La costa sur artemiseña se reparte entre cinco de los once municipios de la provincia, que de este a oeste son Güira de Melena, Alquízar, Artemisa, Candelaria y San Cristóbal. Se trata de un litoral bien diferente al de la costa norte, pues aquí predomina el paisaje de ciénaga costera baja, con depósitos cubiertos de extensos manglares y escaso asentamiento humano.
Ese tramo costero, recorrido por Cristóbal Colón en su segundo viaje a América, con desembarco en las inmediaciones de Cajío, se encuentra delimitado al sur por las aguas someras del golfo de Batabanó que llegan, mar adentro, hasta el extremo de la cayería de los Canarreos.
Entre los accidentes costeros más relevantes del litoral meridional artemiseño se encuentra la ensenada de Majana, que abarca la mayor parte de la costa del municipio cabecera provincial, ocupada por manglares, a la que el Diccionario Geográfico de Cuba le confiere un largo máximo de ocho kilómetros.
El extremo septentrional de esta ensenada representa el punto más al norte de todo el Mar Caribe y además, constituye hasta la bahía de Mariel, el más significativo estrechamiento de la isla de Cuba, con apenas 31 kilómetros. Recordemos que precisamente los españoles aprovecharon el citado estrechamiento para construir su segunda trocha militar durante la Guerra del 95, con la pretensión de aislar a Pinar del Río del resto del país y acorralar allí al general Antonio Maceo.
Varias playas pequeñas se abren en el litoral con arenas de conchas trituradas, color pardusco y fondos areno-fangosos, entre las que merecen mencionarse las de Cajío y Guanímar, fuertemente castigadas por los embates del viento y el mar en varias de las últimas ocurrencias ciclónicas contemporáneas. Ambas, debido a las transformaciones sufridas por el avance del mar tierra adentro, han dejado de aparecer en la actual clasificación de playas cubanas y se les considera simplemente como costa de manglar.
Los ríos más importantes que desembocan en este litoral se asocian a la porción más occidental, en los municipios de Candelaria y San Cristóbal y provienen de las montañas de la Sierra del Rosario, pues en el entorno oriental muchos de ellos ni siquiera corren superficialmente al hacerse subterráneos en sus trayectos finales como el Capellanía y el Ariguanabo.
Frente a la costa emergen varias cayerías deshabitadas, como las Cayamas (a siete kilómetros al suroeste de Cajío), de los Dos Hermanos y los Guzmanes (situadas respectivamente a menos de una decena de kilómetros al sur-sureste y sur-suroeste de la playa de Guanímar).
Los pocos asentamientos poblacionales de esta costa predominantemente baja y pantanosa han tenido la pesca como una de las ocupaciones básicas, atendiendo a la gran riqueza de vida marina que atesoran las aguas poco profundas del golfo de Batabanó.