El puente de nunca acabar, al tardar dos años en su ejecución, el de El Jobo en Guanajay, colapsado desde la otrora provincia La Habana, fue la compleja obra que dio la bienvenida a Roberto Castrillo Suárez, en Artemisa y nuestra prensa.
Le conocimos como subdirector del Departamento Provincial de Infraestructura Vial, entre hinca de pilotes para excavar y fundir, a medida que la máquina perforaba, y 13 años después del primer día es director del Centro de Vialidad del Gobierno, con sueños y realizaciones—siempre a pie de obra—, capaces de convertirlo (a nuestra opinión) en un hombre de los que más ha aportado a la provincia, con más de una inversión perdurable en el tiempo.
El ingeniero civil graduado en 1988 ha vivido momentos difíciles. Así rememora otro puente complejo, el de Machurrucuto, pues tras un accidente perdió una viga y hubo que hacer in situ y con inmediatez la senda Habana-Pinar.
“Asumimos en 2014 el canal de calle 58, en la cabecera, obra titánica al cavar y enchapar mientras vertía agua residual. Trabajamos en la misma tierra y concluimos con el pavimento de la arteria. A pesar de seguir siendo funcional, precisa de limpieza y mayor cuidado de quienes conviven en ese lugar, antes amenazado por inundaciones”, asegura.
Varias alcantarillas en Bahía Honda tienen a Castrillo como inversionista junto a la Empresa de Construcción Integral: la de Los Hoyos, Tabla de Agua 1 y 2, camino al Morrillo; más deslizamientos de montañas como el de Pedrales y atendemos otros viales del Plan Turquino que debemos mantener, no siempre con los recursos necesarios.
“Otra obra compleja fue el vial de acceso a la Base de Almacenes Ariguanabo, en Bauta, donde arman y desarman contenedores de la Zona Especialde Desarrollo Mariel, lo cual evita el pago por larga estadía de barcos en el puerto. “Hicimos un cambio de rasante. La loma era muy pronunciada y la `acomodamos´ para que los contenedores transitaran ajustados a la norma cubana y a la vez restauramos todas las vías desde la autopista hasta Cayo La Rosa.



