Cuando el pasado 20 de noviembre se le rindió tributo a los mártires de la Masacre de Cabañas, un nativo de esa zona destacaba entre los presentes. Se trata de René González Barrios, director del Centro Fidel Castro y quien fuera presidente del Instituto de Historia de Cuba y autor de varios textos sobre temas históricos. Conversar con él es uno de esos placeres que no puede uno perderse.
De nuevo en Cabañas se rinde homenaje a las víctimas de lamasacre perpetrada por latiranía en 1958.¿Qué significado tiene que se les rinda tributo en el mismo lugar dondefueron ultimadoshace 65 años?
Peregrinar del parque local hasta esta institución es muy significativo, es parte del justo y merecido homenaje de los cabañenses a sus mártires asesinados por la impotencia y el miedo de la tiranía, a las tropas rebeldes de la columna 2, Ciro Redondo que operaban victoriosas en esta zona a finales de 1958.
Adquiere un mayor significado la conmemoración porque realizamos el acto en el antiguo cuartel de la Guardia Rural, madriguera de criminales y torturadores de inocentes, convertido por la Revolución en una escuela que lleva el nombre de Marcos Antonio Lafá, una de las víctimas de aquel acto horripilante.
Además, solo en el municipio de Baracoa, en Guantánamo, se realiza cada año una peregrinación popular como esta. En aquel caso para conmemorar la llegada del General Antonio Maceo por Duaba, para incorporarse a la Guerra Necesaria. Esta es una tradición que debemos honrar y mantener.
Su padre, René González Novales, conocido como El Rubio – ya fallecido – fue durante años gestor y protagonista de esta conmemoración. ¿Hasta dónde la ausencia de su padre hace que se sienta hoy más comprometido con el pueblo de Cabañas?
Mi compromiso con Cabañas es de sangre, moral y espiritual. Nací en este pueblo, siento orgullo de ser cabañense. Mis primeros amigos fueron y son de este pedazo de tierra antes pinareña y ahora de Artemisa. Parte de mi familia vive en Cabañas y de aquí guardo hermosos recuerdos. Este es un pueblo del que nunca me he sentido ni lejos, ni ajeno, aun cuando mi trabajo y mis responsabilidades me hacen residir fuera.
Me crié en los alrededores de la finca Asentista, muy cerca de aquí. Mirando desde Cabañas hacia las lomas de El Rubí, soñé muchas veces con visitarlas y conocer su historia, la historia combativa de las tropas mambisas de Maceo y de las fuerzas del Ejército Rebelde que en ellas combatieron. Ese es uno de los motivos por el queme hice historiador. En Cabañas nació mi amor por la Historia. Por esos sueños de niño me enamoré de la Historia de Cuba y en especial de mi terruño, que es este y al cual me debo.
Pero, sin dudas, el compromiso es mayor y no solo con mi padre, también con sus compañeros de lucha, con los cuales compartí y a los que acompañé muchas veces a estos actos y a otras actividades de carácter político. Mi compromiso es con todos los combatientes de la guerrilla que peleó en esta parte de Vueltabajo.
Estoy comprometido con revolucionarios como Chente, que fue un combatiente de vanguardia y con Rogelio Payret; que no solo fue el jefe mi padre en la lucha guerrillera, fue además mi jefe cuando cumplí misión internacionalista en Angola, en el año 1987, lo cual tiene para mí una enorme trascendencia.
Pero, sin dudas, heredó de su padre parte de esa entrega y amor que le inspira el pueblo que lo vio nacer.
Es cierto. Mi padre no nació en Cabañas, pero combatió muy cerca de aquí como integrante de la guerrilla del capitán Rogelio Payret, aquí se enamoró de mi madre y nací yo. Este pueblo sentía y siente un gran aprecio por él. Cada vez que venía a Cabañas, procuraba visitar a sus amigos y de manera especial a los familiares de las víctimas de la masacre. Esta tierra fue preocupación constante para mi padre. Por eso se le recuerda con mucho cariño. En la medida de lo posible, trato siempre de hacer lo mismo.
Mi padre no permitió que su libro Al pie del Rubí, se vendiera en la Feria del Libro. Le compró a la editorial Verde Olivo los 3 000 ejemplares y le regaló uno a cada persona mencionada en sus páginas. Muchos de ellos los regaló en Cabañas.
En correspondencia con eso, su libro Después del Rubí, próximo a publicarse, tendrá su presentación en Cabañas. Posiblemente sea el 17 de enero de 2024, cuando se cumplan 85 años del natalicio de mi padre y como parte del homenaje que le está preparando la filial provincial de la Unión de Historiadores de Cuba.
Hoy dirige usted el Centro Fidel Castro. ¿Tuvo algún vínculo particular el Comandante en jefe con el pueblo de Cabañas?
Sí, Fidel conoció el pueblo de Cabañas. Vino a este pueblo, por ejemplo en la etapa de lucha contra los bandidos que se alzaron en las montañas cercanas. Y estuvo por acá cuando se combatió a una de las bandas contrarrevolucionarias más peligrosas que operó en esta zona, la de Cloromiro Miranda.
Fidel depositó en los cabañenses, más de una vez, toda su confianza en momentos cruciales de la Revolución. Esa misma confianza tengo yo en mi pueblo. Soy de Cabañas y esta es y será siempre mi patria chica, como lo fue de mi padre. Voy a querer a Cabañas y estaré con ellos mientras tenga vida