Si la artemiseña Idalys Ortiz quiere conquistar medallas, habrá de ganarle a las grandes; esa regla se aplica a cualquiera de las involucradas en el judo de París 2024: hay que vencer a todas, o casi todas las rivales. Pero resulta más seguro chocar con las favoritas al final, porque una derrota es el fin del camino.
Una vez más, la campeona olímpica de Londres 2012 volverá a pelear bajo el emblema de los cinco aros, solo que este año no pocas adversarias se le han atravesado.
Con semejante estirpe y tantas veces que ha resurgido de sus cenizas, bien sabe que su principal contrincante será ella misma: su técnica, astucia, fuerza y determinación.
No en vano le entregaron la bandera de la delegación cubana. Hay confianza en que su quinta aparición olímpica le depare la quinta medalla en citas estivales.
Sin embargo, en una lid con tan calificadas oponentes, caer en un combate es una posibilidad real, y su lugar en el ranking actual no la ubicó como cabeza de serie, de modo que saldrá más veces al tatami y pudo tocarle un camino marcadamente espinoso.
Por fortuna, no será así. No enfrentará de inmediato a la francesa Romane Dicko ni a la nipona Akira Sone o la brasileña Beatriz Souza. El viernes 2 de agosto, Idalys debutará contra la india Tulika Maan.
De imponerse, le correspondería luego la vencedora entre la italiana Asya Tavano y la serbia Milica Zabic; presumiblemente, después iría contra la israelí Raz Hershko y, entonces, camino a la discusión del oro, debería de hallar a la turca Kayra Ozdemir, la china Shiyan Xu o la japonesa Akira Sone.
En la gran final la esperarían, casi seguramente, la francesa Romane Dicko o la brasileña Beatriz Souza.
Nadie puede pronosticar qué sucederá en la Ciudad Luz. Pero su senda hacia la gloria se ha iluminado, y ella misma confirma sus aspiraciones.
“Las palabras no alcanzan para describir cómo se siente lo que estamos viviendo en estos momentos. Lógicamente, el objetivo es uno. Todos hemos venido trabajando con una sola meta, estar nuevamente en el podio de una cita olímpica”.
