Unos locos bajitos, como dijera Serrat en una de sus canciones, ocupan la grama del estadio Luis Campos de béisbol, en Alquízar. Son chicos de la categoría 7-8 años que, después de las 4:00 P.M, cuando el sol brinda espacios a la tranquilidad, acuden gustosos a entrenar.
Diariamente, realizan ejercicios físicos, lanzan pelotas y aprenden a correr las bases. Los acompañan padres, abuelos u otros familiares. Los ven crecer. Ya no son los mismos de septiembre de 2023, cuando arribaron por primera vez a una instalación deportiva.
A los entrenadores Andreidis Valle Albizu y Pedro Chávez Sánchez les encanta enseñar, entre bolas y strikes. Chávez ha dedicado al deporte casi una vida entera, con una paciencia fenomenal, capaz de transmitir las virtudes necesarias para divertirse y jugar bien.
Valle, en cambio, lleva el ímpetu de la juventud. Es el clásico profe que saca los mejores resultados de sus alumnos: promueve el amor al deporte nacional, la disciplina…y procura formar hombres de bien. “Intentamos enseñarles los pensamientos básicos del béisbol, dotarles de un mejor físico y ganar en las posi- ciones básicas de fildeo, mediante el dominio de lo técnico táctico en jugadas para la defensa”, advierte el más veterano de ambos.
“Estas categorías vienen sin ninguna preparación. Antes se jugaba más en los barrios; hoy, con las nuevas tecnologías, los niños juegan mucho en casa con diversos dispositivos; hay que iniciar de cero cuando llegan: comenzar a manipular el guante y lanzar las bolas por encima del hombro, para después alcanzar la posición de batear en home.
“Ser entrenador en estas primeras edades significa mucho. Es crucial empezar a jugar béisbol desde pequeño, así como conocer la técnica. Uno los ve avanzar y se ilusiona. Si no se hace entonces, llegan con muchas deficiencias a otras categorías, como la sub 12.
“Lo digo por experiencia propia. Nosotros dos hemos pasado por todas, y luego cuesta mucho limar esas asperezas. Es provechosoqueelentrenadorlanceparabateary que lo hagan todos en cada inning, así ganan en confianza y habilidades que quedarán para su desarrollo. Pero lleva paciencia y dedicación del propio deportista.
“¿Por qué nos gusta? Es bello trabajar con los niños. Se nota su desarrollo al paso del tiempo, gracias a su sistematicidad en el terrenoyelapoyodelafamilia.Llevamucho trabajo, pero te deja una enorme satisfacción cuando utilizas bien la metodología.
“Claro, no todos llegan a ser grandes peloteros. Sin embargo, no hay un cubano que no sienta el béisbol; de eso también nos encargamos los entrenadores. Esta tarea no termina en el campo de juego: visitamos las escuelas y quien no sea buen estudiante lo suspendemos de los juegos a efectuar en la etapa.
“A pesar de la situación económica, el equipo ha jugado unos 30 partidos. La I Copa Yadier Pedroso in Memoriam les sirvió para probar el abecé del béisbol. Por si no bastara, quedamos en segundo lugar, solosuperados por Artemisa”.
Estos entrenadores andan de la mano con estos locos bajitos, al aire libre, con amor a la camiseta. Saben que son capaces de demostrar lo aprendido. Miran al futuro, sonriendo en una jugada