Cayó la artemiseña Idalys Ortiz ante la serbia Milica Zabic en el judo de los Juegos Olímpicos de París 2024, pero nadie puede robarle su historia, la hazaña de ganar cuatro medallas bajo los cinco aros, de ser incluso la campeona en Londres 2012 y dos veces titular del orbe.
Ya antes la balcánica consiguió derrotarla, en la segunda ronda del Grand Slam de Bakú, al inicio de este propio año, y ahora tres shidos apartaron a Idalys de seguir avanzando en busca de la quinta medalla bajo los cinco aros.
Había vencido antes por ippón en apenas 28 segundos, mediante técnica de estrangulación en newaza, a la india Tulika Maan, y había esperanzado a Cuba entera. Pero toda carrera deportiva llega a su fin; las señales avisan.
El propio sitio web de la Federación Internacional de Judo advertía que la muchacha del barrio Godínez, en Candelaria, no ha tenido el mejor año, aunque acotaba de inmediato: “sabe mejor que nadie cómo ganar una medalla olímpica”. Eso se llevará de París: la certeza de lo logrado hasta hoy.
Idalys ascendió a lo más alto del Olimpo a fuerza de talento y empeño. Hilvanó la asombrosa gesta de tres finales olímpicas consecutivas. Bajo los cinco aros, ganó cuatro preseas que la convierten en la judoca cubana de mejores resultados en estos certámenes.
De Beijing 2008 a Tokio 2020 conquistó un bronce, un oro y dos platas, en un medallero personal que incluye todo tipo de títulos, entre ellos los cuatro en Juegos Panamericanos y los tres en Centroamericanos y del Caribe.
Su increíble trayectoria al más alto nivel no solo es excepcional, sino también inspiración para generaciones de judocas y de otros atletas.
Nadie puede quitarle su historia a Idalys. Nadie va a robarle su sitio junto a Driulis González. Nadie le restará brillo a su imagen de leyenda.