La construcción del Puente de Jobo y la recuperación de viales en San Cristóbal y Bahía Honda son algunas de las obras que en Artemisa llevan el sello de Castrillo / Foto de Archivo
Pensar en la cabecera
Castrillo, hombre de lápiz en plano y botas entre áridos, guanajayense según su gentilicio, se sabe sin horarios. Desde sus primeros días en Artemisa lo absorbió el cómo resolver el flujo vehicular en el municipio, convertido desde 2011 en cabecera provincial.
“Presentamos —a solicitud de Raúl Rodríguez Cartaya, al frente de la Administración Provincial en aquel entonces- el Programa de Desarrollo Vial elaborado junto a la Empresa de Proyectos de Pinar del Río, a ejecutar a corto y largo plazos, muy funcional y con muchos sueños incluidos. “El primero, descentralizar la carretera central, con doble sentido y difícil de transitar en horarios pico: 7:00 a.m. y 5:00 p.m. Se estudió, más allá de dejar un solo sentido en calle 33, buscar otro acceso a la ciudad. Céspedes fue la calle escogida, por la seguridad vial que brindan sus aceras”.
“La rotonda para el vial de entrada llevó pensamiento. No es circular, sino elíptica. Previmos la prioridad para quienes rotan y los vehículos desde avenida 41 pero al inaugurarla, sin el vial a la Autopista, Tránsito decidió que las señales estuvieran a favor de la central, y la costumbre se enraizó.
“Pensamos en la jardinería, con tres tipos de plantas. El bautense Ariel Santana estuvo al frente, con la Empresa de Proyectos de Pinar del Río, y Comunales la mantiene. Esa entrada con el Ojo de la Ciudad, nos identifica en el país.
“Darle continuidad a la central, una joya de la arquitectura cubana, nos ocupó desde el vial de entrada con otra carretera para girar, y seguir porlacentral.
“Después, con el uso de fresadoras para no pasar el nivel de la acera, pavimentamos las calles Maceo y Céspedes, salida y entrada a la cabecera, respectivamente. Se cambió la orientación y mejoró el flujo vehicular, y en coordinación con Ingeniera de Tránsito, colocamos los semáforos.
“La ampliación de calle 40, hasta el Mausoleo, era otro sueño del programa para enlazar con la cabecera los municipios del Circuito Sur y Mayabeque.
Comenta, con extremo sentido de pertenencia, un viejo anhelo de aquel programa: el vial a la autopista. A pesar de existir el nexo con Cayabajos, los 12 kilómetros (km) para llegar a él y las agrestes condiciones de esa carretera en el km 49 de la autopista lo hacían disfuncional.
“Para este vial usamos una vieja guardarraya. Pendientes abruptas nos cambiaron ideas como la de llegar a El Jobo, y los estudios de factibilidad indicaron pasos más económicos con mirada a la autopista nacional, inversión que en unos siete años se amortizará, con el ahorro energético de los vehículos y otros indicadores.
“No obstante a la situación económica del país y los contratiempos de la Covid, no dejamos de soñar y hacer. En un sembrado de caña descubrimos una cantera de áridos a solo 2 km, mientras debíamos trasladarlos a 15, entonces negociamos y pagamos la gramínea por cinco años.
“La economía no nos daba, había quien levantaba su mano por hacer solo dos carriles, pero era más viable demorarnos más y construir cuatro, siendo una vía expedita. Se pensó en quitar el separador central, pero resistimos, y ahí está.
“Muchos de quienes laboraron allí nos enfermamos y otros murieron en plena covid sin disfrutar este sueño, pero lo cierto es que trascenderá como una obra para el futuro, con el empeño de la Empresa Constructora Integral, brigadas del Blas Roca de La Habana, otras de Pinar, de la Zona Especial de Desarrollo Mariel. ¡Ese es mi mayor orgullo!
“Ahora soñamos con una que circunvale la ciudad, un vial sobre el cual se apoyará el desarrollo poblacional-urbanístico de la provincia. Teníamos ideas conceptuales, e inició la ejecución, de ahí esas aceras del vial a la Autopista Nacional en función del ambiente citadino, en un área contigua donde se proyectan edificios multifamiliares… y un servicupet.
“Hay 700 metros con la primera capa colocada de ese vial que prevé bordear Artemisa, a disfrutar en venideros años”.
Todos soñamos, es una actitud inherente a los seres humanos, pero hacerlo a pie de obra, combina riesgo y satisfacción, reto y también orgullo.
Mirar hacia adelante impone lo mucho por hacer, sobre todo en el mantenimiento de los viales; pero en esta vida agitada, creo válido mirar 13 años atrás.
La Artemisa de 2023 no es la misma, tampoco podrán estas líneas, aunque así lo quiera, agradecer a través de una sola voz el trabajo de hombres y mujeres de botas y cascos entre puentes y guardarrayas, capaces de conducimos por viales, que sea cual sea la dirección, metafóricamente, nos conducen a concretar sueños.

De las obras más complejas, y también estratégicas en los 13 años de Artemisa está el vial a la autopista Habana-Pinar / Foto de Archivo

En unos siete años se prevé amortizar el presupuesto invertido en el vial de Artemisa a la autopista, en concepto de ahorro de combustibles y otros indicadores / Foto de Archivo

Además de la Empresa Constructora Integral #1, otras del Blas Roca, de la ZEDM y de Pinar del Río y La Habana, apoyaron la obra del vial / Foto de Archivo

Desde los inicios de la provincia se previó un desarrollo de la infraestructura vial , como demanda una provincia y su ciudad cabecera / Foto de Archivo