El Hogar Materno de Candelaria puede resultar pequeño con sus 12 capacidades y la estructura simple de una vivienda común, pero la calidad del trato, la atención médica y los servicios de alimentación, le hacen obra grande y decisiva para los buenos resultados del Programa Materno Infantil (PAMI) en el municipio.
Llegamos un día cualquiera a la institución y encontramos a un grupo de embarazadas viendo televisión, mientras una de las enfermeras preparaba su clase sobre parto respetuoso, una línea de trabajo establecida en la provincia para perfeccionar las prácticas en función del éxito y la humanización cada vez mayor del proceso de alumbramiento.
La doctora del hogar y las enfermeras reconocieron la importancia de este tema, pues cada mujer merece un parto respetuoso, término que incluye la atención a sus miedos y necesidades en ese momento, la explicación de dudas y el asesoramiento amable.
Allí reciben clases prácticas, teóricas y se preparan físicamente para ese momento. En seis clases abordan diferentes temáticas; cada sesión tiene su apartado para la respiración a la hora del parto. Se trata, apuntan, de que cada embarazada, además de conocer sus derechos y aprender a exigirlos, también colabore con una conducta adecuada. El personal encargado de su atención las entrena en los procedimientos para cada período del alumbramiento, como la presión psicológica, el manejo del dolor, entre otros, que forman parte de la psicoprofilaxis del parto y tiene una contextualización más amplia dentro del programa de maternidad y paternidad responsable.
Diancy, una joven gestante, asume con disciplina las clases y es ejemplo entre sus compañeras: “Estoy aquí hace casi dos meses. Tuve una modificación en el cuello del útero, entonces me tuvieron que colocar el pesario para que mi bebé no sufriera daño alguno y no tuviera riesgo de perderlo”.
La estancia, asegura, ha sido bastante buena. “Aquí los médicos son muy cariñosos con nosotras; las enfermeras ni hablar, todo el personal nos atiende muy bien. La alimentación es bastante estable garantizándonos desayunos, meriendas, almuerzo y comida”.
Ahonda en el rigor con la dieta y la disciplina que es preciso mantener allí. “Hay mujeres que no com- prenden la importancia de permanecer en un hogar materno pero yo ya llevo un tiempo aquí y estaré hasta que sea necesario por el bien de mi bebé. Con 25 años este no es mi primer embarazo, había perdido uno hace un año por una preeclampsia con 26 sema- nas; el bebé no pudo sobrevivir, entonces sé que todo cuidado es poco”.
Para ella y todas las embarazadas que permanecen en el hogar, hay un equipo de asistencia médica com- prometido con su labor y de una experiencia avalada por años de trayectoria en la atención obstétrica.
Una buena noticia según Idalys de Armas Romero, directora municipal de Salud en Candelaria, es que ya se culminó el proyecto de la inversión para la construcción del materno, pues el hogar es hoy una casa adaptada para 12 pacientes y hay por tanto hacinamiento, con un solo baño.
El sueño ya está más cerca, con la tarea próxima y concreta de hacer un hogar amplio para las embarazadas. Este sitio merece mejores condiciones para seguir tributando a los logros del programa materno infantil, a favor de la salud y calidad de vida.