Los pueblos de pescadores viven una eterna dicotomía: el mar como fuente de vida y espada de Damocles, a punto de caer sobre sus cabezas. Cuando Poseidón, Yemayá, o cualesquiera de las deidades provenientes de las aguas desatan su furia, el dolor encalla en muchos hogares. Solo que en algunos sitios de la comunidad bahiahondense El Morrillo parece algo definitivo.
El huracán Ian en septiembre de 2022 golpeó con fuerza descomunal 315 viviendas, derrumbó totalmente 131 y 96 de manera parcial; además, destruyó 32 cubiertas y 56 en parte, precisa Lázaro Socarrás Miranda, delegado de la circunscripción nueve y presidente de la Zona de Defensa 09 de la comunidad.
La población de la zona es de 1 640 habitantes y existen tres circunscripciones atendidas directamente por la Asamblea Municipal del Poder Popular. Tras el paso de Ian, Socarrás Miranda explica que se dañaron las tres escuelistas del área, de ellas dos ya rehabilitadas. En tanto, se resarcieron daños al comedor, almacenes e infraestructuras del establecimiento pesquero, de la Empresa Lanchera Flota del Golfo.
Sin embargo, el fondo habitacional estaba evaluado de regular y malo en su mayoría, por lo cual la recuperación ha sido más lenta, y solo se contabiliza al 39% (por ciento).
El delegado culpa a la escasez de áridos, cemento y acero, mientras apunta que se estableció la plataforma donde han de construirse 67 casas, hacia donde deben trasladarse las personas que viven en el litoral costero. Más cerca del salitre fueron 43 los domicilios arrasados.
“Tras el paso de Ian recibimos a las principales autoridades de la provincia y el país”, evoca Socarrás Miranda. En cambio, la prioridad de entonces entró en un letargo. “Ahora estamos estancados, no hay cemento P 350, el indispensable para comenzar una nueva obra. Se han resuelto los derrumbes parciales de techo, pero nos quedan afectaciones en estructuras de canalón, para las cuales esperamos por cinc y vigas”. A más de un año del fenómeno natural, ¿cuál es el panorama en el Morrillo?; ¿cómo sus moradores perciben el regreso a la normalidad?
Soluciones y deudas
Inés Milián Pérez decidió esperar a Ian en su casa de fibras y tabla de palmas, junto a su padre de 90 años, su esposo e hijo, aunque “las autoridades advirtieron que debíamos evacuarnos. No quedó otra alternativa que apuntalarla cuando apretó la tormenta y comenzó a caerse todo.
“Estoy muy agradecida, pues hace dos meses la estoy viviendo, gracias al trabajo de una brigada de la Empresa de Mantenimiento y Construcción (Eprocom). Quedaron pendiente las tuberías del lavamanos y el fregadero, además del registro de este último, pero lo vamos a resolver poco a poco”. Incluso, le repusieron el juego de baño, el colchón y el fogón de inducción. Aún espera por el tanque de agua, cuando se produzca una nueva distribución.
La de Inés es una de las cuatro viviendas planificadas y concluidas por Eprocom en El Morrillo. La entidad posee un plan de 11 en Bahía Honda y todavía le resta arduo trabajo, reconoce Arnaldo Ortega Quesada, el director.
Es el caso de Marcelino Rivera Murguía, un maestro cardiópata y diabético a punto de jubilarse, cuyo hogar permanece sin techo, lo que le obliga a vivir en la casa de un amigo.
“Solo me dieron 620 bloques, pero ni un gramo de polvo de piedra. Los constructores dicen que no hay áridos; en cambio, he visto entrar los camiones repletos hacia lugares que no han sido afectados”.
Tampoco resulta fácil para los decididos a recuperarse por esfuerzo propio. Solo se irguieron apenas tres de los 25 contemplados en esta modalidad. Sino que lo cuente Ana Velazco Rodríguez, cuya casa de guano y tablas había soportado el paso de varios fenómenos meteorológicos…, hasta Ian.

