cuando Gabriel García Márquez fraguaba su pieza cumbre, Cien años de soledad, la novela más reconocida de Carpentier, El siglo de las luces, El Gabo comprendió que si no escribía una novela como aquella no escribiría ninguna, y por ese motivo rompió las páginas de esa novela en proceso y las echó a la basura para empezar a escribirla de nuevo.
El artista de la plástica Evelio Sánchez abordó la faceta de crítico de arte de Carpentier y cómo parte de esta se agrupa en el magnífico compendio Letra y Solfa, un conjunto de textos imprescindibles y de exquisito sabor cultural, sazonados por los conceptos de un escritor de alta sapiencia.
Esta jornada de la Cultura en Cuba, además de haber sido dedicada al célebre escritor, y novelista, también se dedicó a Joseíto Fernández, autor de La Guantanamera, y a los instructores de arte.