A 58 años de aquel 20 de febrero que marcaría un punto de partida en el devenir de la Central Termoeléctrica (CTE) Máximo Gómez Báez, los deseos de seguir haciendo enrumban la cotidianidad de los trabajadores de la planta marieleña, donde no pocos han visto transcurrir una vida de entrega a un proyecto común.
Desentrañar cada historia, tan diferente y con tantos puntos de encuentro al unísono, denota el sentido de pertenencia desde el que apuestan a diario, como uno de sus motores impulsores.
Un segundo hogar
“Toda la vida he trabajado en el sector eléctrico. Con 17 años empecé en el Ministerio de la Industria Básica como auxiliar de personal y dos años después, al venir a vivir para La Boca, me incorporé a la termoeléctrica. Desde entonces esta ha sido mi casa”, afirma Josefa Sánchez Amor, especialista de la dirección de Abastecimiento Técnico Material (ATM), una de las cinco féminas que integran este equipo compuesto por 24 trabajadores.
Según Finita, como la llaman, “todavía no es una opción el retiro, mientras me sienta con facultades para seguir. Llevo todo lo relacionado con cheques, facturas, la entrada de equipos al almacén, así como el control interno y la organización de ATM. Y en cuanta tarea considere puedo colaborar en la empresa, me vinculo”.

En la termo Finita ha encontrado otro hogar / Foto: Yusmary Romero Cruz

Pedro Ovideo formó parte del segundo curso de formación de operadores / Foto: Yusmary Romero Cruz
Entre el segundo grupo de operadores que iniciaron su formación en el lejano 1967, estaba Pedro Ovideo Arronte González, actual especialista de inversiones, función que ha cumplido en los últimos 12 años.
“He tenido la oportunidad de atender desde el punto de vista económico financiero importantes inversiones como las reparaciones capitales de los bloques 7 y 8, la rehabilitación de la unidad 6 -la más grande que se ha hecho en el sector eléctrico en Cuba en la última etapa-, entre otras ejecutadas.
“Mientras tenga salud física y mental no concibo mi vida fuera de la planta. Siento satisfacción cuando me levanto en la mañana y sé que vengo para acá. Han trabajado conmigo jóvenes magníficos, muchos me dicen profe cuando me ven. Definitivamente, ha valido la pena el tiempo dedicado”.
Para Elena Matos Pérez este también es su otro hogar, al que está unida desde diciembre de 1971, cuenta la ingeniera química, quien ha asumido diferentes responsabilidades.
Hace más de una década su hija es parte de esta planta, donde labora como especialista en el Grupo de Organización y Sistemas, y su esposo también trabajó durante varios años hasta que debió retirarse. “La termoeléctrica forma parte imprescindible de mi vida y la de mi familia. Este ha sido mi único centro laboral”.
Por más de 10 años ha estado al frente del Taller Químico. “Nuestro equipo se encarga fundamentalmente del proceso para la obtención del agua desmineralizada que alimenta las calderas de los bloques térmicos. Nos complementamos unos a otros, así es como mejor sale el trabajo, y apoyamos a quienes empiezan este camino”.
Una oportunidad para los más jóvenes
Bajo la tutela de Elena se encuentra Daylín de la Caridad Hernández Graverán. Durante su formación como ingeniera química tuvo varios vínculos laborales: hizo prácticas en el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología, Labiofam, la Fábrica de Cemento de Mariel, pero nunca se había aproximado al quehacer de una termoeléctrica.
Cinco años después de su primer acercamiento, la joven asegura que “es una escuela más, te reafirma y consolida la teoría, constituye un aprendizaje para asumir los retos de la vida laboral y trazarte nuevas metas.

Daylín comprueba la efectividad del lavado del paquete de tubos del economizador que serán instalados como parte del mantenimiento del bloque 8 / Foto: Yusmary Romero Cruz
“La mayor oportunidad hasta el momento ha sido enfrentarme al montaje de la unidad 6, donde conocí nuevas tecnologías, participé en el lavado químico del prearranque del bloque, la puesta en marcha de los equipos de medición en línea, y el ajuste de los parámetros del régimen químico de la unidad… Ha sido muy importante la guía de todos, pues han contribuido a mi preparación”, dice Daylín, que ahora se desempeña como especialista principal del Grupo de régimen químico y tratamiento de agua.
Siempre motivar
“Al igual que la CTE Antonio Maceo, de Santiago de Cuba, celebramos este 20 de febrero un aniversario más. Estas fueron las dos primeras plantas eléctricas construidas por la Revolución, con las cuales se multiplicaron las capacidades de generación existentes”, comenta el ingeniero Roberto Pigueiras Fernández, el director general.
“A propósito de la fecha, la central ha estado enfrascada en varias actividades, en primer lugar, para asegurar la generación de electricidad: las unidades 5 y 6 están aportando 62 y 100 megawatt (MW), respectivamente, y la 8 se encuentra en un mantenimiento parcial ampliado de 110 días desde el pasado 3 de enero, que está previsto finalice en abril, y debe entrar al sistema con 85 MW.
“De esta forma, se busca solucionar las dificultades presentadas por el bloque, que limitaban la potencia que podía entregar y su estabilidad en servicio. Se encuentra a un 32 por ciento de ejecución”, explica.
En las labores intervienen más de 600 trabajadores pertenecientes a los talleres de mantenimiento de la planta, así como a la Empresa de Mantenimiento a Centrales Eléctricas, y la de Servicios Técnicos Especializados de Cienfuegos. Para el mes de mayo está previsto realizar un mantenimiento parcial de 12 días a la maquina 6 con el objetivo de limpiar la caldera.
“Con motivo de este aniversario cada área se ha propuesto tareas específicas. No obstante, en sentido general, sobresale, concluir el remozamiento del comedor, y dejar listo el gabinete dental, donde ya se acometieron los trabajos de mayor envergadura. Estamos impulsando la emulación individual y entre los cuatro turnos de operaciones; promovemos que los buenos resultados se reconozcan y que eso se traduzca en mejoras para este 2024”.
En cuanto a la preparación, “hay un programa ambicioso con nuestro Centro de Capacitación. No solo estamos formando nueva fuerza de trabajo, sino que llevamos al aula la que ya está en la empresa, y aunque son esenciales las clases teóricas, hacemos diversas evaluaciones prácticas”, insiste.
“Nuestra empresa no está divorciada del entorno, no solo está enclavada en Mariel para generar electricidad, sino que, además, acompaña en la solución de dificultades que son comunes y afectan a nuestro pueblo. De esa forma apoyamos en cuanto esté a nuestro alcance diferentes proyectos de desarrollo social. Esa también es una manera de hacer de la termoeléctrica un mejor lugar”.

Desde finales del 2018 la CTE es usuario de la Zona Especial de Desarrollo / Foto: Yusmary Romero Cruz