No tiene nada en contra de su hogar, pero María de los Ángeles Quesada prefiere la tranquilidad y el buen trato que encontró, desde su inauguración, en la casa de abuelos Frank País García del municipio de Artemisa.
Ha conocido nuevas amistades, se entretiene en conversaciones sobre épocas juveniles que compartió con otros ancianos y recibe el cariño de todo el personal que allí labora. “Cuando cerraron la casa durante unos días pensé que me volvería loca”, dijo a esta reportera. Y es que los 35 adultos mayores que acuden a esta institución de Salud Pública viven enamorados de su rutina, a partir de las 7:30 a.m., hasta las cinco de la tarde, con garantía de desayuno, dos meriendas, almuerzo y cena.
Para nadie es un secreto las dificultades actuales en la adquisición de alimentos y la falta de suficiente harina, a fin de abastecer todos los días de pan y otros derivados. Ahí cobra muchísimo más valor el aporte gratuito de una veintena de trabajadores de la fábrica de helados Mipyme Helarte, a quienes solo los separan unos pocos metros de distancia de este centro tan útil para las familias artemiseñas. “Desde hace algún tiempo les entregamos dos veces por semana dos tinas de helado de diez litros cada una.
Hacemos algo similar con el hogar materno Mariana Grajales”, detalla Ángel Reyes González, jefe de Aseguramiento de la nueva forma de gestión no estatal.
La deliciosa golosina constituye la merienda por estos días. Pero Helarte no se conforma solo con eso, pues el fin de año de 2023 garantizó el pollo correspondiente a las cenas de los días 24 y 31 de diciembre, cuenta Yamilé Ramos Villanueva, trabajadora social de la Casa. Su apoyo en todos los procesos hermana a ambos colectivos y también da fe de valores, sentido de pertenencia y compromiso social, en tiempos donde tales ejemplos deberían generalizarse.
Asimismo, y durante un intercambio con Euler Velázquez Cantillo, presidente de la Asamblea Municipal del Poder Popular y diputado al Parlamento cubano por esta localidad, surgió la idea de ejecutar, en el patio del centro, un ranchón con baños, jardineras, canteros y otras facilidades.
Inversión social, también por cuenta propia
Reyes González explicó a este semanario que la obra comenzó a inicios del año. Dos albañiles ya concluyeron el muro divisorio con una casa particular, además del resano de la pared colindante con unidades aledañas. La trabajadora social recordó el mal estado de esa construcción, pues el desconche era alarmante, al igual que el peligro.

ÁNGEL Reyes González, jefe de Aseguramiento de la fábrica de helados Helarte, muestra el lugar donde se ejecutarán los baños del futuro ranchón / Foto: María Caridad Guindo
De acuerdo con el jefe de Aseguramiento, al frente de este empeño, el proyecto incluye cementar el piso con losas torcho, proveerlos de un televisor para su disfrute y una caja de agua, además de soterrar la plomería.
Problemas familiares de uno de los albañiles y la falta de cemento, fundamentalmente, mantienen detenidas las acciones por el momento. Sin embargo, de acuerdo con Reyes González el propósito es acelerar la inversión, para después continuar con el cambio de carpintería de toda la Casa, rehabilitación de redes eléctricas e hidráulicas y colocar falso techo en el área de estar.
“Ya hicimos el contrato con la Empresa Forestal para adquirir la madera de puertas y ventanas. Este inmueble forma parte del patrimonio del municipio, de modo que se debe respetar el diseño de la fachada original”. Tanta voluntad la agradecen trabajadoras y abuelos, si bien las dificultades saltan a la luz.
A juicio del octogenario Lorenzo Fernández López, combatiente y fundador del Partido Comunista de Cuba, “estas instituciones requieren de mayor prioridad en cuanto a la atención médica y la entrega de aseguramientos.
“La geriatra nos visita todos los miércoles; pero no hay enfermera, ni equipos para medir la tensión arterial. Además, el estado constructivo no anda bien: el cielo raso se desplomó, las puertas permanecen en mal estado y la alimentación tampoco es la ideal”.
Jesús Ramón González Pérez, abogó por facilitarles materiales de construcción a la Mipyme, pues el ranchón servirá para organizar actividades.
Entretanto, Martín Pérez Cueto, jubilado de Etecsa, refirió su deseo de que los baños tengan agua, y mejore la seguridad y la iluminación del lugar. “Llevo pocos meses aquí y hasta el momento debo destacar la buena atención de todo el personal”.
También disfrutamos de actividades culturales y recreativas, comentó la anciana Teresa Benítez Mon- tero. Yamilé Ramos se refirió a la presencia habitual de la Dirección de Deportes, el museo, la biblioteca y el Centro Universitario Municipal, que los capacita sobre diversos temas.
“Cada abuelo debe ser responsable por la ingestión de sus medicamentos a la hora señalada por el facultativo”, precisa la trabajadora social, lo cual depende de las capacidades individuales y bien podría contar con mayor supervisión.
Sabor y tradición de Helarte
Chocolate, fresa, vainilla, mantecado…, combinados con bombón; coco, leche condensada, crema de leche, encantan a quienes lo prueban. Un punto de venta en la dulcería Gran París y la posibilidad de expandirse hacia a la capital hablan a favor de la marca Charo, sello que se inspira en la mamá del representante legal de la Mipyme, Camilo Martínez Pérez
“Recientemente analizábamos la posibilidad de reducir los precios”, subrayó Reyes González, pero imposible por el momento, debido al costo tan alto de las materias primas.
Más de 200 tinas diarias, paleticas y el helado en varios formatos son resultado de un intenso proceso de producción, que comienza a las cinco de la mañana. “La fábrica cuenta con su propia planta eléctrica para no detener la elaboración”, dijo Mayelín Acosta Felipe, tecnóloga de la Mipyme, conformada con muchos de los trabajadores de la otrora fábrica de helados Arlequín.
Una de las fundadoras de aquel proyecto estatal, Magdalena López López, opera la máquina continua. Al preguntarle por las transformaciones, desde la adopción de la nueva forma de gestión, destacó la calidad del helado, gracias a la buena factura de las materias primas, además del aumento del salario, 5 000 pesos superior al de antes.
Tal vez sean mañana algunos de sus obreros y directivos quienes acudan a la casa de abuelos Frank País, o confíen a la institución el cuidado de sus seres queridos. ¿Cuántos actores económicos asumen esta responsabilidad?; ¿cuánto podrían aliviar la precariedad de tantos sitios hoy con un poco de su esfuerzo?
A ese desprendimiento humano llamamos una y otra vez desde el artemiseño, para que más personas en situación de vulnerabilidad y grupos etarios sensibles experimenten el amparo de la Patria y sus hijos.