Un reconocimiento reciente llena de orgullo al profesor universitario. Con solo 32 años, la Asociación de Pedagogos de Cuba le ha otorgado el Premio Pedagogo Novel 2023, y aunque esta es una distinción personal, el joven asegura que pertenece a sus maestros: “Es en principio para quienes me han educado y los que aún lo hacen con su ejemplo. Es también de mis estudiantes, porque si yo he logrado ser máster y estar en una formación doctoral es porque me lo han exigido”.
Además, lo dedica a la familia, por el apoyo y la educación que le dieron, y por comprender sobre todo su vocación y entender que a veces no les puede dedicar todo el tiempo necesario porque debe leer o planificar clases.
Lo de ser maestro León Castillo lo tuvo siempre muy claro. Por eso cuando en noveno grado le otorgaron directamente el pre de ciencias exactas por ser ganador del Concurso Nacional de Geografía, renunció a esa opción y optó por el Instituto Preuniversitario Vocacional de Ciencias Pedagógicas Gaspar Jorge García Galló.
La vida interna de esa institución, los eventos de monitores, y su desempeño como presidente de la FEEM, más el fuerte movimiento emulativo entre los pedagógicos de La Habana y las prácticas laborales, terminaron convenciéndolo de que en el magisterio estaba su verdadero camino.
“Las prácticas son de lo que más nos marca. En ellas entiendes que no se trata solo de instrucción, sino también de educación, y para educar a esa persona que tienes delante debes tener en cuenta sus diferentes contextos, el trabajo con la familia, con la comunidad; esa es la magia de esta profesión que tanto enamora”.
En 2014, ya graduado de la licenciatura en Educación, específicamente en la especialidad de Marxismo- Leninismo e Historia, comenzó a laborar en la Universidad de Artemisa, aunque ya tenía la experiencia de haber sido alumno ayudante y haber impartido clases para adultos de la tarea Álvaro Reynoso y del preuniversitario.
“Aquí he transitado por las diferentes categorías docentes: desde profesor instructor hasta profesor auxiliar. Actualmente me desempeño en la Dirección de Relaciones Internacionales, desde donde aspiro a lograr indicadores superiores en cuanto a la internacionalización de los procesos de la educación superior”.
Para Yusdiel no ha habido durante su trayectoria laboral nada más complejo que su estancia en Venezuela. “Estuve allí tres años difíciles, marcados por la covid 19, en la misión del Frente Francisco de Miranda.
Recuerda particularmente una vivencia que dice mucho del legado de Fidel: “En una oportunidad íbamos con un cargamento de medicinas para el paludismo y fuimos asaltados. Yo llevaba un pulóver con la imagen de Fidel. Los bandidos me apuntaron para que me bajara del autobús y sinceramente pensé que era mi fin. Entonces, para mi sorpresa, el jefe de la banda dice: Mira mi Comandante, a lo que yo respondí, también es el mío. Tal vez por eso me perdonaron la vida, y eso muestra la huella que dejó Fidel en todas partes”.
En el año 2022 regresó de Venezuela e inició sus vínculos con el Centro Universitario Municipal de Güira de Melena. Fue de los impulsores para que se abriera allí la carrera de la licenciatura en Educación en la especialidad de Marxismo-Lenismo e Historia.
Desde este escenario se ha integrado a proyectos de investigación, entre estos uno con la Universidad de Ciencias Pedagógicas Enrique José Varona, al que tributa su tesis de formación doctoral, que da continuidad a la de maestría.
León Castillo tiene vínculos además con el proyecto internacional Mi Costa que en la provincia tiene como sitio de intervención la comunidad costera de Cajío, en Güira de Melena. “Es un proyecto hermoso, de medio ambiente, pero al que necesariamente tributan las ciencias sociales. Busca que la población costera de Cuba se adapte al cambio climático con resiliencia y esa adaptación lleva la formación y la transformación del individuo, mediante la capacitación y el vínculo con las comunidades.
“Cuanto hacemos allí tiene un sustento teórico y un enfoque desde la metodología de la investigación, con la acción participativa y métodos de educación popular de Pablo Freire. El trabajo allí es la expresión palpable de poner la universidad al servicio de la sociedad, tal como nos enseñó Mella.
De lunes a sábado el sol lo sorprende en la carretera. Desde Quivicán, en Mayabeque, cruza hasta la provincia que ha sido testigo de sus horas de desvelo. Un día normal para él transcurre entre colegas y estudiantes, más sus otros compañeros inseparables: los libros. “No puede pasar un día sin que me lea algo”.
Y aunque las clases y la investigación ocupa casi todos sus días, procura dejar tiempo para su abuela, la persona de 84 años con quien convive: “Es una maravilla poder compartir con ella, entender su dinámica y poder también ayudarla.”
Con mucha motivación, deseos de cambio y de transformar para bien el medio en que se desempeña, recibe entonces este premio con la convicción de que desde el magisterio se puede hacer mucho por la sociedad, no desde el principio de dar clases solamente, sino basados en el concepto de José de la Luz y Caballero de que educar solo puede quien sea un evangelio vivo.