ANA VELAZCO permanece aún en una facilidad temporal, junto a su esposo y su hijo / Foto: Otoniel Márquez
“Pensábamos que no iba a ocurrir nada y nos quedamos mi esposo, mi hijo, mi papá y mi suegro, que estaba inválido en una silla de ruedas. Cuando empeoraron las condiciones del tiempo, me tumbó todo. Tuvimos que salir con la silla para la casa de una vecina”. Desde entonces, ha recibido 60 sacos de cemento, un metro cuadrado de polvo de piedra, cuatro metros de gravilla y unas tejas engomadas.
“No me han dado piso, vigas, ni ventanas. Mientras, sigo viviendo en un cuarto de desahogo, donde apenas caben unos pocos electrodomésticos y bienes personales”.
Algo similar enfrenta Daily Velázquez Ramírezal asumir, a cuenta y riesgo, la construcción de la nueva morada. Con bloques, cemento, piedra y gravilla la llevó a altura de cerramiento.
Pero no dispone de cemento hasta la fecha. Una vez asegurada la estructura, podrá colocar las tejas de donación que le entregaron. Dayli recuerda su domicilio de madera y fibras, y se estremece, ahora en una facilidad temporal, a merced de la lluvia y las descargas eléctricas.

JUNTO AL RESTO de la familia, Dayli Velázquez intenta reponerse del efecto demoledor del Huracán Ian / Foto: Otoniel Márquez
“Lo perdimos todo: escaparates, camas, equipos…, tampoco esperábamos un impacto tan grande. Bajo la tormenta, logramos llegar al consultorio cercano”.
Es tan solo un botón de muestra de los estragos de Ian, pues también historias como las de Belkis Miranda Lemus e Isora Valdés Alfaro conmueven por su trascendencia humana. El miedo a la lluvia, los nailons sobre la cama, la zozobra ante el viento, se repiten una y otra vez.
Ni huellas de la primera casa
Alejarse de la costa no es precisamente el sueño de Jesús Fábregas Gallardo y muchos de sus vecinos pescadores. Madera, guano y fibras sucumbieron frente a Ian, en un momento que califica como “muy triste. No pude amarrar la casa, ni salvar televisor, ventilador, entre otros equipos”. El drama vuelve a repetirse, ya que sus daños datan del huracán Ike en 2008.
Luego de la debacle, rescató de las olas algunas fibras y con ellas volvió a recomponerse. Tantas desgarraduras enturbian la esperanza; aun así, Jesús espera por las casas que han de levantarse en el poblado.
Sobre la recuperación, el delegado dijo que distribuyeron los damnificados entre Eprocom, una Mipyme local y la Empresa de Construcción Integral (ECI). Ángel Sánchez Valdés, director general de la última entidad, precisó que en El Morrillo recuperaron el terraplén de acceso por Cuatro Palmas, impermeabilizaron dos edificios, ya poseen los módulos de madera seca para 10 viviendas y gestionan con el Micons la asignación de más módulos, a fin de continuar solucionando el problema habitacional.
Pero hasta la fecha no se ha levantado la primera, debido a la morosidad en la aprobación de los permisos en el terreno asignado, hasta que la microlocalización recibió el visto bueno hace dos meses, afirma Yanet Pazo Camacho, delegada del Instituto Nacional de Ordenamiento Territorial y Urbano (INOTU) en la provincia.
“El retraso se debió a que la dirección municipal de la Vivienda no había solicitado los permisos correspondientes a su homóloga del INOTU. “Ahora la Vivienda y el gobierno en Bahía Honda son responsables de urbanizar el área, de crear condiciones mínimas de vida como acceso a agua, puntos colectores de desechos sólidos, entre otros, antes de comenzar a construir”.
De acuerdo con el delegado, en los últimos días se han cargado materiales hacia la explanada para establecer los cimientos de las viviendas previstas. Mientras, muchas personas sufren. Aspiramos a que termine la espera lo antes posible. Familias, historias, vidas por doquier exigen más agilidad y compromiso con el pueblo.